En el siglo XVII, la debilitación del estado se vio reflejada en la uniformidad. Esta situación se debió a una fuerte precariedad económica, que dificultó la tarea de equipar al ejército. La indisciplina y la deficitaria vertebración de los cuadros de mando y tropa complicó aún más esta circunstancia.
El reinado de Felipe III (1598-1621)
La caballería, con la tradicional división de hombres de armas y “caballos ligeros”, poco varía respecto al reinado anterior. Los hombres de armas continúan con armadura completa, ahora añaden sobrevestas, casacas o angurinas, incorporando la cruz de Borgoña al pecho y a la espalda. Sin embargo, se observan ciertas variaciones en cascos y yelmos. Por una parte, las armaduras alcanzan una gran perfección, precisamente cuando el predominio de las armas de fuego las hace poco efectivas.
La uniformidad de la infantería, dividida en tercios, se compone de ropilla color amarillo y calzas con muslos muy abultados de paño. Las prendas de abrigo más comunes eran ferreruelos, capas, capotes y casacas. El cuello y puños se adornan con valona o lechuguilla y puños de lienzo o encaje. El sombrero era de copa media y ala ancha. La bandolera aparecía en el uniforme como soporte de la espada, las cargas de pólvora, etc. En esta época continúa la división en compañías de coseletes, mosqueteros y arcabuceros.
Algunos intentos de cambio en el ejército de Felipe IV (1621-1665)
Para corregir la mala organización del ejército del rey, se emitió una serie de disposiciones, la más extensa y decisiva fue la de 1632, que entre otras medidas regulaba los ascensos.
Se busca uniformar eficazmente a las tropas, con el objetivo de elevar la moral de los ejércitos. Es de destacar que varias pragmáticas del siglo XVII autorizaban a los militares a vestir con adornos vetados a los civiles. De esta manera, esta serie de normativas se permitían detalles de riqueza en lo referente a colores y materiales, por considerarse estímulo de valentía y aliciente para el alistamiento. Además, abundaban pasamanerías, bordados y colores llamativos.
La ordenanza de 1632 propone un uniforme con coleto amarillo con largos faldones y casaca con mangas abiertas de paño pardo, color que se propondrá también para el coleto en una ordenanza posterior (1652).
Las piernas se cubren con los gregüescos amarillos con medias calzas rojas. El calzado se compone de zapatos de cuero atados con cintas rojas. El tocado es un sombrero de ala ancha y copa media o baja, a la valona, con adornos de plumas. La citada ordenanza introduce el uso de alforjas para el armamento, como el mechero. Era habitual en el equipo del mosquetero la presencia de bandolera con los “doce apóstoles”, nombre con el que se conocía a los estuches que contenían los elementos necesarios para un disparo.
Breve comentario acerca de la obra de Jusepe Leonardo, La toma de Brisach (1633-1635)
La escena representa la marcha de los soldados de infantería y de caballería. Por un lado, los primeros aparecen uniformados con estas prendas: anguarinas, gregüescos, valonas, sombreros de ala ancha y cascos. Estas ropas eran elementos muy comunes de las compañías de arcabuceros. Por otro lado, sobre el caballo, aparece el Duque de Feria (figura central de la obra), con los atributos propios de su cargo (general): banda roja, media armadura y bengala. Junto a él aparece un sargento, con espontón y faja. Tras ellos, está la caballería pesada, con un armamento antiguo (armadura completa y gran lanza) para la fecha del cuadro.
Otros grupos militares
Los antiguos caballos- coraza, nuevo nombre de los antiguos hombres de armas, sustituyen lanzones, espadas pesadas, armadura completa y yelmo por un equipo más ligero. Esta nueva uniformidad estaba compuesta por espada de taza, coraza, celada borgoñota, gavilanes y pistolas. Otros cuerpos que cambian su nombre son los arcabuceros a caballo, conocidos en el siglo XVII como caballos-corabinas, al sustituir el pesado arcabuz por carabinas.
Aparece en 1638, un cuerpo nuevo, los dragones, estaban compuestos por infantería montada, procedente de los arcabuceros a caballo, de los que heredan la organización y los arcabuces. Su uniforme era igual en todos a los cuerpos de caballería, exceptuando la supresión de la coraza por el coleto y el tocado, que era un sombrero blanco con plumas rojas en vez de casco. En su armamento incluían pistola, y en su equipo aparecen utensilios para atar al caballo al combatir a pie, como piquete y mazo.
La Guardia Real
Mantiene la uniformidad en una época en que casi nadie va uniformado por la deficitaria economía. La organización y estructura de la Guardia Real sufre pocas modificaciones, con respecto a la del reinado de Felipe II.
Los uniformes de las Guardias Española y Alemana eran similares, el primero de color amarillo y el segundo en blanco. En 1634 se crea por real decreto, y auspiciada por el Conde-Duque de Olivares, una unidad de soldados veteranos voluntarios, con carácter de Guardia Real. Esta unidad era muy disciplinada, de vistoso uniforme, que suscitó envidias, lo que llevó a darle apariencia de tercio ordinario en 1661.
Divisas y otros elementos
En el siglo XVII se empiezan a fijar ciertas divisas, como la banda carmesí terciada del hombro derecho al costado izquierdo con flecos dorados para generales. Aunque, los oficiales menores vestían una faja a la cintura del mismo color. Otros elementos serían la bengala o bastón de mando para altos cargos. Algunas divisas eran la alabarda para los oficiales menores, ya presente desde el siglo XVI, las dragonas o jinetas, haces de cintas de tela o metal que se colocaban sobre los hombros.
Las cintas eran de hilo de oro o plata para maestres de campo y coroneles, que llevaban una en cada hombro. Además, sargentos mayores llevaban una en el lado derecho y los capitanes en el izquierdo. A finales del siglo XVII, se incorporan las bandoleras de terciopelo carmesí con galones o con flecos de hilos de oro y plata. Finalmente, en el reinado de Felipe V no se establecerán divisas concretas para cada cargo, siendo hasta entonces fruto de elecciones arbitrarias, como los gustos particulares y las modas.
Fuentes
Bueno Carrera, J.M., Soldados de España. El uniforme militar español desde los Reyes Católicos hasta Juan Carlos I, Málaga, 1978.
Herrero García, M., Estudios sobre indumentaria española en la época de los Austrias, Madrid, Centro de Estudios Europa Hispánica, 2014.
Sousa Congosto, F., Introducción a la historia de la indumentaria en España, Madrid, Istmo, 2007.
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