Floreció Mondragón (la villa) en varones ilustres que sirvieron al rey y á la patria en los supremos tribunales y otros empleos y exercicios útiles.
D Cristóbal de Mondragon y Otálora sirvió á SM en las guerras de Flándes dexando fama de su fidelidad constancia y valor: desbarató con la caballería de su mando la del conde Mauricio, que gobernaba Felipe de Nasau, falleció en el mes de enero del año de 1596, siendo castellano de Ambéres.
[ Extracto sobre la Villa de Mondragón del Diccionario geogrático-histórico de España, Volumen 2 Escrito por Real Academia de la Historia 1802 ]
Como bien dice el extracto anterior, don Cristóbal, nació en Medina del Campo en el seno de una familia vasca originaria de Mondragón (provincia de Guipúzcoa). Se desconoce si nació en 1504 o 10 años más tarde, los cronistas no se ponen de acuerdo. Poco se sabe de sus primeros años pero os aseguro que entró en la historia por méritos propios.
Sus primeras peripecias registradas fueron en las jornadas de Suez y de la Goleta, con unos 18 años, al servicio del Emperador Carlos V, se sabe por una carta que se conserva en los Archivos Estatales en la que además se dice
(…) Cristóbal de Mondragón, el cual agora hombre darmas en una de estas compañías y uno de los buenos y fuertes soldados que sirven en estos ejércitos y de los mas apuestos y galanes hombres que se hayan visto jamás y siempre se me ha presentado en el mejor órden de caballos y armas.
Aunque Mondragón mandó como Maestre de Campo el Tercio Viejo de españoles, se le conoció toda la vida como “El Coronel”, por haber mandado mucho mas tiempo valones, y ser ese el nombre que se daba a los que mandaban regimientos de aquellas tierras (alemanes). Por lo demás, lo que se cuente sobre el será siempre poco, todo lo que se diga será siempre una pequeña parte de sus acciones.
El Coronel fue posiblemente el soldado español más famoso de toda Europa en su tiempo, así lo atestigua la gran cantidad de documentación y grabados conservados, especialmente, en las instituciones Holandesas, siendo culpa nuestra —o de nuestros sistemas educativos— el menguar sus hazañas y que a día de hoy sean prácticamente desconocidas.
Asistió a todas las acciones de guerra ocurridas desde que abrazó el oficio de las armas, aunque sería con una avanzada edad, 63 años (si contamos que nació en 1504), cuando fue llamado por el duque de Alba para ponerlo al frente de un Tercio como Maestre de Campo. Mondragón, que anhelaba ser uno de aquellos elegidos, recibió con júbilo tan agradable noticia y se dispuso con la mayor presteza a dar principio a, en sus propias palabras: la mayor hazaña de su vida.
Sus más de 60 años no le hicieron mella. Era un hombre de gran estatura y de complexión robusta, admirado por todo el ejército. Su reputación le precedía: era el más duro; se decía que jamás se había sentido cansado en ninguna marcha de las cuales hacía siempre a la cabeza de su Tercio, y siempre a pie. De ahí que entre la soldadesca se le conociera también como “Peña Viva”. Era costumbre de nuestros infantes el poner motes a sus generales, fundándose en algún hecho o condición del personaje; por ejemplo hubo un tal Pedro Paz que se preocupaba mucho por sus hombres, tanto que cuando les faltaba dinero, cogía del suyo y les compraba algo de pan para que pudieran comer, por supuesto su mote sería Pedro del Pan.
Acciones más destacadas de Cristóbal Mondragón
Apenas llegaron a Flandes nuestras tropas en 1568, le confirió el duque el mando de 15 enseñas de infantería valona y el gobierno de Damuillers, no sin antes haciéndole prometer El Coronel que se acordaría de él para todas las empresas arriesgadas, asegurándoselo el propio duque.
Entre las innumerables acciones en las que destacó, citaremos las que aparecen con más recurrencia en los textos. Una de ellas fue previa a la famosa batalla Mühlberg (1547) en la que, junto a otros 9 soldados, evitó los bloqueos en los puentes sobre el río Elba actuando como si de un comando anfibio se tratase, logrando vadear el río y traer varios pontones a nado que sirvieron para pasar las tropas imperiales. Esta no sería la última vez que estaría con el “agua al cuello”.
También hay que decir que, según el famosos cronista Bernabé del Busto, los que cruzaron el Elba fueron 11: Alonso de la Cueva de Jaén, Jirónimo Sierra de Mallorca, Francisco Centeno de Ciudad Rodrigo, Juan Artes de Valencia, Pero Ollero de Toledo, Francisco de Salinas de Anaya, Sanjuan de la Puebla, Gómez de Robledo de Villa Robledo, Juan de Bolea de Guadalajara, Francisco Gregorio, Diego Marroquin.
Además de estos infantes de los reinos de Castilla y de Aragón, participaron otros tres infantes que con la armadura puesta, y a lomos de sus caballos, empujaron a sus monturas a meterse en el agua. Encabritándose el primero de ellos estando en parte que era necesario nadar, cayó uno de los infantes y se ahogó, arrastrado por el peso de las armas, retornando los otros dos a la orilla.*
Como podemos leer, según del Busto, Mondragón no estaba entre aquellos hombres. Aun así, el resto de cornistas que llevaron al papel aquella batalla lo mencionan. Realidad o leyenda, es justo que se comente, y más si es por citar los nombres de los que cruzaron.
Durante la Guerra de los 80 años (1568-1648), Mondragón, tuvo que defender numerosas villas por orden del duque de Alba, como Lieja y Deventer, que fueron atacadas por los Mendigos del Mar (piratas holandeses). O Amberes, Middelburg y Goes, en esta última de una forma peculiar.
En 1572, para defender Goes, presa de un sitio por 7000 holandeses, había pensado un atrevido plan de esos que solo asoman a la mente de hombres llamados para grandes hechos. La guardia de la ciudad estaba a punto de capitular, puesto que no esperaban socorro y estaban muy mal situados para que llegasen a tiempo cualquiera que lo intentase, había que dar un rodeo enorme para llegar a la población.
El plan de Mondragón fue sencillo: atravesar la ría a la cabeza de sus tres mil hombres. Tras contarles el peligro de muerte en que estaban sus compañeros, les dijo la forma de socorrerlos. Había que vadear aquel brazo de mar, no había otra manera. Y allí fueron, Sancho Dávila entre ellos, vadearon aquellas tres leguas de mar. Cuando salieron del agua los 3000 españoles gritando y a la carrera, los sitiadores holandeses huyeron aterrorizados.
Después de este hecho memorable pasó al sitio y toma de Haarlem en el que se le encomendaron los puntos de más peligro.
El año de 1573 defendió á Mildemburg y Ramua que entregó por capitulación por orden del comendador mayor de Castilla, que conociendo la imposibilidad de la defensa por inferioridad numérica abismal, le previno capitulase para evitar un baño de sangre. Capituló pues, y saliendo con todos los honores, se incorporó con Sancho Dávila y concurrió á la famosa batalla de Mock.
Infatigable en la guerra y celoso y ardiente defensor de nuestros legítimos derechos en aquellos infortunados países revolvía en su fecunda imaginación mil proyectos en contra de los sublevados.
Reunió un día toda la fuerza de su mando y eligiendo 300 hombres, de los que mejor sabían nadar, y les comunicó la arriesgada empresa a la que iban a dar cima: Atravesar a nado el brazo de mar que les separaba de la isla del Fijnart y de tomarla a viva fuerza. Tras enviar a varios hombres a observar el estado de las mareas, escogió Mondragón la ropa y armas concretas que debían llevar, según narra el cronista Mendoza:
“mandándoles quitar las calzas y zaragüelles y los demás vestidos, quedando solo con jubones, camisa y zapatos, y dio a cada soldado un saquillo de pólvora en unas alforjuelas para poner al cuello (…)”
A las 12 de la noche, se echó al agua el primero seguido de aquella pequeña columna. El agua no era el mayor obstáculo, ya que los rebeldes habían apostado algunos navíos para la defensa de la isla y debían pasar rozándolos. La operación se llevó con el mayor silencio, salvando todos los peligros hasta tocar la isla que ganaron con arma blanca y con apenas 9 bajas.
También en ese año (1575), junto a Sancho Dávila, ganó del mismo modo la batalla de Zierikzee, aunque esta vez en el operativo había 2000 soldados.
Despues asistió al asalto de Bommeneé y queriendo emprender otras operaciones se le amotinaron los soldados por falta de pagas que le retuvieron, en calidad de preso, para evitar que viniese contra ellos con alguna fuerza respetable. La frecuencia de estos motines, inevitable por la escasez de recursos, paralizaba y entorpecía la pacificación de Flandes. Pocas veces se imponían castigos a los culpables pues siempre era unánime el movimiento y como no había seguridad de pagarles, porque no dependía de los jefes, se temían las venganzas que pudieran tomar en otra insurrección.
Por otra parte, como soldados, servián jóvenes pertenecientes a casas ilustres y esto contribuia a que reinase en los alborotos de aquella manera el mejor órden. Estos exponían sus quejas con templanza y sin insultos, y fijaban cual líder sindicalista lo que se proponian a hacer hasta que se les abonasen sus sueldos.
Afortunadamente duró pocos días el alboroto que retenía a Mondragón pues habiendo pagado a sus soldados asistió con ellos al asalto de Amberes cuya ciudad habían tomado los rebeldes por traición.
Nombrado Maestre del Tercio Viejo (antiguo Tercio de Sicilia)
Algunos meses después viajó a Madrid en compañía de Sancho Dávila, pero alterada Flandes de nuevo se le dio el mando del Tercio de Julian Romero, que había fallecido días antes. Así, era nombrado Maestre de Campo del Tercio Viejo, que con el tiempo llevaría su nombre, Tercio de Mondragón.
Aun tuvo tiempo de vencer a Mauricio de Nassau en la batalla del río Lippe en 1585, con casi 80 años, como capitán general y maestre de campo general del ejército de Flandes y utilizando hábilmente labores de espionaje.
En diciembre de 1595 Mondragón se retiró al castillo de Amberes, donde falleció el 4 de enero de 1596. Y por supuesto, estas no son ni la décima parte de sus aventuras.
Fuentes:
VVAA. Semanario Pintoresco Español
SALCEDO RUIZ, ANGEL. “Apuntes para una biografía. El Coronel Cristóbal de Mondragón” (1905)
Memorias de la Real Academia de la Historia – Volumen 4
Agradecimientos a: Carlos Valenzuela Cordero por la cita de Bernabé del Busto
Web recomendada: La Batalla de Mühlberg (caminoauceda.es) en la que se puede leer el fragmento del texto de Bernabé del Busto
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