El calendario revolucionario francés, también conocido como calendario republicano francés, surgió durante la Revolución Francesa como una alternativa al calendario gregoriano. Entró en vigor el 26 de noviembre de 1793 y fue abolido el 31 de diciembre de 1805 por Napoleón Bonaparte. Aunque tuvo un breve resurgimiento durante la Comuna de París en 1871, su uso fue efímero.
Los años ya no se contaban desde el nacimiento de Cristo, sino desde la proclamación de la República Francesa el 22 de septiembre de 1792. Este cambio reflejaba la mentalidad revolucionaria de romper con el pasado y empezar una nueva era.
La estructura del calendario también sufrió modificaciones. El año se dividió en 12 meses de 30 días, organizados en tres décadas en lugar de semanas. Los días de cada década se llamaban primidì, duodì, tridì, y así sucesivamente hasta decadì, que era festivo, sustituyendo al domingo. Además, el día se dividía en 10 horas, cada hora en 100 minutos decimales y cada minuto en 100 segundos decimales, un intento más de racionalizar el tiempo.
Los nombres de los meses también cambiaron, reflejando características meteorológicas o agrícolas: Vendimiario, Brumario, Frimario para el otoño; Nivoso, Pluvioso, Ventoso para el invierno; Germinal, Floreal, Pradial para la primavera; y Mesidor, Termidor, Fructidor para el verano.
Para ajustar el calendario a los 365 días del año gregoriano, se añadieron 5 días festivos llamados “días sanculottidos”, dedicados a la Virtud, el Genio, el Trabajo, la Opinión y las Recompensas. Cada cuatro años, se añadía un sexto día, conocido como “día de la revolución”, para ajustar los años bisiestos, aunque no coincidían con los del calendario gregoriano. A pesar de su uso en documentos oficiales, el calendario revolucionario no fue popular entre la población, que siguió usando el calendario gregoriano.
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