A lo largo de toda la historia de Roma la guerra jugó un papel clave. Bien para obtener recursos, someter a enemigos o para su expansión; dependiendo muchos de sus éxitos de su poderío militar y la capacidad estratégica de sus generales.
Ellos fueron los responsables de las conquistas de la República y del crecimiento del Imperio, completando gradualmente la “romanización” de las provincias. Aunque no siempre fueron una máquina de guerra perfecta, los romanos cayeron en desgracia —por poner un ejemplo— ante las tribus germánicas en la Batalla del Bosque de Teutoburgo (9 dC), donde perdieron tres legiones completas (casi 20.000 soldados).
Pero no se puede negar el gran éxito, en términos generales, que tuvieron los romanos en la Europa continental, Gran Bretaña, Medio Oriente y África del Norte. Estos son 10 de aquellos generales que cambiaron Europa:
1. Cayo Marius (157-86 aC.) General y Cónsul de la República
A Mario se le atribuyen grandes cambios que llevaron a la civilización romana de la República al Imperio. Permitió que los romanos no terratenientes se unieran al ejército (previamente, se les había exigido que poseyeran propiedades). Al mismo tiempo, cambió la ley para que los soldados tuvieran que llevar su propio equipo (tales hombres se conocieron como “las mulas de Mario”).
También ocupó el cargo de Cónsul hasta siete veces, algo sin precedentes desde el 107 aC., aunque la posición se volvió cada vez más autocrática, con su “elección” más relacionada con la concesión de poderes de emergencia para luchar contra las hordas invasoras que con la aplicación de la constitución.
Mario también se hizo un nombre como hábil general en varias campañas, especialmente en África y contra las tribus germánicas. Derrotó a los Teutones cuando avanzaban hacia Italia (la tribu había acordado un ataque doble en el país con otra tribu germánica, los Cimbros, desde sus posiciones en Galia), emboscando a las hordas en el borde de los Alpes y aniquilando a un ejército de 100.000 invasores.
2. Escipión el Africano (236-183 aC.) General de la República
Publio Cornelio Escipión, con solo 25 años fue enviado a Hispania para derrotar a los cartagineses y a su líder, Aníbal Barca. El cartaginés se había acantonado en Italia, donde había establecido una defensa casi impenetrable y había infligido a Roma la gran derrota de la Batalla de Cannas; por lo que Escipión atacó su base en la Península Ibérica.
A pesar de que en otras dos ocasiones, Roma, falló al emprender esta operación, el romano salió exitoso; capturó el cuartel general cartaginés en Cartago Nova (actual Cartagena) en el 209 aC y, un año más tarde, derrotó al hermano de Aníbal, Asdrúbal, en la Batalla de Baécula.
La gloria de Escipión, sin embargo, llegó tras la Batalla de Zama en el norte de África (202 aC.), donde finalmente logró vencer al propio Aníbal, obligando a su enemigo a regresar a Cartago. El comandante cartaginés usó elefantes de guerra enfurecidos en un intento de pisotear a las legiones, pero el general romano simplemente ordenó a sus hombres abrir filas, permitiendo que las bestias pasaran casi sin causar bajas. Aníbal se vio forzado a firmar una tregua con Roma, poniendo fin a la Segunda Guerra Púnica tras 17 años de duración.
3. Lucio Cornelio Sila Félix (138-78 aC.) General y Cónsul de la República y Dictador de Roma.
A pesar de haber nacido en la pobreza, Sila ascendió dentro del ejército romano y se convirtió en un engranaje esencial en la victoria de la Guerra de Yugurta. Yugurta, jefe de los númidas, había desafiado el decreto romano dividiendo Numidia entre su familia. Roma tomó represalias, derrotándolo y enviándolo al exilio en Mauritania. Sila llegó a un acuerdo con el rey de Mauritania logrando un final sin sangre para la guerra. Sila fue alabado en el Senado. Posteriormente luchó junto a Cayo Mario contra los invasores invasores Cimbros y Teutones, antes de tomar posiciones políticas.
Sila se convirtió en el primer general en marchar sobre Roma, en respuesta a que Mario lo despojó de su mando. A pesar de que varios de sus comandantes se negaron a ir con él, logró sacar a Mario de la ciudad, aunque luego regresaría y asumiría el poder mientras Sila era enviado a una campaña en Asia.
En el año 82 aC., Sila marchó sobre Roma por segunda vez, logrando que el Senado lo nombrara Dictador, entregándole un poder casi ilimitado.
4. Cneo Pompeyo Magno (106-48 aC.) Líder político y militar de la República romana
Pompeyo “el Grande”, fue uno de los principales líderes durante las últimas décadas de la República Romana. Primero entró en la escena política reuniendo tropas para ayudar a Sila a “liberar” Roma de los Marianos en el 83 aC. Ayudando a derrotarlos, se ganó el sobrenombre de “el carnicero adolescente”.
En el año 67 aC., cuando los piratas amenazaron el suministro de grano a la capital, Pompeyo recibió el mando de 120.000 soldados y 500 barcos. Dividió el Mediterráneo en 12 sectores y resolvió el problema de la piratería en apenas tres meses.
Pompeyo formaría el primer triunvirato junto con Julio César y Craso, casándose con la hija de César, Julia, para afianzar su alianza. Sin embargo, cuando Julia murió en el 54 aC., se formó un abismo entre ambos que los llevó a la guerra. César triunfó y Pompeyo finalmente huyó a Egipto, donde fue asesinado a su llegada.
5. Cayo Julio César (100-44 aC.) Dictador de la República romana
Probablemente el más famoso de todos los generales romanos. Incluso su nombre “César”, se convirtió con el transcurso de los emperadores de nombre a título asociado al emperador.
Tras su conquista de la Galia, que extendió el territorio de Roma hasta el Canal de la Mancha y el Rin, se convirtió en el primer general romano en cruzar tanto el Rin, al construir un puente sobre el río, y el Canal de la Mancha, en donde llevó a cabo la primera invasión de la actual Gran Bretaña. Estos logros le otorgaron a César un poder militar sin igual, que amenazaba eclipsar a Pompeyo y su Senado. Pompeyo acusó a César de insubordinación y traición, y le ordenó que disolviera su ejército y regresara a Roma. César se negó y, en el año 49 aC., comandó su ejército en una guerra civil, en la que triunfó.
Como dictador en Roma, César revisó el calendario, comenzó la construcción de una basílica y emitió una nueva moneda. Fue asesinado en 44 aC., y su muerte precipitó el final de la República romana.
6. Marco Vipsanio Agripa (63-12 aC.) General y Cónsul del Imperio
Además de ser el principal asesor militar de Octavio, Agrippa era el general de la flota del Imperio Romano y responsable de la construcción del puerto de Portus Julius, clave para que la Armada de Roma pudiera defenderse eficazmente de la flota de Sexto Pompeyo. Agripa y Octaviano lucharon juntos tanto en batallas terrestres como navales por todo el Imperio, incluyendo Galia, Germanica y, probablemente, el Norte de África.
Agripa era conocido tanto por sus deberes cívicos como por sus hazañas militares. Fue responsable de coordinar las obras de reparación de los sistemas hidráulicos de Roma, renovar y extender el acueducto Aqua Marcia e introducir agua en nuevas partes de la ciudad. Cuando Augusto llegó al poder, Agripa continuó supervisando reparaciones de calles y edificios, así como organizando festivales para que los habitantes de Roma disfrutaran.
La famosa frase que Augusto dijo en su lecho de muerte: “Marmoream relinquo, quam latericiam accepi” (Me encontré en Roma una ciudad de ladrillos y la dejé como una ciudad de mármol). Muy probablemente no podría haber sido pronunciada sin el trabajo de Agripa.
7. Julio César Germánico (15 aC.-19 dC.) General y Cónsul del Imperio
El hijo de Druso, César siguió los pasos de su padre y se convirtió en uno de los generales más famosos de Roma. Lo nombraron comandante en Germania tras la muerte de Augusto. Tras sofocar una rebelión entre las ocho legiones que él mandó, marchó al Bosque de Teutoburgo.
En el año 16, las legiones mandadas por Julio César Germánico se enfrentaron a una alianza de tribus germánicas lideradas por el caudillo Arminio en la batalla de Idistaviso saliendo victoriosas. Para esta batalla, Germánico dispuso a los auxiliares como hostigadores en primera línea habiéndolos adiestrado previamente en la lucha cuerpo a cuerpo. Germánico se situó en el centro, respaldado por cuatro legiones y dos cohortes de la Guardia Pretoriana. En la tercera línea se colocaron mercenarios galos, cretenses e hispanos. Los germanos intentaron flanquearle por el bosque, pero Germánico lo sabía y apostó allí a toda su caballería, obteniendo una gran victoria.
Tras la victoria, Germania quedó sujeta al dominio romano, la derrota de Varo vengada, tres de las cuatro las águilas imperiales perdidas fueron recuperadas y los prisioneros romanos liberados. También enterró los huesos de los soldados romanos caídos en Teutoburgo (9 dC.), lo cual incrementó el prestigio y popularidad de Germánico, así como la envidia y la desconfianza de su padre adoptivo, el emperador Tiberio.
Movido por la envidia, Tiberio, lo envía a Siria, en donde se gana la enemistad de la familia del gobernador Calpurnio Pisón. Que, seguramente, reciben la orden de envenenar a Germánico. Gravemente enfermo por el veneno, se retira a Antioquía para morir rodeado de sus amigos y su familia.
8. Cneo Julio Agrícola (40-93 dC.) General del Imperio y Gobernador de Gran Bretaña
Agricola fue el general que conquistó Britania librando batallas por toda la isla. Además, como gobernador, ordenó la construcción de innumerables caminos y alrededor de 60 fuertes. Fue suegro del historiador Tácito, el cual dedicó una de sus obras a su biografía.
Después de ocupar el cargo en Roma, Agrícola fue enviado por el emperador Vespasiano para servir en Britania como Comandante. Luego se convirtió en Gobernador y recibió la orden de conquistar la totalidad de la isla, que realizó en 7 campañas. Al frente de su ejército al norte de Escocia, Agrícola estableció fuertes en gran parte de las tierras bajas e introdujo medidas de romanización, alentando a los nativos a construir ciudades siguiendo el modelo romano y educando a los hijos de la nobleza local a la manera romana.
También instruyó al prefecto de la flota en el norte de Gran Bretaña a navegar alrededor de la costa norte, confirmando por primera vez que Gran Bretaña era, de hecho, una isla.
Agricola fue retirado de Gran Bretaña en el año 85 dC, y se rumoreaba que el emperador Domiciano, para variar, estaba celoso de sus éxitos.
9. Marco Ulpio Trajano (53-117 dC.) Emperador romano
El primer emperador de origen hispano y el primero de origen “provincial”, es recordado como un exitoso soldado-emperador que presidió la mayor expansión militar de la historia romana.
Tras el desastroso reinado de Domiciano, plagado de conspiraciones, persecuciones y crueles asesinatos, incluido el del propio emperador, el Senado elevó al trono al anciano Nerva, quien antes de fallecer, había adoptado a Trajano como hijo y heredero concediéndole el título de emperador.
Trajano demostró su valía en las fronteras germanas. Fue un hombre modesto y autoritario, nunca quiso grandes estatuas ni monumentos en su honor. Tras su victoria en Dacia trajo a Roma miles de kilos de oro y plata como botín con los que construyó el famoso foro de la capital. Tras la ocupación del reino nabateo dio al Imperio romano la mayor extensión jamás alcanzada.
En el año 117, Trajano se vio obligado a retirarse de la frontera oriental y dirigirse a Roma por motivos de saludo, falleciendo en agosto de ese mismo año.
10. Marco Antonio (83-30 dC. ) Cónsul de la República romana
Considerado por muchos como el mejor general romano, incluso mejor de Julio César, Marco Antonio comenzó su carrera como oficial en Egipto. Entre el 54 y el 50 a.C., sirvió bajo el propio César, convirtiéndose en uno de sus hombres de confianza. Como resultado, tras el asesinato de Julio César, se convirtió en el líder de Roma, como hijo adoptivo de César.
El segundo triunvirato fue formado por Marco Antonio, Octavio y Lépido, con Marco Antonio tomando posesión de la mitad oriental del Imperio Romano, y Octavio la mayor parte del oeste.
Marco Antonio se casó con la hermana de Octavio, Octavia, pero más tarde tomó a Cleopatra, Reina de Egipto, como su amante y esposa. Esto resultó en la pérdida de la confianza de Roma y la excusa perfecta para que Octavio le declarase la guerra. Tras su derrota, él y Cleopatra se suicidaron.
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