La Primera Guerra Púnica tuvo a Sicilia, codiciada por sus recursos agrícolas y minerales, como campo de batalla principal. Esta isla era para Roma la continuación natural de su conquista de la Italia peninsular; pero durante tres siglos, los cartagineses habían estado compitiendo por el control de la misma contra los griegos.
El Senado de Roma era perfectamente consciente de que una intervención en Mesina violaría el tratado de amistad estipulado con Cartago en el 280 a.C. y hubiera sido una declaración de guerra, pero lo que estaba en juego, el control de una zona vital del Mediterráneo, hizo que les importase poco una guerra y se decidieron por aquella intervención. Aquello fue el inicio de la Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.), la primera de las tres guerras libradas entre la antigua Cartago y Roma por el control del Mediterráneo.
Antecedentes
Los romanos, entre el 390 y el 350 a. C., por una serie de conflictos, terminaron rozando el territorio colonial griego. Después de lo cual, las preocupaciones romanas eran los samnitas, griegos, etruscos y celtas con los que limitaban sus fronteras en expansión. Cartago y Sicilia no estaban en la mente romana.
Los cartagineses, por su parte, estaban expandiéndose por Sicilia isla en la cual tenían numerosos enclaves los griegos. Debido a esto, y a la presión de los romanos al norte (Magna Grecia), las colonias griegas enviaron enviados a la patria, pidiendo ayuda.
Pirro de Epiro, el mejor general de Grecia, respondió a la petición de auxilio y dirigió una guerra de cinco años que finalmente perdió. Así, los romanos ocuparon el sur de Italia (La Magna Grecia) y Cartago extendió su influencia sobre Sicilia, zona donde Roma no tenía intereses… en inicio.
Roma era una gran potencia terrestre. Cartago era una gran potencia marítima. Ambos tenían perspectivas expansionistas y será Roma la que supo aprovechar la situación.
Las causas de la Primera Guerra Púnica
En el 288 a.C. los mamertinos, un grupo de mercenarios de Campania, tomaron posesión de la ciudad de Mesina. En 269 a.C. Gerone, el tirano de Siracusa, intervino contra ellos. Estos pidieron ayuda a los cartagineses, quienes enviaron una flota. Pero tan pronto como los siracusanos se retiraron, los mamertinos se encontraron viviendo con una opresiva presencia cartaginesa. Hicieron una nueva solicitud de ayuda, esta vez a Roma, que también la aceptó.
Primera fase de la Primera Guerra Púnica: guerra en tierra
La Primera Guerra Púnica (los romanos llamaron a los cartagineses “punĭcus” término que deriva del griego Φοίνικες, phoínikes. Básicamente es la misma palabra que “fenicio”, en referencia a los orígenes fenicios del pueblo cartaginés) comenzó en el 264 a. C.
Roma ocupó Mesina y los cartagineses se retiraron de la zona del estrecho; luego Siracusa, que se había aliado con Cartago, se vio obligada a rendirse; siguieron las conquistas de Agrigento (262 a.C.) y la Sicilia occidental cartaginesa.
Posteriormente el conflicto se estancó, porque los romanos se encontraban atrapados en asedios inconclusos sobre las fortalezas cartaginesas -Palermo, Erice, Drepano (Trapani), Lilibeo (Marsala)- inexpugnables debido a los suministros que recibían por mar desde África. Entonces quedó claro que sería imposible expulsar a los cartagineses de la isla mientras mantuvieran el dominio sobre el mar.
La segunda fase de la Primera Guerra Púnica: guerra en el mar
Roma tomó la decisión, ciertamente revolucionaria y valiente para un pueblo de pastores-campesinos, de enfrentarse a Cartago donde era más fuerte, en el mar. Construyó una poderosa flota de guerra y equipó sus buques de guerra con un “corvus“. El corvus era una especie de pasarela que permitía a los legionarios enganchar las naves enemigas y abordarlas para enfrentarse a los cartagineses luchando mano a mano, como en tierra.
Se suele decir que, para construir esta nueva flota, Roma utilizó tanto los conocimientos etruscos sobre navegación así como un quinquerreme cartaginés naufragado como modelo para sus barcos. Los romanos decidieron convertirse en una potencia marítima, con resultados catastróficos. Decenas de miles, si no cientos de miles de marineros sin experiencia, morirán ahogados durante la Primera Guerra Púnica.
Una flota de 120 barcos bajo el mando del cónsul Cayo Duilio obtuvo en el 260 a.C. una importante victoria cerca del actual Milazzo (Batalla de Milas). Pero en tan poco tiempo, Roma no fue capaz de adiestrar buenos marinos y sufrió varias derrotas, a menudo provocadas por naufragios e inexperiencia. Sin embargo, la victoria final en la Primera Guerra Púnica no vendría de las operaciones terrestres, el mar era la clave.
En el 256 a.C. después de otro éxito en el mar en Cabo Ecnomo, en el extremo sur de Sicilia, una fuerza expedicionaria dirigida por el cónsul Marco Atilio Régulo desembarcó en la costa africana capturando la ciudad de Aspis (Clypea) y estableciendo allí una base de operaciones en tierras púnicas.
Desde allí organizaron expediciones de saqueo y asedios a varias poblaciones cartaginesas obteniendo grandes botines. Pero un ejército al mando del mercenario espartano Jantipo (Santipoo) marchó con 4,000 jinetes y 100 elefantes aplastando a 30,000 legionarios en los llanos del río Bagradas, capturando Régulo.
Roma trató de rescatar a los supervivientes (unos 2,000) que pudieron refugiarse en varios puntos de la zona, pero a su regreso, una tempestad destrozó los barcos romanos sobreviviendo 80 soldados de todo el contingente enviado. Con este desastre Roma finaliza su asalto africano.
La Primera Guerra Púnica continuó durante otros 13 años. En el 249 a.C., Cartago, envió al general Amilcar Barca, padre de los conocidos Aníbal, Asdrúbal Barca, Magón Barca y Salammbô (único nombre conocido de una de sus tres hijas) a Sicilia estando al frente del ejército Cartagines durante una sucesión de enfrentamientos cotra los romanos, hasta la victoria de la flota romana obtenida por Quinto Lutazio Catulo en las islas Egadas, el 10 de marzo del 241 a.C.
Luego esta decisiva victoria, Cátulo conquistó Lilibea, haciendo retroceder a Amílcar y a su ejército hasta las pocas fortificaciones cartaginesas. Sin recursos para construir una nueva flota o para reforzar las tropas terrestres, Cartago admitió su derrota y firmó un tratado de paz con Roma, dando conclusión así a la primera guerra púnica.
Las condiciones de paz infligidas a los cartagineses
Los cartagineses tuvieron que aceptar duras condiciones de paz:
- La liberación de todos los prisioneros.
- El pago de una fuerte indemnización de guerra.
- La renuncia total a Sicilia.
Aparte de unas pocas ciudades, como Siracusa y Messina, que obtuvieron el estatus de aliados de Roma, Sicilia se convirtió en la primera Provincia Romana, es decir, el primer territorio conquistado fuera de la península italiana y gobernado por un magistrado romano.
Evidentemente, el enfrentamiento entre Roma y Cartago solo acababa de comenzar…
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