El 13 de diciembre de 1815, el emperador Francisco I de Austria emitió un comunicado a la Nación Veneciana:
El miércoles 13 está destinado por Su Majestad, Nuestro Muy Augusto Soberano, a dar a la nación veneciana el testimonio más generoso de su afecto paterno, al traer de vuelta un precioso monumento de su antigua gloria (…)
los cuatro célebres caballos que existieron sobre la Iglesia de San Marcos, recordando las glorias de Enrico Dandolo, y que fueron sustraídos al honor nacional en un tiempo no muy lejano.
Venecia formaba parte en aquellos tiempos del Imperio austriaco, una serie de posesiones territoriales en manos de los Habsburgo entre las que, aparte de los propios territorios austriacos, estaban los reinos de Hungría, Bohemia y Dalmacia, los ducados de Salzburgo y Bucovina, las provincias italianas de Lombardía y Venecia, las regiones de Galitzia y Cracovia.
¿Qué había ocurrido con los famosos caballos de San Marcos?
Sencillo, aquellos cuatro afamados caballos bronceados habían sido robados por las tropas de Napoleón (entre otras cosas) el 13 de diciembre de 1797 y trasladados a París durante el año siguiente. Inicialmente fueron colocados en las Tullerías y luego se trasladaron al arco triunfal de la Place du Carrousel siendo colocados en el arco que, siguiendo el modelo del Arco de Constantino en Roma, habían construido los arquitectos Pierre-François-Léonard Fontaine y Charles Percier, una de las parejas más famosas (aparecen a menudo citados como Percier y Fontaine) de arquitectos que trabajaron para Napoleón.
Cuando en 1815 los enemigos de Napoleón ocupan París, desmontan los bajorrelieves del arco, devuelven los caballos a los venecianos y destruyen el carro que habían construido para crear el conjunto. Casi 18 años habían pasado los caballos en Francia.
En 1820 los bajorrelieves del arco se restauran y se vuelven a montar y, hacia 1828, el rey Carlos X ordena la instalación de una copia de la cuadriga, esta vez conducida por una alegoría de la Restauración de la monarquía. Y así se conserva a día de hoy.
Hay que saber que la participación del gran escultor Antonio Canova fue fundamental, puesto que fue el encargado de dirigir la comisión veneciana que reclamó los caballos y otras piezas patrimoniales sustraídas por los franceses y las reubicó en sus lugares de origen, dentro de Venecia.
¿Cómo llegaron estos caballos a Venecia?
El 12 de abril de 1204, el estandarte de San Marcos ondeaba sobre Constantinopla. Las milicias venecianas, dirigidas por el dogo Enrico Dandolo, escalaron las murallas y tomaron 25 torres de la franja marítima, penetrando victoriosamente en la capital del Imperio de Oriente durante el asedio cruzado a la ciudad, producido por el impago de la cantidad acordada entre el emperador bizantino y las huestes cruzadas en el transcurso de la Cuarta Cruzada.
Mientras los aliados de la República de Venecia se abandonan a la destrucción y al saqueo, los venecianos se preocupan por “salvar” de la destrucción varias obras de arte que más tarde serán llevadas como trofeos, entre ellas cuatro caballos de cobre dorado ubicados en el hipódromo de la ciudad, que serían colocados sobre la fachada de la Basílica de San Marcos en la segunda mitad de aquel siglo.
Estos caballos eran copias de originales griegos de bronce dorado del siglo IV a.C. que procedían del Templo del Sol de Corinto.
¿Dónde están los caballos en la actualidad?
Como se puede apreciar en la fotografía que acompaña este artículo, los caballos originales ya no están sobre la fachada de la basílica veneciana, si no en su museo.
Hoy en día ocupa la fachada una réplica creada en 1980 para salvar de la intemperie a estas joyas de la antigüedad.
Y si van a Venecia, recuerden, hay mucho más que ver en los alrededores… Incluso a 1 hora en coche se puede visitar la espectacular fortaleza de Palmanova, ya casi en la frontera con Eslovenia.
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