El 11 de mayo del año 330, el emperador Constantino dio una nueva capital al Imperio Romano bajo el nombre oficial de Nova Roma. Tras la muerte de su fundador, la ciudad llevará su nombre. Y será bajo ese nombre, Constantinopolis o Constantinopla, por el que se conocerá ese lugar en la historia.
Antes de Constantinopla: Un Imperio ingobernable
El Imperio Romano había alcanzado sus mayores dimensiones durante el siglo anterior, era ya ingobernable y resistía a duras penas la presión de los bárbaros en las fronteras. En el año 284 d.C. ante la necesidad de regular ese caos, Diocleciano establece “la tetrarquía“, —pasando antes por la diarquía— un sistema de gobierno político-militar que repartía la responsabilidad del Imperio entre dos Augustos que nombraban simultáneamente a sus dos Césares, que tras 20 años pasarían a ser Augustos.
El Imperio quedaba así bajo el mando de dos Césares y dos Augustos. Los Augustos se encargaban de la defensa del Imperio y los Césares (investidos de imperium y diadema) los ayudaban y reemplazaban en caso de impedimento o muerte.
Diocleciano, como creador del sistema, se quedó para sí una “especie” de poder supremo por encima de los demás, se hacía llamar Augusto Senior. Durante el reinado del emperador Diocleciano también se concluyeron las obras de reconstrucción y refuerzo de los fuertes de la frontera de la parte alta del Rin, Egipto y los de la frontera con Persia.
La tetrarquía romana
Al inicios del siglo IV, el Imperio estaba gobernado por una tetrarquía: dos augustos, Diocleciano y Maximiano, y dos césares, Constancio Cloro (padre de Constantino) y Galerio (padre de Majencio).
El año 305 marcó el final de la primera tetrarquía con la “jubilación” de los dos augustos Diocleciano y Maximiano. De esta forma los dos Césares ascendieron a la categoría de Augusto y dos oficiales fueron nombrados nuevos Césares. La segunda tetrarquía quedaba así formada: Constancio Cloro y Severo II, como augusto y césar respectivamente, en occidente y Galerio y Maximino Daya en la parte oriental del imperio.
Constancio Cloro enfermó durante una campaña contra los pictos en Caledonia, muriendo el 25 de julio de 306. Su hijo Constantino, que se encontraba junto a él en Eboracum (actual ciudad de York) será aclamado Augusto por su general Chroco, de ascendencia germánica, y las tropas leales a su padre, lo que fue aceptado rápidamente en Britania y Galia.
Las guerras por el poder
Simultáneamente, el César occidental Severo II, era proclamado Augusto por Galerio. Ese mismo año el pueblo de Roma nombra Imperator a Majencio, hijo del anterior tetrarca Maximiano, extendiendo su poder al Norte de África, Italia central y meridional, las islas de Córcega, Cerdeña y Sicilia. Reclamando para sí el título de Augusto que tenía Severo.
Comienza así un período de 20 años de conflictos que culminará con la derrota, por parte de Constantino, de Majencio en Roma —el 28 de octubre de 312. Y luego contra el líder de la parte oriental del imperio, Licinio, que será derrotado el 3 de julio del año 324 cerca de Adrianópolis.
Constantino busca nueva capital
Después de haber restablecido la unidad del imperio bajo su poder, el victorioso Constantino se trasladó a Nicomedia (actualmente Izmit, en el Golfo del mismo nombre, en el Mar de Mármara) buscando un lugar para una nueva capital.
Pone los ojos sobre una ciudad fundada hace más de mil años, en el 667 a.C., por colonos de Megara en el estrecho que separa Europa de Asia.
La ciudad está situada sobre un promontorio a la entrada del Bósforo, cerca de un estrecho canal que se abre al mar Negro (Ponto en griego) por el norte y al Mar de Mármara al sur. Mar que conduce al mar Egeo y al Mediterráneo atravesando los Dardanelos (el Helesponto, los antiguos griegos). Era Bizancio, una acertada elección. Quedaba fijada la futura Constantinopla en el mapa.
Constantinopla se edifica sobre Bizancio
Una nueva capital con vistas al mar de Mármara y al Bósforo; una capital situada cerca de las fronteras del Danubio y del Éufrates, entre Europa y Asia, en el corazón de la antigua civilización helénica.
Los nuevos límites de la ciudad fueron definidos mediante un arado y al terminar, miles de obreros se pusieron a levantar las nuevas murallas. La leyenda cuenta que Constantino tuvo una nueva visión divina, según la cual un ángel habría sido el que le reveló el trazado de esos muros.
Esta nueva ciudad surgida de Bizancio no recibiría ninguna dedicación a ningún dios ni se realizó sacrificio alguno a la fortuna, ya que el cristianismo había sido —según la famosa visión de Constantino en Milvio— la religión que lo había puesto en el poder. La ciudad se puso pues bajo la protección de la Vera Cruz, la vara de Moisés y otras reliquias sagradas.
La Nueva “Roma”
La Nueva Roma quedó prácticamente desprovista de templos paganos, las estatuas de los antiguos dioses fueron retiradas o “asimiladas” a la nueva fe y se dedicó casi en exclusiva al cristianismo. Esto hizo que sus vecinos persas, que habían tolerado con normalidad a los cristianos, decidieran comenzar a perseguirlos al identificarlos con sus enemigos romanos.
Con la confluencia de la sabiduría griega y latina, la ciudad se desarrolló rápidamente superando a Roma. En el año 395, con la división del Imperio Romano entre un Imperio de Oriente y otro de Occidente, se convirtió en la capital de Oriente. Su población alcanzará un millón de habitantes en su apogeo dos siglos más tarde, durante el reinado del emperador Justiniano, por lo que fue una de las principales metrópolis de su tiempo.
La basílica de Santa Sofía en Constantinopla
En 27 de de diciembre del año 537, será Justiniano el que dio a la ciudad su joya: la basílica de Santa Sofía (Hagia Sophia o la Santa Sabiduría como la siguen llamando los turcos). Con el emperador Heraclio, Constantinopla, abandonó sus lazos latinos y profundizó en sus raíces griegas. De ahí que esta era del Imperio Romano tomara el nombre de “Imperio Bizantino” en la Historiografía actual, en referencia al nombre griego de la ciudad.
Tras mil años de historia, el Imperio Bizantino, dio paso al Imperio Otomano entre el 7 de abril y el 29 de mayo de 1453; fechas del asedio y caída de la ciudad. Constantinopla se convirtió en la capital de un nuevo Imperio bajo el nombre de Estambul.
Descubre más desde El Reto Histórico
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
2 comentarios