En primer lugar, permítaseme la licencia de llamarle Leonardo “Da Santander“, con el fin de llamar la atención sobre un santanderino, que quizás sus apellidos no suenen tan estéticos como los del Leonardo renacentista, pero que igual que aquel, fue un hombre adelantado a su tiempo, un hábil pensador y un sabio académico.
Estamos hablando de Leonardo Torres Quevedo, nacido en Sta Cruz de Iguña (Molledo, Antigua provincia de Santander) en 1852 (f.1939). Ingeniero de profesión, no necesitando el ejercicio de su carrera para vivir, pudo dedicarse a sus inventos, con lo que logró gran notoriedad en el mundo científico español y extranjero. Exponemos aquí su legado, algunos inventos todavía en funcionamiento como veréis.
Globo militar AT
Desarrolló una variante del dirigible, solucionando los problemas que tenían los zepelines alemanes. Fueron conocidos como los “AT”, eran los “Astra-Torres”, y fueron adquiridos por Francia e Inglaterra desde inicios del siglo XX. Muchos serían utilizados en la Primera Guerra Mundial.
Transbordadores públicos
Construyó el primer transbordador apto para el transporte público de personas, en el Monte Ulía en San Sebastián, hoy desaparecido, y que fue precedente del Niágara Spanish Aerocar.
El funicular que diseñó para los americanos -construido por J. Enoc Thompson entre 1913-1916- atraviesa las cataratas del Niágara,y lleva el nombre de Niágara Spanish Aerocar. Sigue en funcionamiento desde su apertura al público en 1916, está de centenario este año precisamente.
El Autómata ajedrecista
Es considerado, por muchos, el primer juego por computadora de la historia.
Lo construyó en 1912 y fue una de las estrellas de la Feria de 1914 de París en donde su dispositivo alcanzó renombre internacional apareciendo en importantes revistas científicas de la época, como la Scientific American.
Utilizaba electroimanes bajo el tablero, no era muy preciso a causa de la sencillez de su algoritmo, pero solía lograr victoria en el 95% de las partidas.
Máquinas de cálculo
Una de ellas se conoció como “El husillo sin fin“, esta máquina que semejaba una de coser, solucionaba mecánicamente operaciones logarítmicas.
El husillo es, justamente, el aparato que aparece en el cuadro que le pintó Joaquín Sorolla.
Otra a destacar es el Aritmómetro Electromecánico, la primera calculadora digital de la historia, que construyó en 1920. Utilizaba la tecnología de relés y circuitería lógica, aunque seguía siendo un artilugio mecánico. Su funcionamiento consistía en que se escribían los datos de la operación en una máquina de escribir, esta transmitía todo eléctricamente a la máquia y, esta, respondía con un “=” y seguido del resultado de la operación.
El primer “Wireles”
El “telekino” se creó como dispositivo que utilizaba ondas electromagnéticas para actuar sobre los sistemas de telegrafía, es decir, es una especie de “ordenador” que recibe señales Morse y las ejecuta, todo ello sin hilos -osea Wireles (Wireless en inglés, que significa inalábrico o sin cables).
Se probó en un triciclo en el famoso frontón Beti-Jai de Madrid en 1904, también en una embarcación en la ría del Nervión y en las mismísima Casa de Campo, en uno de los botes del lago en 1905. Todas ellas con resultados satisfactorios, al igual que fue satisfactoria la demostración que le hizo a Alfonso XIII en Bilbao.
Pero las autoridades españolas, siempre (por lo que refleja la historia, recordemos que también le pasó a Peral) recelosas de estos avances civiles, impidieron que se hicieran pruebas en balística (torpedos teledirigidos) o dirigibles no tripulados… quizás no le hubiera faltado mucho para crear los primeros drones, si le hubieran dejado, claro.
Con el telekino introdujo algo básico en la tecnología de nuestra era: el mando a distancia.
Como académico
En 1907, el Gobierno lo nombra director del Laboratorio de Mecánica Aplicada; según dicen, un nombramiento tardío que llegó después de un grandísimo reconocimiento internacional de sus creaciones.
Fue miembro de la sección de Mecánica de la Academia de Ciencias de París. Fue también presidente de la Sociedad Matemática Española. Presidió la Academia de Ciencias de Madrid y fue miembro de la Real Academia de la Lengua Española,en el sillón que había ocupado Pérez Galdós. También cabe reseñar que rechazó ser ministro de Fomento en 1918.
Leonardo Torres Quevedo, alguien a quien no olvidar
Tras este pequeño repaso a algunos de sus más destacados inventos, seguramente será ya difícil olvidar este nombre y cuando alguien os pregunte (porque a mi me ha pasado y de ahí este artículo):
—¿Por qué se llama esta plaza/calle Torres Quevedo? ¿Quién fue?
Podías responder que: —Torres Quevedo es uno de los precursores de la Cibernética
O algo más sencillo: —Sin Torres Quevedo tal vez (siempre con permiso del gran Tesla) no podrías cambiar la televisión desde el sofá, conectarte al wifi de tu casa o llevar calculadora al examen…
Fuentes:
Biografía Torres Quevedo (csic)
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En Bilbao tiene una avenida, junto a la Escuela de Ingenieros