Llamado «El Diablo Negro» de Francia, Thomas-Alexandre Dumas, se enfrentó en una ocasión él solo contra un escuadrón de caballería austríaco entero, saliendo prácticamente ileso.
El general Thomas-Alexandre Dumas estaba cubriendo la retirada de sus 30 dragones, e infantería ligera, a través de un puente en la aldea italiana de Klausen cuando su caballo fue derribado.
Con su ayudante campo gravemente herido, Dumas, se encontró solo en un estrecho puente mientras un escuadrón de caballería austríaco se acercaba. Utilizando su caballo muerto como barricada, y armado solo con su espada, se puso en pie y se enfrentó a lo que se le venía encima. Luchó contra el escuadrón sin ayuda de nadie.
Cuando finalmente llegaron sus refuerzos, lo que hizo que los austríacos huyeran, se quedaron atónitos ante la escena que tenían ante ellos. Dumas había matado a 8 soldados y, al ver que se retiraban por la llegada de los refuerzos franceses, cogió un caballo y hostigó su retirada.
Era 1797, Alex Dumas era ya general de división en el ejército francés, que participaba en las campañas italianas. Comandado por el advenedizo Napoleón Bonaparte, el ejército francés intentaba derrotar a los austríacos, que eran parte de una coalición de monarcas decididos a destruir la Revolución Francesa antes de que pudiera extenderse al resto del mundo.
Dumas, hijo de un noble francés blanco y una esclava africana —del que os sonará su apellido porque fue el padre del famoso escritor Alexandre Dumas— fue el primer general negro de Francia.
Nacido en la actual Haití, como Thomas-Alexandre Davy de la Pailleterie. Se mudó a Francia cuando era un adolescente con su padre y más tarde se alistó en el ejército como soldado, unos años antes de que estallara la Revolución, utilizando el apellido de su madre (Dumas) y firmando como Alexandre Dumas.
“Dumas puede no haber sido un estratega o táctico brillante, como lo fue Napoleón Bonaparte, pero era capaz, inteligente, enérgico y ambicioso“, escribió su biógrafo John G. Gallaher. “De no haber sido por la Revolución, probablemente habría terminado su carrera militar como sargento en lugar de general”.
Otra cosa curiosa de este general es que, sus compañeros, aseguraban que tenía una fuerza casi sobrehumana.
Para entretener a sus amigos, a veces colocaba cuatro dedos en los cañones de cuatro mosquetes y los levantaba perpendicularmente al suelo hasta levantar el brazo por completo. Cuando era niño, también se decía que había levantado a su caballo del suelo agarrándose a una viga de un granero y cogiendo al caballo con sus piernas.
Dumas era tan excelente en el combate cuerpo a cuerpo y tenía tan “mala fama” entre sus enemigos que comenzaron a llamarlo “El Diablo Negro”. Fue esta fortaleza la que ayudó a Dumas ese día en el puente de Klausen.
“Me quedé sin palabras“, dijo el ayudante de campo de Dumas, Paul Ferdinand Stanislas Dermoncourt, que había caído herido a su lado. “El general había matado a siete u ocho hombres, e hirió al doble”.
Cuando finalmente llegaron los refuerzos de Dumas, a pesar de haber recibido varios sablazos, saltó sobre un caballo y comenzó a perseguir a los austríacos.
Por sus acciones heroicas, Bonaparte escribió más tarde al Directorio (uno de los muchos gobiernos franceses que vinieron y se fueron tras la Revolución) alabando a Dumas:
“El general Dumas … ha matado con su propia mano a muchos soldados de caballería enemigos. El general defendió durante muchos minutos un puente él solo contra la caballería enemiga que intentaba cruzar el río. Al hacerlo, pudo retrasar el avance enemigo hasta que llegaron los refuerzos”.
Bonaparte se refirió a él en algunos escritos como el “Hércules del Tirol”.
Pero la relación entre Dumas y Bonaparte no acabó bien. Mientras estaban en Egipto, años más tarde, Dumas criticó a Bonaparte por aquella invasión, e incluso solicitó regresar a casa de inmediato, lo que disgustó mucho al futuro emperador. Años antes también se había negado a participar en el sofocamiento de una rebelión de esclavos en Haiti. La frase que dijo al corso lo sentenció: “…por la gloria y el honor de la patria, yo daría la vuelta al mundo, pero si solo se tratara de un capricho suyo, no daría un solo paso…”
Mientras navegaba hacia su casa, Dumas fue capturado y encarcelado, no se sabe si por orden de Bonaparte o por haber acabado con su barco en Nápoles, entonces territorio enemigo. Sea como fuere, “El Diablo Negro”, languideció en una celda durante casi dos años antes de ser liberado. Aquel encarcelamiento destruyó la salud de Dumas, muriendo poco después.
En febrero de 1906, cien años más tarde de su muerte, se erigió una estatua en su honor en París. La estatua era obra de Alphonse Perrin de Moncel. En su inauguración se dijo que el general que fue el más grande de los Dumas, que arriesgó su vida y que murió pobre y que tal existencia es una obra maestra con la que nada se puede comparar.
La estatua fue destruida por los colaboracionistas de los nazis justo antes de la visita de Hitler a París, en el invierno de 1941 y nunca se restauró ni repuso.
El 4 de abril de 2009, se inauguró un nuevo monumento en su honor, en la ubicación donde había estado antes: la Plaza del General Catroux. Pero poco tiene que ver con el anterior. Su nombre figura en el muro sur del Arco del Triunfo.
Fuentes:
Dumas, Alexandre (1891) Las memorias de Alexandre Dumas padre
Web general-dumas.com
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