Esta es una de esas pequeñas, pero grandes historias que los marinos van contando de generación en generación como chascarrillo de cantina o camareta. La historia de un soldado al que calificaron de “loco” que no se acobardó ante lo que el destino le tenía preparado.
Pedro Téllez-Girón y Velasco, por Bartolomé González y Serrano (1615).
La salida de la flota española
Todo sucedió tras conocer la salida de Constantinopla de un contingente enemigo compuesto por 12 galeras al mando del corsario de origen calabrés llamado Arzán. El duque de Osuna (por entonces Pedro Téllez-Girón y Velasco Guzmán y Tovar) se apresuró a armar una pequeña flota con el fin de interceptarlos. Logró pertrechar 8 galeras a las que se le sumaron 2 más de la Orden de Malta. 10 en total.
A pesar de las prisas de Osuna por salir su escuadra a la mar, los turcos lograron asaltar dos naves genovesas con mercancía de gran valor, pero el día 2 de septiembre de 1616 consiguieron finalmente ver la agrupación turca por la proa.
Es la mañana del día 3 cuando las alcanzan y entablan combate haciéndolas retroceder tras un intenso intercambio de disparos. La noche la pasan en calma recuperándose los heridos y es a la mañana siguiente cuando ocurre el choque definitivo.
La hazaña de Francisco Roel
Cuentan las crónicas de aquella batalla que, tras alcanzar una galera española la capitana turca, el soldado español Francisco Roel, armado con su espada y rodela, saltó el primero sobre su cubierta, con tal mala suerte que un golpe de mar impidió que el resto de la infantería embarcada pudiera seguirlo. Se quedó sólo sobre la cubierta del buque principal de aquella flota enemiga, pero no se acobardó. Era un soldado español y se lanzó a por todos.
Aguantó el tipo largo rato, combatiendo en solitario contra todos los de la galera hasta que sus compañeros lograron acudir en su auxilio. En su gloriosa hazaña recibió numerosas heridas pero permaneció en pie hasta que vio entrar en la galera enemiga a sus hermanos de armas, los cuales lucharon valerosamente hasta acorralar a sus defensores en el castillo de popa, donde mataron al renegado Arzán logrando la rendición de sus hombres y de la embarcación.
El final del combate
El capitán de la galera cristiana, Iñigo Zapata, resultó mal herido en un brazo. En aquella jornada los españoles apresaron cuatro galeras turcas, en las que se encontraba el botín genovés casualmente, huyendo las demás con grandes pérdidas y heridos.
Sobre Roel poco más se supo, los cronistas presentes de la Orden de Malta mencionaron su hazaña y añadieron que murió poco después de llegar sus compañeros; otros, más positivos, afirman que logró volver a España a recuperarse de aquellas heridas. Sea como fuere su hazaña permanece (y debe de recordarse) en la memoria de nuestras armas.
