Conozcamos la historia a través de un desconocido…
De Tiziano a Felipe IV, pasando por el príncipe Ludovisi.
Lo primero que nos llama la atención es esa cruz, símbolo de la Orden de Malta. Este retrato, realizado por Tiziano, fue regalado a Felipe IV (1606-1665) por el príncipe Ludovisi, hijo del comandante en jefe del ejército pontificio bajo el papa Gregorio XV.
Niccolò Ludovisi contrajo segundas nupcias con la heredera del pequeño principado toscano de Piombino, Polissena de Mendoza. Cuando su mujer falleció en 1634 el pequeño principado pasó a la titularidad del rey de España que le reconoció como nuevo príncipe por el módico precio de 1 millón de francos.
Niccolò Ludovisi permanecería al servicio de España desempeñando cargos como virrey de Aragón (1660-1662) y de Cerdeña hasta su muerte en 1664.
La Cruz de Malta
El retrato corresponde a un caballero de la Orden de Malta, emblema que luce orgulloso en su pecho como hemos dicho antes.
La Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, más conocida como la Orden de Malta (a partir de 1530), es una orden religiosa católica fundada por comerciantes italianos, originarios de la costa amalfitana, en el siglo XI en el Jerusalén de las cruzadas. Desarrolló acciones militares contra ejércitos musulmanes y ejerció una labor de atención hospitalaria.
La itinerancia de la Orden de Malta
En el siglo XVI, época a la que pertenece el cuadro, sucedieron diferentes episodios importantes en la historia de la Orden. Los Caballeros fueron expulsados de la isla de Rodas a finales de 1522 por el Sultán otomano Solimán el Magnífico, isla que habitaban desde 1309.
Tras su expulsión y vagar por Europa sin encontrar un lugar para su sede, la Orden recibió (en 1530) de manos del mismísimo emperador Carlos I, con el visto bueno del Papa Clemente VII, la isla de Malta, Gozo, Comino y Trípoli a cambio de un pago simbólico anual, consistente en un halcón, que se enviaría al Virrey de Sicilia y una misa a celebrar el Día de Todos Los Santos.
Desde estas posiciones defendieron el mediterráneo de la amenaza otomana. El apoyo católico no libró, sino que agravó, a la Orden de San Juan (ya de Malta) de sufrir una profunda crisis al perder posesiones y Prioratos al norte de Europa, debido a las reformas protestantes, así como la disolución de la “Lengua” (subdivisión organizativa de la Orden) de Inglaterra.
Gran Sitio de Malta
Poco tardaría la Orden en demostrar su valía en el mediterráneo, ya que en 1565 sufrirían el conocido “Gran sitio de Malta” en el que una horda de unos 40,000 turcos otomanos intentaron tomar la isla custodiada por 540 caballeros de la Orden repartidos en varios fuertes alrededor de la isla, a estos hombres se sumaban unos 1,000 soldados españoles y cerca de 7,000 hombres malteses y voluntarios.
Costó mucho defender la isla, incluso llegó a caer el Fuerte de San Telmo. Jean Parisot de La Valette, caballero de la Lengua de la Provenza, era el Gran Maestre por entonces y consiguió resistir el asedio hasta la llegada de los refuerzos españoles prometidos por el Virrey de Sicilia, el Marqués de Villafranca, el gran García de Toledo Osorio, experto navegante que había servido con Andrea Doria y en 1544 había derrotado al pirata Barbarroja.
Refuerzos de unos 10.000 hombres que tardaron meses en llegar, en los cuales tuvieron que resistir heroicamente en la desmedida batalla, y que liberaron la isla del asedio.
La mayor parte de los fuertes habían quedado arrasados y el Gran Maestre La Valette barajó la posibilidad de abandonar la isla e instalarse en algún otro puerto de Sicilia, pero la gratitud de los reinos cristianos para con la heroica gesta de la Orden se manifestó en forma de dinero.
Las ciudades más castigadas (Birgu, Senglea y Kalkara) pasaron a llamarse Invicta, Vittoriosa y Cospicua (Ilustre). Se reforzaron las defensas de la isla e incluso se construyó una nueva ciudad fuertemente fortificada llamada Ciudad de La Valette en honor al Gran Maestre.
Uno de los más grandes gestos de agradecimiento se produjo en 1566 cuando Felipe II envió una espada y una daga forjadas en Toledo con la leyenda latina:
«PLVS QVAM VALOR VALETTA VALET» («Más que el mismo valor vale Valetta»)
El Reloj que pintó Tiziano
Bien puede ser una metáfora sobre el paso del tiempo y la fugacidad de la vida… o bien puede darnos una pista sobre el personaje representado. He leído textos sobre si el retrato pertenece a un ingeniero/relojero de la corte de Carlos V, y luego de Felipe II, Juanelo Turriano (Giovanni Torriani).
Juanelo Turriano construyó el famoso Cristalino, reloj astronómico capaz de indicar la posición de los astros. Se podría decir también que lo que vemos en la imagen tiene bastante que ver con un reloj astronómico, como una versión en miniatura del reloj astronómico de la Plaza de San Marcos de Venecia (Torre dell Orologio, 1499).
Como ingeniero desarrolló una máquina hidráulica capaz de subir el agua a Toledo desde el río Tajo, conocida como el Ingenio de Toledo, hasta la altura del Alcázar.
En Toledo residió e ideó un autómata de madera, llamado el Hombre de palo (una calle de la ciudad lo recuerda). Además inventó máquinas voladoras y armamento de repetición automático.
¿Parecidos razonables?
Aparte del citado ingeniero Juanelo Turriano, existen algunas otras tesis acerca de la identidad del misterioso caballero…
Otra hipótesis que se baraja es que el retrato represente al Gran Maestre Juan de Homedes y Coscón (c. 1477 – 1553), nacido en Zaragoza. Barajando la posibilidad de que Tiziano lo retratara en sus “mejores años” por deseo explícito del mismo Maestre. Esta teoría es defendida por Carmen de Aréchaga y Rodríguez-Pascual, directora del Archivo Histórico de Malta.
Y entre hipótesis e hipótesis este caballero sigue siendo un desconocido, pero claro está que hasta un desconocido tiene mucha historia que contarnos.
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