Como es tradición, cada vez que nos juntamos con nuestros amigos del programa “Es la Mañana de Fin de Semana” de EsRadio, recordamos algunas de las efemérides, conocidas y otras no tanto, que salpican nuestra Historia. En esta ocasión, siendo 19 de octubre, nos ha tocado hablar del desastre ocurrido en 1562 en la costa de Granada… un trágico suceso en el que se perdieron 25 galeras, la vida de 5000 personas y estuvo a punto de caer la defensa africana del Mediterráneo; pese a todo, un hecho histórico muy poco conocido.
🌊🎙️ ¡Hoy en @findesradio, viajamos al pasado para explorar el trágico naufragio de La Herradura de 1562!
Descubre cómo la furia del mar cambió el curso de la historia naval española.No te lo pierdas, a eso de las 12:00. #HistoriaNaval #LaHerradura1562 📻⚓️ pic.twitter.com/J9xNXKLFvG
— Reto Histórico / (@RetoHistorico) October 19, 2024
El 19 de octubre de 1562, las costas de Granada fueron testigo de uno de los desastres navales más devastadores de la historia de España: el naufragio de La Herradura. Este episodio marcó profundamente la historia naval del país, no solo por las pérdidas humanas y materiales, sino por el impacto estratégico que tuvo en un momento en que el control del Mediterráneo era vital para la defensa del imperio español. A lo largo de los siglos, este triste acontecimiento ha sido conmemorado y recordado de diversas formas, desde estudios históricos hasta representaciones artísticas, consolidando su lugar en la memoria colectiva de España.
Podcast sobre la efeméride
La Flota y su Misión
La escuadra de galeras de España, bajo el mando de don Juan de Mendoza Carrillo, hijo de don Bernardino de Mendoza, estaba compuesta por 32 embarcaciones: 12 galeras de España, 6 de Nápoles, 6 del genovés don Antonio Doria, y otras 8 de diversos asentistas italianos. En julio de 1562, 28 de estas naves se dirigieron a las costas españolas para recoger provisiones y hombres en Cartagena y Málaga, y reforzar la plaza norteafricana de Orán-Mazalquivir ante un posible ataque turco.
La flota partió de Mesina el 28 de julio y llegó a Cartagena el 12 de agosto. Desde allí, se dirigieron a Málaga para cargar provisiones, dinero, y embarcar a mujeres y familiares de los soldados en Orán-Mazalquivir. La salida estaba programada para el 18 de octubre, pero don Juan de Mendoza, previendo la entrada de un viento de levante, decidió zarpar ese mismo día.
Un mar de tragedia: La tormenta que cambió el rumbo
En aquella fatídica madrugada de octubre, la flota española, compuesta por 28 galeras bajo el mando del general Juan de Mendoza y Carrillo, se encontraba en la bahía de La Herradura para resguardarse de los fuertes vientos. La flota había sido enviada con el objetivo de reforzar las posiciones españolas en el norte de África y proteger las costas de las incursiones piratas, especialmente de los corsarios otomanos y berberiscos, quienes representaban una amenaza constante para las rutas marítimas del Mediterráneo.
Sin embargo, una inesperada tormenta de gran intensidad azotó la costa, transformando el refugio previsto en una trampa mortal. Las crónicas de la época describen cómo las galeras, incapaces de maniobrar en las aguas agitadas, fueron arrojadas contra los acantilados y las rocas de la bahía. En cuestión de horas, 25 de las 28 galeras habían naufragado, llevándose consigo la vida de más de 5.000 personas, entre marineros, soldados y civiles que viajaban a bordo. Solo tres galeras lograron escapar de la furia del mar, dejando tras de sí una escena de devastación y luto.
Impacto estratégico: Una flota perdida en el Mediterráneo
El naufragio de La Herradura tuvo graves consecuencias estratégicas para el Imperio español. En un momento en que el control del Mediterráneo era esencial para la defensa de los territorios africanos, como Orán y Trípoli, y de las islas estratégicas como Sicilia, Cerdeña y Malta, la pérdida de 25 galeras debilitó significativamente la capacidad defensiva de España. Además, estas posiciones no solo protegían las rutas marítimas, sino que también servían como cabezas de puente para las futuras campañas militares contra el Imperio Otomano y sus aliados, que en ese momento representaba una amenaza cada vez mayor para Europa occidental. En este contexto, las galeras españolas, junto con las de los aliados italianos y genoveses, eran la columna vertebral de la defensa marítima del Imperio en esta región.
La reducción drástica de la flota española tras el naufragio de La Herradura dejó las costas del sur de España y las rutas entre España y África expuestas a los ataques berberiscos. Este desastre obligó a la Corona española a revaluar su estrategia naval. En los años posteriores al naufragio, se dio un impulso renovado a la construcción naval, no solo para reemplazar las galeras perdidas, sino también para modernizar la flota y adaptarla mejor a las condiciones del Mediterráneo.
La experiencia de La Herradura evidenció la necesidad de barcos más resistentes y maniobrables, capaces de hacer frente a las tormentas y condiciones adversas del mar. La reorganización de las defensas marítimas no solo incluyó la construcción de nuevas embarcaciones, sino también la mejora de la infraestructura naval en puertos clave como Barcelona, Nápoles y Génova, donde se comenzaron a fabricar materiales y armamento más avanzados.
Juan de Mendoza y Carrillo
Juan de Mendoza y Carrillo, una figura relevante en la historia naval de España durante el siglo XVI, pertenecía a una de las familias más destacadas de su tiempo. Nacido en Guadalajara, Mendoza era hijo primogénito de Bernardino de Mendoza y Elvira Carrillo de Córdoba, miembros de una familia con una rica tradición de servicio a la Corona. Siguiendo los pasos de sus antecesores, Juan se convirtió en un defensor del imperio español en las turbulentas aguas del Mediterráneo, donde las amenazas de corsarios berberiscos y la expansión otomana mantenían a la Armada española en constante alerta.
Desde muy joven, Juan de Mendoza mostró aptitudes excepcionales para la vida militar, lo que lo llevó a seguir el camino trazado por su padre, quien también había ocupado el prestigioso puesto de capitán general de las galeras de España. Tras la muerte de su padre en 1552, Juan heredó el cargo, un hecho que consolidaba su posición dentro de la Armada, quedando al frente de una de las principales fuerzas navales de la Monarquía Hispánica en las aguas mediterráneas.
El Mediterráneo, una de las áreas más estratégicas para el imperio, estaba constantemente amenazado por corsarios y potencias rivales, como el Imperio Otomano. Las flotas españolas no solo debían proteger las rutas comerciales, sino también defender las posiciones españolas en el norte de África, como las principales plazas de Orán y Mazalquivir, cuya conquista y mantenimiento resultaron costosísimas para la Corona. Esto hacía que el papel de Mendoza fuera fundamental para asegurar la estabilidad de la región.
A lo largo de su carrera, Juan de Mendoza participó en varias campañas navales decisivas. Durante la guerra italiana de 1551–1559, Mendoza se enfrentó a la armada francesa, demostrando su habilidad para liderar bajo presión. Uno de sus éxitos más notables ocurrió en 1556, cuando, al mando de una pequeña flota, capturó diez galeotas turcas, liberando a 500 cautivos cristianos.
Mendoza también desempeñó un papel crucial en la protección de las rutas entre España e Italia, asegurando el transporte de tropas durante y después de la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559. A pesar del cese temporal de las hostilidades con Francia, la amenaza otomana y los corsarios berberiscos requerían una defensa continua y eficaz. Mendoza era plenamente consciente de la necesidad de mantener el control mediterráneo, y su liderazgo fue fundamental para proteger las rutas comerciales y garantizar el abastecimiento de las plazas españolas en el norte de África. La firma de la paz con Francia permitió a Mendoza y a la Armada Española concentrarse en combatir la piratería y la expansión otomana. Sin embargo, esta lucha no estaba exenta de desafíos. La capacidad defensiva de los otomanos y sus aliados creció considerablemente a lo largo de los años, lo que complicaba las operaciones españolas en la región.
El final trágico de la carrera de Juan de Mendoza llegó con el desastre naval de La Herradura en 1562. En medio de la confusión, la mayoría de las galeras fueron destruidas y más de 5,000 personas perecieron en el naufragio, entre ellas Juan de Mendoza y Carrillo. La magnitud de la tragedia sacudió a la Armada Española y a la corte, que perdió a uno de sus más valientes y experimentados líderes en el mar
Conmemoración y legado en la cultura española
Con el paso del tiempo, el naufragio de La Herradura ha sido recordado y conmemorado de diversas formas, reflejando su impacto perdurable en nuestra memoria histórica y cultural.
Miguel de Cervantes, en su obra maestra “Don Quijote de la Mancha“, hace referencia al desastre naval de La Herradura en la segunda parte del libro. En el capítulo 31, menciona el naufragio de manera indirecta, aludiendo a las pérdidas humanas y al impacto que tuvo en la sociedad de su tiempo. Cervantes describe cómo un hidalgo del pueblo, que había estado presente en el naufragio, fue una de las muchas personas que sucumbieron en La Herradura. Este tipo de menciones sutiles en sus escritos reflejan la magnitud del desastre y cómo resonó en la vida cotidiana del Siglo de Oro español, convirtiéndose en parte del imaginario colectivo de la época. La inclusión de este evento en su obra muestra cómo Cervantes integraba hechos históricos reales en su narrativa, añadiendo un nivel de autenticidad y profundidad a sus historias.
Ya en la contemporaneidad, se han inaugurado obras y monumentos que recuerdan los hechos. Es el caso de la escultura “A los hombres de Mar”, del escultor granadino Miguel Moreno, una obra, que honra tanto a las víctimas como a los sobrevivientes del desastre, se ha convertido en un símbolo de la relación histórica de España con el mar y de los sacrificios realizados por sus marineros. Además, el naufragio ha sido objeto de representaciones literarias, como el poema de Fernando Moyano, que captura con un lirismo desgarrador el trágico destino de los marineros españoles:
Y el viento, cual gigante furioso
rugía en la noche eterna y negra,
llevándose consigo las plegarias
de aquellos que, en la marea,
hallaron su final y destino.
Un naufragio que inspira nuevas interpretaciones
En los últimos años, el interés por el naufragio de La Herradura ha resurgido, en parte gracias a la obra de historiadores y escritores que han buscado arrojar nueva luz sobre este evento. Tomás Hernández Molina, en su libro Un viento inesperado, ofrece una perspectiva contemporánea sobre el desastre, explorando no solo las dinámicas militares y naturales que llevaron al naufragio, sino también su impacto en la política y la estrategia naval de la época. Esta nueva interpretación, basada en documentos históricos y análisis modernos, ha revitalizado el interés por este episodio, permitiendo que una nueva generación de estudiosos y lectores se acerque a la tragedia con una visión más profunda y matizada.
También, en el año 2021, se inauguró el Museo 1562 La Furia del Mar, en el Castillo de la Herradura. Todo un esfuerzo por preservar y conmemorar una de las tragedias navales más significativas del siglo XVI. Este museo ofrece una inmersión profunda en la historia de este desastre, combinando exposiciones interactivas y artefactos que han sido recuperados del lecho marino. A través de sus galerías, los visitantes pueden explorar la arquitectura naval del siglo XVI, entender las condiciones de vida a bordo de las galeras y conocer más sobre los hombres que sirvieron en ellas, desde marineros hasta nobles.
Una de las razones por las que este museo es tan significativo es su enfoque en el contexto histórico y cultural del naufragio. No solo se enfoca en el evento en sí, sino que también invita a reflexionar sobre su impacto en la política mediterránea de la época, los cambios en la estrategia naval del Imperio Español y la influencia en la literatura y la cultura popular años después. El museo se ha convertido en un punto de encuentro para historiadores, arqueólogos y entusiastas del mar, ofreciendo también programas educativos y visitas guiadas que enriquecen la experiencia de aprendizaje para todos los públicos.
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