Antes de narrar la batalla, de sobra es sabido, al menos a estas alturas de “la película”, que don Blas de Lezo Olavarrieta nació en el seno de una familia perteneciente a la nobleza local, en el barrio de Pasajes de San Pedro, el 3 de febrero de 1689. Por entonces perteneciente a San Sebastián, hoy en Guipúzcoa.
Ingresó muy joven como Guardiamarina en la Armada Francesa, poco después de finalizar sus estudios en el “Colegio de Francia”, donde solían acudir los hijos de la baja nobleza. Tenía 13 años, era el año 1702 y se puso a las órdenes del hijo del Rey de Francia, el conde de Tolosa (o Toulouse), Luis Alejandro de Borbón.
¿En qué época comenzó Blas de Lezo en la Armada?
Eran los tiempos de la Guerra de Sucesión. Francia, parte de España y un puñado de aliados luchaban contra Austria, Inglaterra, Holanda y Portugal (desde 1703), entre otros, por el control de la preciada Corona hispana. Se disputaban el trono tras la muerte de Carlos II, Felipe (Borbón), duque de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia y el archiduque Carlos (Habsburgo o Austria), hijo segundo de Leopoldo, emperador de Austria por entonces.
La guerra se inició en circunstancias muy desfavorables para los Borbones, ya que la marina de Inglaterra y Holanda, las más poderosas del mundo a principios del siglo XVIII estaban del lado austracista. En cambio la que tenía a su disposición Felipe de Anjou, según los informes oficiales (firmados por el Consejo de Castilla) afirmaban incluso que la Armada debía ser suprimida, porque “de nada servía” y era un gasto inútil.
Tomás Cano, uno de los mejores oficiales expertos en ingeniería naval del siglo XVII, escribía ya en su “Arte de fortificar y aparejar naos” (Sevilla, 1611):
Y que esto sea verdad no lo negarán los que (…) concieron y vieron en España más de mil naos de alto bordo (…) solo en Vizcaya había más de 200 naos, que navegaran a Terranova por ballena y bacalao y también a Flandes con lanas. Y agora no hay ni una.
En Galicia, Asturias y Montañas había más de 200 pataches que navegan a Flandes, Francia, Inglaterra y Andalucía, trajinando en sus tratos y mercaderías, y agora no parece ninguno. (…)
En el Andalucía teníamos más de 400 naos, que más de 200 navegaban a la Nueva España y Tierra Firme… E ya todo se ha apururado y acabado como si de propósito se hubieran puesto á ello.
Las pocas embarcaciones útiles para el combate que después de esta nos quedaron fueron víctimas de todo tipo de desgracias.
La inexperiencia del mando y la mala organización de la marina de guerra, hacía que nuestros buques cayeran en manos de piratas o se estrellasen contra las rocas durante alguna tormenta.
La Guerra de Sucesión y Blas de Lezo
Así, con este panorama, los ingleses atacaron Vigo (batalla de Rande, 1702) y tomaron Gibraltar (1704), tras una heroica resistencia de sus 70 defensores, en nombre del Archiduque Carlos, que se titulaba rey de España; aunque el almirante Rooke, finalmente decidió tomarla en nombre de Gran Bretaña.
Felipe vio en la toma del peñón una posición estratégica de gran importancia para su enemigo y trató inmediatamente de recuperarlo.
A este efecto armó una flota en el arsenal de Tolón, en la que embarcaron marinos de la talla del conde de Fuencalada y el duque de Tursis (antiguos oficiales de la marina hispana); aunque al mando quedó el Conde de Tolosa, con sus hombres y su Capitana, navío en el que estaba Blas de Lezo.
En aquella armada franco-española que contaba con 51 navíos de línea, seis fragatas, ocho brulotes y doce galeras, inauguró su carrera el joven Blas de Lezo, con 16 años. Allí tendría su primera batalla.
La Batalla de Vélez-Málaga, bautismo de sangre y fuego para Lezo
No se tardó mucho en probar el valor de aquel muchacho. El 24 de agosto de 1704, en aguas de Vélez-Málaga y con rumbo al Estrecho, la armada del Conde de Tolosa, estableció contacto visual con una escuadra anglo-holandesa bien armada, con cerca de 60 navíos de línea y varias fragatas. Mantuvo el rumbo hasta iniciarse el que fue el combate naval más importante de todo el conflicto.
En aquel combate que duró cerca de once horas, perdió el enemigo dos navíos (aunque en otras crónicas se afirma que ninguno) y tuvo cerca de las 2500 bajas (787 fallecidos), teniendo la franco-española unos 3200 (1500 muertos).
La Capitana, de cuya dotación como hemos dicho, formaba parte nuestro ilustre marino, fue víctima de un intensísimo fuego en batalla, alcanzando una bala de cañón en plena cubierta a Blas de Lezo, destrozándole la pierna izquierda; según se dice, aguantó aquella herida que pudo ser mortal con “serenidad pasmosa”.
Sin exhalar un gemido ni una queja, según las crónicas sobre su vida, resistió la amputación que le realizaron, con la sangre fría de un veterano. Se había quedado inválido en los mejores años de su vida, pero nadie escucho de él ningún lamento. El mismo jefe de Escuadra contó el suceso al futuro Felipe V, quien, con carácter extraordinario promovió a Lezo al empleo de alférez de navío.
Aquel día aquel muchacho se ganó, además de un ascenso, la admiración de todas las Armadas.
Blas de Lezo, el marino con una pata de palo
Aquella herida no fue impedimento para que Blas de Lezo continuase con su carrera militar en primera línea de batalla, rechazando ocupar un puesto de despacho o entre los inválidos de la Corte. Se le puso una prótesis de madera con la que se mantenía igual de firme que con dos piernas.
Lezo solía decir que la falta de una pierna no implica la falta de un corazón valeroso. Se comenta que recordaba en ocasiones a un almirante inglés (u holandés), Cornelisz Jolls, llamado “pie de palo” por su cojera, un marino que acometió grandes empresas y logró alto renombre, especialmente en la piratería y el corso, a pesar de su teórica invalidez.
Un biógrafo de nuestro valiente marino afirmaba que desde que éste perdió su pierna, se hizo más taciturno y hasta huraño; nunca demostró la menor atención a los placeres de la juventud, centrándose en el estudio militar y en la lectura.
En las ocasiones más complejas, tanto jefes como subordinados acostumbraban consultarle y aceptaban como buena su opinión. Realmente seguía siendo un muchacho de apenas 16 años, pero parecía tener el saber y la experiencia que generalmente sólo se adquiere con los años.
Durante la Guerra de Sucesión, todavía concurrió Lezo otras acciones y combates en las costas de España, Francia e Italia… pero esas, son otras historias. Hoy solamente hemos venido a contaros la primera.
Fuentes:
FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, MARTÍN (1848) Colección de Opúsculos
PICATOSTE, VALENTÍN (1898) El general Pierna de Palo : narración histórica.
VV.AA. (1879) los Euskaros en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya: sus orígenes, historia, lengua …
Estado general de la Real Armada. Año de 1829(-1832).
Descubre más desde El Reto Histórico
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.