Este ensayo realizado por el norteamericano Eric Calderwood no dejará indiferente a nadie, ni a especialistas en el tema, aficionados o curiosos. Calderwood es doctor por la Universidad de Harvard (2011), profesor de Literatura Comparada y Árabe en la Universidad de Illinois, además de profesor de Español y Portugués, entre otros puestos docentes. Su especialidad, precisamente, es la cultura mediterránea, con especial énfasis en España y Marruecos. De ahí que sepa muy bien dónde y cómo buscar la documentación clave que nos muestra en este trabajo.
Sinopsis:
El libro trata de responder a una duda del propio autor: ¿Cómo gestionaron las administraciones española y marroquí ese legado cultural andalusí del que ambas presumen? Para responderla necesitará bucear en muchísima documentación de la que hace un análisis preciso y mostrarnos sus teorías. El libro se divide en 7 grandes partes:
1.Tetuán es Granada
Veremos los usos de Al Ándalus en los escritores españoles cercanos a la Guerra de África (1859-1560), cómo hablan sobre la época andalusí. Se centrará en analizar a Pedro Antonio de Alarcón y su Diario de un testigo de la guerra de África (1860) y como sus retóricas descripciones de ciudades marroquíes como la de Tetuán evocaban el espíritu de la antigua Al Ándalus comparándola con Granada.
2. Al Ándalus y la historia literaria marroquí
Aquí se mete con documentación marroquí y como sus literatos han recogido Al Ándalus en su prosa o poesía. Se centra, como en el capítulo anterior, en un autor de gran relevancia como Mufaddal Afaylal.
3. Al Ándalus, Andalucía y Marruecos
La comparativa entre estos tres entes históricos y geográficos lleva a Calderwood a analizar los textos de Blas Infante (1885-1936) deduciendo dos sorprendentes aspectos poco estudiados: Su repudia al nacionalismo catalán y su influencia en la acción de España en Marruecos rastreable en los escritos franquistas muy posteriores a su asesinato.
4. El hajj de Franco
El hajj no es otra cosa que la peregrinación musulmana a La Meca. Durante la Guerra Civil (1936-39), Franco comenzó a subvencionar los viajes a la Meca de los musulmanes residentes en las zonas del Protectorado español. Aquí veremos el relato de uno de estos viajes auspiciados por el gobierno español en 1941, se trata de Viaje a la Meca de Ahmad al-Rahuni donde narra también su estancia en España y como, el propio al Rahuni, aclama a Franco como defensor del Islam y protector de la herencia de Al Ándalus.
Pero más que el viaje, Calderwood, analiza cómo un musulmán culto veía la dictadura española e incluso la colaboración con el fascismo de la élite intelectual marroquí.
5. La invención de la cultura hispano-árabe + 6. Alhambras marroquíes
Son dos capítulos complementarios en los que busca los orígenes del término “cultura hispano-árabe”, acepción recogida a finde convertirse en la palabra que definía el conjunto de similitudes culturales posiblemente heredadas de Al Ándalus.
Nos presenta en el primer capítulo (el 5) una serie de intelectuales árabes que trabajaron para crear una serie de textos cuyo objetivo era propagar la idea de que Al Ándalus permanecía viva en Marruecos. Uno de ellos, Amin al-Rihani será analizado al detalle.
En el capítulo 6, Calderwood se fija aquí en los esfuerzos del gobierno español y las autoridades del Protectorado en definir, preservar y administrar los aspectos de la cultura marroquí que más fácilmente se podían asociar a la Granada musulmana: la artesanía y la música.
Se va a centrar en la carrera del granadino Mariano Bertuchi (1884-1955) y en la del músico García Barriuso (1909-1997), intelectuales españoles que ayudaron a crear un canon cultural marroquí basado en lo andalusí que hoy se mantiene como identidad cultural propia.
7. La hija de Granada y Fez
Este es uno de los más sorprendentes. El capítulo abre con el relato de la llegada a Tetuán del príncipe libanés Shakin Arslan en agosto de 1930, Arslan será uno de los más prestigiosos autores del mundo árabe del siglo pasado y un enamorado de Al Ándalus, cuya historia evocaba como si de un paraíso perdido se tratase.
Describe a sus numerosos seguidores y como esta literatura ha influido en el nacionalismo marroquí posterior. Cómo, de entre estos nacionalistas, unos enarbolaron la bandera del “Al Ándalus es un paraíso perdido que hay que recuperar” y otros “Al Ándalus está vivo en Marruecos, protejámoslo”.
Epílogo
En estas consideraciones finales reflexiona sobre el estado actual de todo lo analizado y, según él mismo, son reflexiones que le vinieron tras la visita a Rabat del minarete Hassan, del siglo XII.
A tener en cuenta:
A pesar de los muchos puntos positivos que tiene, hay que tener en cuenta (y nada mejor que este apartado para advertirlo) que el lenguaje utilizado por autores ingleses o estadounidenses, como es el caso, no concibe la amplia terminología que utilizan los historiadores españoles especializados en las relaciones hispano-africanas. Una colonia, no es un Protectorado y una ocupación, como fue la de Tetuán tras el tratado de Wad Ras, tampoco es una colonia. Colonias sí fueron, no obstante, las ubicadas en el África Occidental Española de las que apenas habla, evidentemente por que no ocupan este trabajo.
No obstante, todo es acostumbrarse y entender su forma de escribir sobre estos temas. No son dogmas, ni Calderwood pretende decirnos cómo son realmente las cosas. Esto es un trabajo excelente que nos muestra con humildad y sin ningún tipo de pretensión ideológica.
A destacar:
- La maravillosa colección de documentación consultada que nos ofrece, especialmente la árabe, cuyas traducciones son bastante complicadas de conseguir
- Este trabajo abre una brecha en un camino aparentemente bien marcado, como es el del legado andalusí en el Norte de África, muy a tener en cuenta.
Descubre más desde El Reto Histórico
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.