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La Historia del Sultán Azul del Sáhara

Entre el nomadismo, la guerra y la realeza

Durante el siglo XIX y principios del XX, se desarrolló en el Sahara Occidental un movimiento de oposición en el seno de las tribus nómadas sanhaya, surgido en respuesta a la invasión francesa de los territorios saharianos.

El líder de esta resistencia era el “Sultán Azul”, conocido mayormente por el apodo que le habría puesto su madre: Ma el Ainin. Era hijo de un santón (morabito o marabut) llamado Mohamed Fadel, perteneciente a la kabila de los Glaguima, del Hod, declarado descendiente de Fatima hija de Mahoma. De los tres hijos que tuvo Mohamed Fadel, Ma el Ainin (nacido en 1838), cuyo nombre significa “Agua de mis ojos”, sería el que heredaría la espiritualidad y baraka de su padre convirtiéndose en cheikh.

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Los territorios españoles en el África del Noroeste según un mapa de Francisco Coello de 1886.

¿Quién era el Sultán Azul?

La tradición local que recoge la vida del cheikh Sidi Ma El Ainin, asegura que hizo su primera peregrinación a La Meca con 19 años. Allí permaneció cerca de un año estudiando el Corán y las tradiciones islámicas. A su regreso, pasó por El Cairo, Alejandría, Malta y Marrakech, donde fue recibido en la corte del viejo sultán Abderramán ibn Hisam.

A partir de 1859 vivió entre Tidouf y Chinguetti (en los mapas españoles “Xinguit”) como nómada que era, permaneciendo temporadas en cada ciudad y difundiendo sus enseñanzas, especialmente en Bir Anzerane, a pocos kilómetros de Dajla, donde fundó la tribu (o familia) de los Berik al-lah, estableciendo una especie de residencia donde pasaría periodos más largos.

Recorrió durante 7 años el Sáhara viajando por los valles del río Draa y por la región del Adrar, al sur. Durante estos periplos contrajo matrimonio con varias mujeres, entre ellas con Meymuna Ben Ahmen Laliyi, con la que tuvo sus hijos más conocidos: El Hiba, Mohamed Merebi Rebbo, Taleb y Mohamed Lagadaf. Sus hijos fueron los que mantuvieron su historia viva, Lagadaf aseguraba que su padre era un excelente meharista (jinete de camellos), puesto que, en un mismo animal fue desde el Hod a Túnez, y en otra ocasión con 20 hombres recorrió 850 Km en 13 días.

El Sultán Azul en la corte del Majzén

Conocido ya en la corte de Marruecos, el nuevo sultán, Hasán I, trató de mantener relaciones de cordialidad con él para tener una mano amiga en las descontroladas zonas saharianas. Le hizo grandes obsequios en forma de rebaños, joyas o caballos así como numerosas distinciones. También le regaló propiedades en varias ciudades y le nombró su jalifa en el sur algunos años después. Famosos eran también los recibimientos que el sultán organizaba en Fez con motivo de alguna de sus visitas.

Murallas de Fez
Murallas meriníes en el lado norte de Fes el-Jdid (fotografiadas en 1916)

En sus estancias en la corte, además de con el sultán y otros notables, el Ainin, conoció a Abd al-Aziz (heredero al trono) en Marrakech y, presumiblemente, a su hermano Abd al-Hafid. Sus buenas relaciones con la corte imperial y la fama de santo musulmán facilitó su ascenso en el “escalafón” religioso siendo especialmente querido por los ulemas de Fez. Todo esto animó a Ma el Ainin, hacia 1860, a fundar su propia hermandad o cofradía religiosa, su tariqa, dejando la que había heredado e su padre (Fadelia) y creando una nueva rama de esta llamada Ainiya.

Y así permaneció el Ainin algunos años, entre el nomadismo y la corte. Difundiendo sus enseñanzas por las poblaciones de Saguia el Hamra y por las grandes ciudades del Magreb, hasta que, hacia 1864, decidió fundar una ciudad para asentarse.

La fundación de Smara, la ciudad sagrada

Con este deseo no terminó su modo de vida nómada, simplemente tenía la intención de establecer una suerte de “capital” en el Sáhara desde donde controlar a las tribus de la zona, que ya le pagaban tributo. Eligió el territorio de Saguia el Hamra fundando su “zauia” llamada Dar Hamra, en las proximidades del poblado de Sidi Ahmed Larosi. Una zauia es una institución islámica, similar a un monasterio, parte escuela religiosa y parte hospedería. Además, edificará allí una alcazaba, conocida como “Tas Daient”.

Poco tiempo después, hacia 1898, se trasladó a las cercanías del río Seluan, más cerca de la ruta comercial transahariana hacia Tinduf. Allí construyó una nueva alcazaba y ordenó la plantación de un palmeral traído del Adrar y del río Draa; organizó el cultivo de cereales en sus nuevas tierras y mandó la construcción de más de 50 pozos.

Aquel asentamiento, terminado en 1902, ideado para establecer su biblioteca, su propia mezquita, además de a su familia y esclavos, se convertiría en parada de caravanas y centro religioso de gran importancia. Así nació la ciudad de Smara, que convertirá en “sagrada”, prohibida a toda persona no musulmana, y donde creará también un ribat para la formación de “monjes-guerreros”. Para su construcción contará con ayuda del Majzén, a cuya cabeza se encontraba el gran visir Ba-Áhmed, puesto que el sultán Abd el-Aziz todavía se encontraba en minoría de edad. Smara significa “los juncos”, planta seguramente abundante a orillas del río donde fue fundada.

Su talento para levantar ciudades en el desierto, hacerlas habitables y prósperas aumentó el prestigio que ya de por sí había heredado de su padre. Su enorme cultura, su vigor físico y la fama de sus milagros hizo el resto. Según recoge Manuel Mulero en su “Territorios Españoles del Sáhara y sus Grupos Nómadas”, su familia contaba que su padre llegó a escribir más de 300 libros, muchos de los cuales formaron parte de la casi mítica biblioteca de Smara, creada por él mismo y destruida por los franceses.

Yihad contra Francia e Inglaterra

Muy temprano, en torno a 1880, se cree que pudo organizar su lucha contra la intervención extranjera en los territorios saharianos. Es muy probable que fueran harkas dirigidas por él, como afirmará años más tardes la prensa española, las que expulsaron, hacia 1885, de Cabo Juby a los ingleses, representados por el escocés Donald Mackenzie y su “North West African Company“, que llevaba casi un siglo lucrándose con el tráfico de armas y otras mercancías europeas a las que sacaban gran beneficio.

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Extracto de “Hoja del lunes” (4 de junio de 1940)

Es por entonces cuando empiezan a sonar por toda Europa los nombres de Tinduf, Smara o el nombre del líder Ma el Ainin, sin duda el auténtico sultán del sur de Marruecos, el que ejercía el poder real sobre los nómadas.

Nubes de guerra, se cernían sobre el Magreb. Y este “santo guerrero” no dudó en declarar una yihad contra Inglaterra y, sobre todo, contra Francia, debido a su agresivo expansionismo e intervencionismo por los territorios del Imperio de Marruecos.

Curioso es, sin duda, que es por esa época cuando los españoles, en figuras como la de Emilio Bonelli o Francisco Bens, comienzan a establecer relaciones con las kabilas y sus notables para fundar asentamientos y factorías pesqueras en las costas del Sáhara Occidental que llevarían al gobierno de Alfonso XII a establecer su primer protectorado en África, entre los Cabos Blanco al sur (20º) y Bojador al norte (27º). Es más, Ma el Ainin, no impidió la firma de estos pactos con los españoles, incluso intercedió en la liberación de marineros capturados en cabo Bojador hacia 1892, algo que le hizo merecedor del respeto de España como líder de los territorios pretendidos por la Corona española.

A pesar de que el Majzén se oponía a la lucha contra los europeos, la violencia se acrecentó durante el mandato de Add al-Aziz, que se convirtió en una marioneta en manos de ingleses y franceses. En el año 1900, la administración francesa de Argelia pidió la anexión de la región independiente del Tuat, que entonces era leal al sultán de Marruecos religiosamente. Además, era una zona tradicional, por su cantidad de oasis de parada de las caravanas procedentes del Sáhara, con lo que Francia pasaba a controlar el comercio transahariano de Argelia procedente de Sudán.

Francia intentó hacer valer su autoridad con la figura de Xavier Coppolani, un islamólogo, estudioso del Corán que -erróneamente- trató de aplicar sus conocimientos aprendidos entre los musulmanes de Argelia para convencer a los nómadas de las tariqas saharauis de que ahora debían lealtad a Francia.

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Tras su anexión en 1903, Francia comenzó a expandirse hacia el oeste, hacia Bechar y Tinduf, creando la Colonia de Mauritania. Bombardeó la ciudad de Figuig y mantuvo intensos combates contra las tropas de las tribus del desierto en la Batalla de El-Moungar o de Taghit, ciudad donde fue sitiado el ejército francés.  Francia avanzaba sin control y con la máxima de las violencias y nadie parecía impedírselo. Tras estos combates, en mayo de 1903 estalló una revuelta general para expulsar al sultán del trono y deportar a la corte europea de asesores (británicos y franceses en su mayoría). Durante este periodo de agitación, muchos notables occidentales fueron secuestrados y ejecutados, así terminó Coppolani, asesinado en Tidjikja, en la meseta de Tagant.

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1910 Légion étrangère – Peter Dennis

La revuelta, sumado al intervencionismo francés e inglés, llevará a que el kaiser de Alemania le propusiera a Abd al-Aziz una conferencia internacional que se realizó en Algeciras en 1906 (del 16 de enero al 7 de abril). Precisamente para evitar que Francia se hiciese con todo el Imperio de Marruecos, igual que estaba haciendo en Argelia. Esta conferencia, en la que Francia salió beneficiada, empeoró las tensiones entre las naciones que pocos años después se enfrentarían en la Primera Guerra Mundial.

Mientras esto sucedía, Ma el Ainin, había unido a casi todas las tribus del desierto para luchar contra las tropas francesas, en su mayoría senegaleses (por entonces dentro del “África Occidental Francesa”). El sultán Abd el-Aziz, en una situación de total ambigüedad, apoyó la resistencia saharaui con armas y soldados, incluso envió a Mulay Idris, un oficial con experiencia militar que pertenecía a la familia real.

No tenemos información de la mayoría de los combates, pero según se recoge en varias fuentes, las harkas saharauis bajo el mando del “santo guerrero” y de sus hijos Lagadaf y Merebi Rebbo, se batieron con dureza en los territorios de la actual Mauritania.

Por otro lado, al norte, se cernían sobre Fez otros líderes tribales como Bu Hmara o El Raisuni, que también había logrado unir a las kabilas de Rif y atacaban a las tropas del sultán queriendo derrocarlo. Algunos de estos rebeldes apoyaron la causa del hermano de Abd al-Aziz y parece que se apaciguaron con la subida al trono de este el 16 de agosto de 1907. Se trataba de Abd al-Hafid, que curiosamente llegó al trono tras la ocupación de Ouxda y el bombardeo de Casablanca por Francia, que tenía gran interés en la ciudad con lo que, a pesar del cambio, nada cambió.

Muley Abd el-Hafid

Tras la proclamación de Abd el-Hafid, la yihad saharaui cesó. Ma el Ainin le juró vasallaje, pero cuando supo de su firma con Francia de nuevos acuerdos y recuperación de las políticas intervencionistas que habían llevado al caos el gobierno de su hermano, rompió relaciones con la corte.

periodico es saada
(https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k5173823v?rk=21459;2)

Esto le granjeó la enemistad de la prensa colaboracionista que incluso le culparon del asesinato de Coppolani. La campaña de difamación fue orquestada desde el periódico “Es-Saada”, escrito en árabe por argelinos, y controlado por franceses desde Tánger. Sobre él publicaron que era un mendigo sin escrúpulos, un contrabandista de armas y que simpatizaba con los chiítas. Cuestionando su patriotismo y su devoción religiosa.

Pero la preocupación de Ma el Ainin no era otra que la de apartar de Marruecos a los franceses y decidió proclamar de nuevo la yihad en Tiznit, una ciudad al norte de Sidi Ifni, desde donde partió al frente de 6000 hombres.

Pero Francia ya se había hecho fuerte, incluso tenía nuevas tropas indígenas asimiladas, eran nómadas, que se dedicaron a capturar manadas de camellos y fuentes de agua para lograr la sumisión del resto de tribus que no reconocían la soberanía de Francia. El encargado de esta guerra por los recursos se llamaba Henri Gouraud que logró imponer la voluntad gala y disipar la influencia del cheikh Ma el Ainin entre los nómadas.

Derrota, desgracia y muerte del Sultán Azul

Aquella columna de 6000 “guerreros santos” fue derrotada antes de llegar a Fez, hacia el 23 de junio de 1910, por el general Moinier en las llanuras de Tadla. Tras esto cayó en desgracia, su baraka era lo único que le quedaba, y la perdió aquí. Su fama, tocada por la propaganda, terminó por desmoronarse; incluso fue asaltado en su retirada a Tiznit por nómadas que antiguamente le eran fieles.

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El general Moinier en 1911 en las inmediaciones de Rabat.

En un acto desesperado, entendiendo que ya no había sultán en el Magreb porque Francia era dueña y señora de aquellas tierras, se autoproclamó Sultán Azul, como azul eran los ropajes de los saharauis, iniciando así la dinastía de los Sultanes Azules, título que heredarán sus hijos. Pero aquella intitulación solamente trajo desgracias, Smara se secó y sus palmerales murieron quedando poco a poco abandonada. El propio Sultán Azul siguió la suerte de su ciudad santa, y fue muriendo poco a poco. Antes de fallecer el 23 de octubre de 1910, nombró heredero a su hijo El Hiba, que se intituló nuevo Sultán Azul.

El nuevo Sultán Azul y la caída de Smara

En 1911, Francia seguía avanzando por el Sáhara con la intención de acabar con toda resistencia. Sabían que la región de Saguia el Hamra, bajo protección española, era la cuna de todos sus problemas y no dudaron en atravesar las fronteras para destruir poblados y perseguir a los jeques aliados del Sultán Azul. Pero necesitaban una buena excusa, un “casus belli” que justificara una acción potente en la región que justificase las operaciones ante España y el resto de naciones.

Expedición contra Fez

La expedición que el nuevo Sultán Azul organizó junto a sus guerreros para expulsar a Abd el-Hafid del trono, terminó en un duro sitio sobre la ciudad de Fez. Desde allí, el sultán de Marruecos, se vio forzado a solicitar la ayuda de Francia. Así, de nuevo Moinier se presentó en la zona con 23.000 efectivos, cruzando el río Bouregreg y abriéndose paso hasta la llanura de Fez donde rompió el cerco y liberó la ciudad. Aquello ocurrió el 21 de mayo de 1911, las tropas del Sáhara son derrotadas y se tienen que retirar. Era la excusa perfecta para efectuar una expedición de castigo contra los rebeldes del Sáhara, aunque fuera dentro del territorio administrado por España.

La toma de Marrakech

Antes de que las tropas francesas pudiese avanzar sobre Saguia el Hamra, los saharauis conquistaron Marrakech en una maniobra épica el 14 de agosto de 1912. Según parece, Hiba, logró reunir un nuevo ejército de más de 60.000 hombres, conquistar la ciudad y se hizo proclamar sultán de todo Marruecos.

Sultán Azul sahara
Llamado a las armas de los simpatizantes de El Hiba, ilustrado por el diario francés Le Petit Journal , 1 de septiembre de 1912

La gota que colmó el vaso y el aglutinante necesario para este ejército sería el establecimiento, el 30 de marzo de 1912, del Protectorado sobre el Imperio xerifiano por medio del “Tratado de Fez”. El mantenimiento del orden público, el ministerio de la guerra, las finanzas y las relaciones exteriores quedarían bajo supervisión —o directamente control— de Francia. Esto termina por tirar por la borda el prestigio del soberano alauita, esta vez dentro de su propio territorio, y las sublevaciones, como esta contra Marrakech, no tardan en estallar. Evidentemente hubo muchas más, como la sublevación de las tropas del sultanato (mehalas jalifianas) en Fez, en abril.

Sin embargo, todas estas revueltas son neutralizadas por los ejércitos franceses. Marrakech es recuperado apenas un mes después de la ocupación saharaui, haciendo huir al Sultán Azul Hiba que se refugió en Tarudant. Allí sufrió un duro ataque francés siendo expulsado también de la antigua ciudad almorávide. La última batalla del Sultán Hiba sería en Sidi Bu Othman, donde fue derrotado por las tropas del coronel francés Charles Magin, en parte debido a la deserción de las tropas de sus aliados más importantes, como los Galoui, que luego se pasarán al lado francés.

La destrucción de la ciudad sagrada de Smara

En 1913, una columna francesa, al mando del coronel Mouretarrasó Smara. Sabían que era importante para la resistencia saharaui como lugar sagrado y tras las sucesivas derrotas de las tropas “azules”, estaba indefensa. Primero la bombardearon y luego la saquearon, hasta que una columna de 1.300 guerreros al mando de Mohamed Lagadaf, hermano de El Hiba, logró recuperar el enclave y hostigar la columna francesa.

Smara quedaba destruida por los franceses a pesar de estar en el territorio que le correspondía administrar a España. Por supuesto, los españoles no se opusieron (seguramente tampoco se enteraron), ya tenían lo suyo en el Rif y la ocupación española apenas pasaba de pequeños tratos y asentamientos comerciales en la costa inmediata a Canarias.

El último Sultán Azul

A la muerte de Hiba, poco después del saqueo de Smara, el liderazgo pasó manos de Merebi Rebbo. Fueron tiempos oscuros, las kabilas ya no le respondían e incluso tuvo que hacer frente a sublevaciones internas.

Aun así, continuó la guerra contra los franceses. Apenas obtuvo victorias, su último enfrentamiento contra los franceses fue en un lugar llamado Tizgui-Leharatin donde sufrió una aplastante derrota viéndose obligado a refugiarse en Cabo Juby junto a los españoles, donde vivió tranquilo hasta su muerte en 1943. Su baraka y “sultanato” fue transferido a Lagadaf, que decidió mantener a su pueblo dentro de las fronteras del territorio sahariano español, siguiendo una máxima de su padre, Ma el-Ainin, el primer Sultán Azul:

Si os acercáis a los cristianos alguna vez, que sea a los españoles. Ellos saben comprendernos y amarnos

El Debate: Año XXIV Número 7585 - 1934 marzo 20
El Debate: Año XXIV Número 7585 – 1934 marzo 20

Smara, ya en ruinas, permaneció abandonada hasta que fue recuperada por España en julio de 1934, cuando llegó una Mía española al mando del comandante Galo Bullón Diaz. Comenzaba la ocupación efectiva de los territorios del Sáhara e Ifni.

Como guía los acompaña Mohammed Fadda, sobrino de Rebbu y de Lagadaf. Allí, en el antiguo palmeral, fueron recibidos por El Ueli, otro hijo de Ma el-Ainin. España decidió izar el pabellón nacional, por entonces tricolor, en la mezquita y reconstruir la ciudad sagrada para devolverle el esplendor que su aliados nómadas merecían.

 


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Cartografía digital 1932
Fuentes utilizadas:
Caro Baroja, Julio. Estudios Saharianos (1955)Gámez, Sonia. Los días de Ma el Ainin, el sultán del desierto (I)Hernández Moreno, Ángela (2011).Chej Maelainin, un notable sahariano - Revistas UAMCaro Baroja J., 2008 (1955), Estudios saharianos, Madrid, Calamar ediciones, coll. “Sgarit, Biblioteca del Desierto”.García A., 2002, Historias del Sahara. El mejor y el peor de los mundos, Madrid, Ediciones de la Catarata.Mohamed Salem Ideidbi, Mauritanie : la Richesse d'une nation, Nouakchott, al-Manar, 2011.
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Miguel Ángel Ferreiro

Militar de carrera, autor de "La Segunda Columna" (Ed.Edaf), director de este proyecto e Historiador del Arte (UNED). Entre África y Europa, como el Mediterráneo.
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