Los mausoleos de Saxa Rubra, dos tumbas en las afueras del norte de la moderna Roma, abren al público por primera vez en la historia. Rodeadas de construcciones modernas a lo largo de la Via Flaminia, las tumbas del siglo II son muy poco conocidas y se pierden fácilmente entre la desconcertante cantidad de sitios históricos de Roma, pero son de gran importancia arqueológica.
Las tumbas se encuentran en el kilómetro 8 de la Via Flaminia, la antigua carretera republicana que conduce al norte de la ciudad. Ambas fueron excavadas en los afloramientos de toba roja de “Saxa Rubra” (que significa “cueva roja”).
Una inscripción identifica la más grande de las dos tumbas como la de Quinto Nasonio Ambrosio, liberto de la familia Nasonia, y su esposa la liberta Nasonia Urbica. Fueron descubiertas en 1674, durante las obras de preparación para el año jubilar de 1675, y pronto se las dejó de lado siendo víctimas del abandono, la ignorancia y la codicia. Los trabajadores que encontraron la tumba rompieron los frescos de su techo, haciendo un agujero en ella y destruyendo una amplia sección.
La entrada principal a la cámara funeraria estaba enmarcada por una fachada del templo con cuatro pilastras que sostenían un frontón triangular, también tallado en la misma roca viva. En su interior encontraron una cámara funeraria rectangular con tres nichos en sus lados y uno en el frente. Las paredes estaban divididas en dos registros separados por una cornisa. El registro inferior tiene los nichos; el registro superior alterna lunetos y cuadrados. Estaba decorado con mosaicos y elaborados frescos en cada superficie estucada de las paredes, tanto los nichos como el techo.
El pintor y grabador Pietro Santi Bartoli realizó un estudio de mosaicos y frescos en 1680 (arriba insertados) documentando una gran riqueza de escenas mitológicas (Edipo y la Esfinge, Orfeo encantando a los animales) y relacionadas con la literatura, así como trampantojos arquitectónicos (columnas corintias, cornisas, frontones, frisos), guirnaldas florales, animales, urnas, figuras alegóricas como las cuatro estaciones, felicidad, o algunas escenas de caza, incluyendo una con un par de leones de aspecto bastante extraño atacando a un grupo de hombres y otra con un par de leopardos de gran tamaño atacando a los hombres que intentan atraparlos, probablemente para llevarlos al circo. El fresco sobre la inscripción que refiere a Nasonius y Nasonia representa a Ovidio como poeta laureado con el dios Mercurio y el Erato, musa de la poesía lírica y erótica.
El descubrimiento fue celebrado en su día, pero no protegido de ninguna manera. Desde el momento de su hallazgo hasta finales del siglo XIX, incluso después de que Roma se convirtiera en capital de una Italia unificada en 1870, los frescos fueron arrancados y vendidos por partes a una variedad de compradores sin escrúpulos, como el Museo Británico. Los mosaicos fueron destrozados. A principios de siglo, incluso la fachada había sido destruida. La fracción de frescos restantes se dañó y se desvaneció hasta el punto de ser casi irreconocible; menos mal que Bartoli ya las había registrado meticulosamente dos siglos antes.
Los paneles informativos en la Tumba de los Nasonianos relatan toda la triste historia y utilizan los dibujos de Bartoli para dar a los visitantes una idea de cómo se veía la tumba cuando se descubrió por primera vez.
La otra tumba que se puede ver dentro del mismo recorrido en “Saxa Rubra” está algo mejor conservada quela Tumba de los Nasonianos. Una losa de mármol inscrita en la puerta se la dedica a una mujer llamada Fadilla “de su amado esposo”. Está prácticamente intacta y en hermosas condiciones, siendo descubierta en 1923. Es un espacio más pequeño pero lujosamente decorado con un suelo de mosaico en blanco y negro con pájaros, meandros y otras formas en octógonos y cuadrados alternos. Las paredes y los techos están completamente estucados y pintados al fresco con cupidos alados, deidades, urnas, animales (pavos reales, antílopes), delineados en pintura de colores para crear secciones curvas y poligonales.
La tumba de Fadilla quedó sin ser alterada, sobreviviendo al fascismo, la Segunda Guerra Mundial y el abandono municipal, que afortunadamente en este caso resultó ser notablemente benigno. El contraste entre las dos tumbas es notable.
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