Situada a 35°10´30” latitud N y 0°37´75” longitud W, frente a la playa de Bades, el Peñón de Vélez de la Gomera empieza a vincularse a la historia de España y de sus ejércitos a comienzos del siglo XVI.
La conquista del Peñón de Vélez
Once años después de la conquista de Melilla, una flota española al mando del conde Pedro de Navarro, bajo el reinado de Fernando el Católico, persiguiendo a varias embarcaciones corsarias que pretendían refugiarse en el islote, las destruye, desembarcando y conquistando el Peñón el 23 de julio de 1508.
Pero este gran militar e ingeniero no concluyó con ello su hazaña, sino que, necesitado de agua, conminó a la ciudadela terrestre de Bades a que se entregara. Ante la negativa, ocupó también los enclaves terrestres que completaban el islote.
El 20 de diciembre de 1522 Muley Mohamed, señor del territorio, consiguió apoderarse del peñón, hasta que en 1564, de nuevo los españoles ocupan el Peñón, por orden de Felipe II, como consecuencia de una expedición de gran envergadura al mando de Don García de Toledo Osorio, Marqués de Villafranca, Duque de Fernandina, que lo incorpora desde entonces a la Corona de Castilla.
Lo que no quiere decir que cesara el hostigamiento de los rifeños y los sultanes marroquíes, ya que, al contrario, el Peñón será un enclave constantemente hostigado por los “fronterizos”.
Descripción del Peñón de Vélez
La isla acantilada del Peñón tiene forma irregular, de aproximadamente 100 x 250 metros, con una cota máxima de 85 metros, en la actualidad está unida por un estrecho istmo a otra más pequeña de 100 mts de largo x 40 mts de ancho, denominada “la isleta”.
En 1921, el número de habitantes era de 308 y mantenía esta descripción:
Su población está en forma de anfiteatro, con una calle que da dos vueltas, empezando desde la Puerta del Varadero, con sus rastrillos, defendida del Baluarte de la Trinidad,saliendo una punta de piedra hacia la tierra firme, que llamada la Isleta, donde está el Fuerte de San Antonio, que es el más inmediato al enemigo. Entrado por dicha Puerta del Varadero se encuentra el Polvero, con muralla moderna, y su batería de cañones.
El Peñón, incluía en su minúsculo territorio, tres aljibes (llegaron a siete en 1921) para recoger el agua de lluvia, ya que se carecía de ella, el cuartel de los desterrados en la llamada “Punta de la Baba”, almacenes de víveres, a menudo vacíos, y las casas familiares, incluida la del gobernador, el hospital, junto al Baluarte de San Julián, la iglesia parroquial, con vicario y cura.
Los cementerios del Peñón
Los principales problemas para el Peñón residían en las graves dificultades de abastecimiento, la carencia de agua, ataques de los fronterizos, hambrunas, epidemias, etc., que reportaron a la historia del Peñón una larga lista de muertos.
En un lugar tan pequeño, los enterramientos fueron un problema desde el tiempo de la conquista. En primer lugar se enterraron en tierra firme, cerca del fuerte que los conquistadores habían establecido en el continente después de derrotar a sus habitantes.
Cuando en 1702 se tuvo que abandonar este fuerte, el cementerio dejó de utilizarse, a pesar de que el obispo de Málaga, fray Alonso de Santo Tomás declarara ese lugar sagrado y con inmunidad religiosa.
Otro cementerio se situaba en la iglesia parroquial, donde fueron enterrados la mayoría de los fallecidos en el siglo XVII y en cuya bóveda se inhumaban las personas notables de la plaza.
Otro lugar que durante un tiempo sirvió de enterramiento, era el conocido con el nombre de La Galera y parece que se situaba en la parte SO del Peñón cerca del faro. Allí se enterraron en el siglo XVII una serie de personas de estrato social pobre. Este cementerio debió sustituir por completo, durante el siglo XVIII al de la iglesia parroquial donde ya era imposible la inhumación de más cadáveres.
La ermita de la Concepción también se utilizó como cementerio durante el siglo XVII. Aquellos que fallecían fuera del seno de la iglesia, generalmente extranjeros sin bautizar, se enterraron desde 1710 en el lugar llamado Santiago, considerado como “no sagrado”.
Cuando alguna epidemia se cebaba con la población del Peñón, se habilitaban cementerios o carneros donde se arrojaban los cuerpos que morían en número muy superior al habitual. Durante la epidemia de 1743 se enterraron una gran cantidad de cadáveres en el baluarte de San Julián.
Finalmente, el 9 de enero de 1791 se bendijo el cementerio de Santiago, que a comienzos del S XX aún se utilizaba como tal. El primer cadáver que se enterró en este cementerio fue el de Juan de Arriaga el 23 enero de 1791.
Traslado de elementos a Melilla
Hacia los años 1950 se trajeron a Melilla algunos elementos del Peñón de Vélez de la Gomera, entre ellos un puente levadizo que fue adaptado a la Puerta de Santiago y, al menos, dos lápidas. La mejor conservada de ellas, aunque en el traslado desde el Baluarte de la Concepción a la Batería Real se partió, se lee:
EN EL BALUARTE DE S. JULIAN ESTÁN LOS SEPULCROS DE LOS QUE MURIERON EN LA PESTE EL AÑO DE 1743 SIENDO GOB D JULIAN FERNÁNDEZ BAINA CORTES
La tumba del farmaceutico
En el cementerio, destaca entre todas, la tumba del farmacéutico militar Leopoldo Méndez Pascual, muerto en acción de guerra en 1909.
Leopoldo Méndez Pascual, nacido en Madrid, en 1870, licenciado en farmacia, ingresó como farmacéutico segundo en el Cuerpo de Sanidad Militar en 1897, siendo destinado a la Farmacia del Hospital de Chafarinas. Permanecería allí dos años. Tras otros destinos, el 25 de septiembre de 1906 es destinado a la Farmacia del Hospital Militar del Peñón de Vélez de la Gomera, donde ejerció para dar servicio al hospital y a la población militar del Peñón durante tres años.
Muere heroicamente el 14 de agosto de 1909 defendiendo su puesto, junto a la Farmacia del hospital, de un ataque, al pie de la Batería de San Miguel. Mediante suscripción de los Jefes y Oficiales de Sanidad Militar, se le erigió un mausoleo en el cementerio del Peñón.
Descubre más desde El Reto Histórico
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.