Edad ContemporáneaHeráldicaHistoria MilitarMitología e Iconografía

Maison Blanche, el refugio que cientos de canadienses “grafitearon” durante la Gran Guerra

La batalla de Vimy, entre el 9 y el 12 de abril de 1917, fue una acción parte de las operaciones organizadas por los británicos sobre Arrás durante la Primera Guerra Mundial.

En ella participó un numeroso contingente de tropas canadienses bajo las órdenes de Julian Byng de las cuales unos 12.000 de aquellos hombres dejaron su vida en aquellos parajes franceses.

Algunos lograron regresar, como Aleck James Ambler, aunque regresó herido en una pierna. Era cantero de profesión y había emigrado a Canadá desde Inglaterra en 1905, cuando tenía 21 años en busca de una vida mejor.

Con su vida ya asentada, trabajando como albañil y una familia, se alistó en el ejército en 1916 acudiendo a la llamada a filas que se hizo en todo el país para combatir en Europa, acababa de estallar la Gran Guerra.

Tenía 30 años, estaba por encima de la media de la edad del resto de sus compañeros, pero eso no fue un problema sino una ventaja, especialmente para los más jóvenes que veían en él un referente y un “hermano mayor” al que seguir y pedir consejo.

Estando en las inmediaciones de Vimy comenzaron a caer las bombas y buscaron un refugio. Tuvieron la suerte de encontrar la entrada a una antigua mina de yeso excavada en el siglo XV, a 10 metros bajo tierra. La llamaron “Maison Blanche”, por el color blanco de sus paredes.

Al cesar el bombardeo dejaron la mina y continuaron su avance, aunque la mina sirvió como refugio para otros soldados durante los días que duró la baTalla, con lo que entre todos habían dejado una curiosa huella allí. Seguramente el propietario de la granja en la que se encontraba la entrada a la cueva no se percató de lo que tenía y la utilizó como silo y vertedero en los años siguientes a la guerra.

Sería muchos años más tarde, cuando un grupo de aficionados a la Guerra Mundial, accederían de nuevo a la mina dando luz a una curiosa galería de arte creada durante aquella batalla.

Había un buzón dibujado que ponía “Toronto”, dicen los veteranos que sobrevivieron que lo hicieron para el que quisiera echar las cartas de despedida en la víspera de la batalla. Caballos, barcos y pájaros; un corazón y una mujer de perfil. También trazos sin sentido y los escudos de sus unidades. Incluso hay reproducciones de alguna obra de Munch. En total, más de 1000 dibujos.

En la cueva también se ha encontrado material militar de la época, desde una vajilla de campaña (plato y cubiertos de latón) hasta grandas que han tenido que ser inutilizadas.

Una organización llamada “Durand Group” es la que se encarga de su mantenimiento desde hace 10 años. Han realizado un plano detallado, limpiado y acondicionado el lugar para que pueda ser visitado.

Han recogido numerosa información de los que allí estuvieron, en especial de A. James Ambler (fallecido en 1975) al que “acusan” de iniciar esta genial obra de arte, por ser el único cantero que había entre aquellos militares. Pero también hay otros nombres allí grabados: Earl Leroy Lacey, era granjero y no sobrevivió a aquella batalla, pero ahora su nombre vuelve a ser leído gracias a su graffiti.

Hay tres relieves firmados y fechados por Amber. Uno de ellos es el emblema de su regimiento: 48a Highlanders de Canadá. Allí, contaba él mismo, sirvió como francotirador. James Aleck Ambler, cantero y francotirador… cómo te cambia la vida una guerra. Gracias a la labor de Durand Group los grabados han sido digitalizados en su totalidad.

Redacción

Equipo de Redacción / Notas de Prensa / Agencias
Botón volver arriba