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Rais Hamidou: El pirata del Mediterráneo que cometió dos grandes errores

Empecemos quitándole un poco de polvo a la memoria de la historia del Mediterráneo. Aunque el Rais Hamidou, ese marino argelino del que vamos a hablar, sea un tipo bastante desconocido en los anaqueles de la historiografía occidental, es justo reconocer que su nombre retumbó con cierto eco a finales del siglo XVIII en el mar Mediterráneo y más allá, ya que también solía adentrarse en las aguas del Atlántico. Los libros de historia, sean americanos, españoles, franceses o italianos, a menudo le han dado la espalda. Pero aquí estamos para recordar que el señor tuvo su aquel y dedicarle unas líneas.

Sus “victorias” en el mar

Retomando los hechos notables que jalonan su vida y sin ir más lejos, el 17 de julio de 1797, nuestro argelino no tuvo reparo alguno en apropiarse de un barco genovés hasta los topes de porcelana, con un botín que les saltó los ojos: 10.000 francos de la época.

Siguiendo el hilo, el 3 de enero de 1798, Hayreddin —que así le llamaban— no hizo ascos a capturar un barco veneciano que iba cargado de sábanas, y de paso, se llevó bajo el brazo dos barcos napolitanos repletos de trigo y otro genovés. Los tripulantes, que sumaban 28 almas, fueron vendidos como quien vende alfombras en un zoco. Para junio de ese mismo año, este señor del mar y su colega, Rais Hajj Yakub, junto con otros dos compañeros de andanzas, le echaron el guante a un barco napolitano que cargaba un botín valorado en 6.798 francos.

Monumental estatua del Almirante Rais Hamidou Siglo XIX Erigida en el parque público de Bab el Oued Argel Realizada por Redha Chikh Bled en el año 1987 Altura 7m50
Monumental estatua del Almirante Rais Hamidou Siglo XIX Erigida en el parque público de Bab el Oued Argel Realizada por Redha Chikh Bled en el año 1987 de casi 8 metros de altura

Y no contentos con eso, el 16 de julio, dieron el golpe maestro, capturando dos naves napolitanas más, que les reportaron la bonita suma de 67.470 francos y 60 centavos, con una buena carga de trigo, alubias, tabaco, materiales de vidrio, láminas y otros artículos, todo un alarde de piratería que hubiera hecho palidecer a cualquier corsario de película.

El primer error del Rais: Atacar al Imperio Otomano

Pero no todo en la vida de un pirata son vientos a favor. La costumbre de Hamidou y sus colegas de asaltar barcos griegos, que aún ondeaban la bandera del Imperio Otomano, les trajo problemas con el jefe de jefes, Mahmud II, por entonces el sultán de la Sublime Puerta.

Este, harto de sus travesuras,  envió reprimendas por escrito al Dey de Argel para que reprendiera a sus súbditos, que  más que cartas parecían sentencias ya que directamente les amenazaba con cortarles la cabeza si seguían en sus trece. Como el Dey, Haji Ali ben Khrelil, ignoraba directamente cualquier orden o escrito proveniente de Constantinopla, la Sublime Puerta no tuvo más remedio que responder militarmente. En un movimiento de mano dura, el sultán les confiscó un palacete que tenía en Esmirna y les revocó todos los derechos que tenían en la zona. Luego, ordenó el envío de una flota armada a las aguas argelinas.

Retrato del sultán Mahmud II, regalado por Mustafa Reşid Pasha al rey Luis Felipe de Francia, ahora en el Museo de Versalles.
Retrato del sultán Mahmud II, regalado por Mustafa Reşid Pasha al rey Luis Felipe de Francia, ahora en el Museo de Versalles. Sultán del Imperio Otomano del 28 de julio de 1808-1 de julio de 1839

La cosa no llegó a más y la flota no atacó Argel como estaba previsto, puesto que el problema se solucionó por otro lado. En marzo de 1815, el Dey fue asesinado en los baños de su residencia y fue reemplazado por el Mohamed Kharnadji, su tesorero, quien también fue asesinado apenas 17 días después siendo sucedido por Omar Pasha. Omar Agha quién rápidamente envió un embajador a Constantinopla para aplacar la ira del sultán, regresando con un documento fechado en agosto de 1815, que reconocía a Omar con el título de Pasha o Dey y, por lo tanto, quedaba al servicio de los Otomanos.

El segundo -y último- error del Rais: atacar a los Yankees

Expliquemos bien esto, porque tiene su chicha. La historia del mar es un intrincado de valentías y desafíos, y Hamidou ben Ali, el corsario argelino, se anotó una buena página en este libro lleno de salitre. Metámonos a fondo en su legendario enfrentamiento con los Estados Unidos, que por entonces estaban dando sus primeros pasos como nación marítima.

Ese mismo año de 1815, un año clave para Argel como hemos leído antes. Hamidou ben Ali, o Rais Hamidou como lo llamaban sus hombres, ya tenía un nombre que causaba respeto (y terror, no nos vamos a engañar) en todos los rincones del Mare Nostrum. No era un novato en esto de capturar barcos; el hombre tenía tablas y sabía cómo hacerse con un galeón con la misma destreza con la que tú te haces con el mando de la tele.

Pero si hay algo que sabemos de la historia, es que a veces te encuentras de frente con el oponente menos esperado. Y para Hamidou, ese oponente fueron los chicos del Tío Sam. Resulta que los estadounidenses estaban hasta el gorro de tener que pagar un impuesto de paso por aguas cercanas a Argel, además de rescates de ciudadanos y perder mercancías en el Mediterráneo a manos de los corsarios del norte de África, así que decidieron enviar a su flamante Navy para poner las cosas en su sitio.

La Batalla de Cabo de Gata

El argelino Meshuda rodeado por una flota estadounidense frente al cabo Gata
El argelino Meshuda rodeado por una flota estadounidense frente al cabo Gata

La escena del enfrentamiento tuvo lugar cerca del Cabo de Gata, un rincón español donde las olas suelen hablar más que las palabras. Allí, el 17 de junio de 1815, se desató una batalla naval que bien podría ser el clímax de cualquier película de piratas. Nuestro Hamidou, con la chulería que le caracterizaba, se plantó solamente con su buque insignia, el “Mashouda” frente a la armada americana, pero la suerte estaba echada.

La batalla fue como esas cenas familiares en las que sabes que va a saltar la chispa: tensa, ruidosa y finalmente, caótica. A pesar del ingenio y la ferocidad de Rais Hamidou, su barco no pudo aguantar el envite de los yanquis. Fue rodeado por toda la flota del comodoro Stephen Decatur Jr, unos 9 buques -3 de los cuales fragatas de guerra-. Obviamente la nave sufrió daños catastróficos, y el propio Hamidou encontró su fin en esas aguas que tanto había surcado.

El escuadrón del comodoro Decatur captura el barco pirata argelino Mashuda, el 17 de junio de 1815. Mashuda, buque insignia de la Armada argelina
El escuadrón del comodoro Decatur captura el barco pirata argelino Mashuda, el 17 de junio de 1815. Mashuda, buque insignia de la Armada argelina

Tras la victoria, el comodoro visitó al Dey Omar ofreciéndole un tratado de paz, evidentemente a favor de los Estados Unidos. Las opciones que le dio eran, esa paz o una guerra abierta. Unos meses después, en 1816, el Dey Omar, que había estado meditando la jugada, mandó su respuesta. El hombre, que no quería más ruina de la necesaria, les ofreció a los americanos volver a las condiciones del tratado que se había celebrado bajo el mando de Hassan Pasha. Vamos, que les dijo: “Sigamos como estábamos y nos evitamos males mayores”.

El presidente de los Estados Unidos por aquel entonces, un tal James Madison, no perdió el tiempo. El 21 de agosto de 1816, Madison contestó con un “Vale, pero renegociemos ese tratado, ya obsoleto. Ahora mandamos nosotros”. Y así se abrieron unas nuevas negociaciones. Ahora, les salió redonda la jugada a los yanquis. El acuerdo que cerraron les fue de perlas a los Estados Unidos. El Dey, que debió de verle las orejas al lobo, aceptó desembuchar 10.000 dólares como compensación y dejó de recibir los pagos que los americanos venían haciendo por derechos de paso.

El comodoro Decatur y el Dey de Argel Haji Ali Pasha
El comodoro Decatur y el Dey de Argel

La odisea del corsario argelino y su último acto de desafío ante los estadounidenses son hitos fundamentales para comprender las Guerras Berberiscas, un ciclo de conflictos donde se definieron los límites y ambiciones de los jugadores en el tablero mediterráneo. Asimismo, este encuentro fatídico entre argelinos y americanos tuvo sus repercusiones en las ya complicadas relaciones franco-argelinas, que poco a poco se iban decantando hacia una invasión francesa que cambiaría el destino de Argelia para siempre.

Miguel Ángel Ferreiro

Militar de carrera, autor de "La Segunda Columna" (Ed.Edaf), director de este proyecto e Historiador del Arte (UNED). Entre África y Europa, como el Mediterráneo.
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