Durante la Segunda Guerra Púnica, entre los años 214 y 212 a.C., los romanos sitiaron Siracusa en su lucha por el control del Mediterráneo occidental. Los mercenarios de origen hispano Moericus y Belligenus jugaron un papel importante en la defensa de la ciudad contra los romanos, permitiendo que los siracusanos resistieran el asedio durante varios años. Sin embargo, Moericus finalmente traicionó a sus aliados y entregó la ciudad a los romanos, lo que les permitió tomar el control de Sicilia al completo. La conquista de Sicilia fue un paso importante para Roma en su lucha por el control del Mediterráneo occidental y tuvo un impacto significativo en la situación política y militar de la región.
La Primera Guerra Púnica (264–241 a.C.), un breve resumen
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¿Qué pinta Sicilia en esta guerra?
Sicilia era un territorio estratégico en la Segunda Guerra Púnica debido a su ubicación geográfica, ya que se encontraba entre Italia y África. Sicilia, excepto el territorio de Siracusa, había sido incorporada a los dominios de Roma tras la Primera Guerra Púnica, y los romanos mantenían guarniciones en distintas ciudades de la isla. La presión política y militar que Cartago ejercía sobre Siracusa, hizo que esta uniera sus intereses al imperio africano provocando que Roma extremara su vigilancia y se excediera en sus represiones con los siracusanos, lo que a su vez dio lugar a que el odio contra su dominio en la isla creciera hasta la exasperación.
El sitio de Siracusa
El apoyo a Cartago finalmente le cuesta el asedio por tierra y mar a cargo del cual estaba el cónsul romano Marco Claudio Marcelo. Precisamente en la defensa contra las embarcaciones romanas destacarán los inventos del genial Arquímedes que pasarán a formar parte de la historia, como su “garra” o el “rayo de calor”, lo que no se sabe tanto es que a cargo de la estrategia de defensa de parte de la ciudad había un hispano llamado Moericus.
Pero antes de estar este hispano a cargo de la defensa, la ciudad había decidido rendirse al cónsul mediante una decisión de los notables de la ciudad. Esto incluía la ejecución o entrega de los oficiales presentes en la ciudad que eran leales a la causa cartaginesa, entre ellos había una serie de desertores romanos que no les hacía mucha gracia que sus ex compatriotas tomasen la ciudad, por lo que, toman la ciudad bajo su mando, se sublevan y ejecutan a los notables que habían pactado la rendición repartiéndose la defensa de la ciudad. Uno de estos líderes pro-cartagineses era este hispano, Moericus, originario del norte de la península según algunas teorías.
Moericus
Según el historiador Tito Livio, Moericus habría sido enviado por los cartagineses para unirse a los siracusanos en su luchar contra los romanos. Sería un experto en defensas urbanas y será el encargado de organizar la defensa de parte de la ciudad, tras la sublevación contra los notables siracusanos. Según nos cuentan las pocas fuentes que tenemos, este mercenario hispano, era conocido por su habilidad como guerrero y estratega en el campo de batalla además de ser conocido por su astucia y su capacidad para engañar a sus enemigos.
Durante el asedio de Siracusa, Moericus propuso reforzar las defensas de la ciudad. También sería el responsable del reparto de zonas entre los prefectos para que cada uno fuera responsable de la defensa de una zona específica. Esta propuesta fue aceptada por todos y Moericus se hizo cargo del mando sobre la zona comprendida entre la Fuente de Aréthousa hasta las bocas del Puerto Grande.
Belligenus
Belligenus, posiblemente también del norte peninsular, fue otro mercenario hispano que llegó a Siracusa durante el asedio de la ciudad por parte de los romanos formando parte de un contingente mercenario contratado por Roma. También según Tito Livio, Belligenus se reunió con Moericus y le informó sobre la situación catastrófica de los púnicos en Hispania. Livio relata que Belligenus exhortó a Moericus a entregar la plaza a los romanos para obtener beneficios personales. Según Belligenus, si Moericus entregaba la ciudad, podría alcanzar un puesto de importancia en “el nuevo orden que se avecinaba” y optar por seguir militando al lado de los romanos o regresar a su patria. Por otro lado, si Moericus persistía en mantener el cerco, no tendría esperanza alguna estando rodeado por tierra y mar.
El final del asedio de Siracusa
Se desconoce cuál fue el papel exacto de Belligenus en el asedio de Siracusa después de su reunión con Moericus. Sin embargo, su presencia como enlace proveniente de la península ibérica sugiere que pudo haber tenido algún que otro papel importante en otras negociaciones entre siracusanos, romanos y cartagineses durante el asedio. No obstante, la reunión con Moericus será la clave en el asedio, puesto que éste, cede y envía una información al cónsul sobre las posiciones que ocuparán sus tropas en la defensa. Así, un trirreme romano es enviado con tropas desembarca en la isla de Nasos siendo estas apoyadas por los mercenarios de Moericus haciéndose rápido con las posiciones y, poco después, de toda la ciudad.
Moericus, en premio a su colaboración con Roma se convertirá en el primer hispano, del que tenemos datos, en recibir la ciudadanía romana recibiendo además tierras en Murgentia donde, tiempo después, en los campos de cultivo propiedad de estos hispanos (500 yugadas a Moericus y 400 a Belligenus) se producirá el mejor vino de Siracusa y donde se acuñarán las primeras monedas con la leyenda HISPANORUM (de los hispanos) de la Historia inspiradas en la monedas siracusanas de la zona.
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