Durante la Guerra de la Independencia, España se enfrentó a una invasión francesa que amenazaba su independencia y soberanía. En medio de este conflicto, un héroe desconocido emergió en la Armada española: el Almirante Cayetano Valdés. A pesar de sus notables logros y sacrificios en defensa de su país, la historia ha olvidado en gran medida a este ilustre marino.
Nacido en Sevilla el 28 de septiembre de 1767, Cayetano Valdés provenía de una familia con una larga tradición de servicio a la corona española. Su carrera naval comenzó a los 14 años, cuando se unió a la Armada como guardiamarina. Después de completar sus estudios iniciales, fue destinado a la escuadra del almirante Luis de Córdova y participó en el bloqueo de Gibraltar y en el combate de Espartel contra la flota británica del almirante Howe. Unos años después estaría bajo las órdenes de Antonio Barceló participando en las operaciones contra Argel de 1783. También participó en la expedición de Malaspina, ya como Teniente de Navío, entre 1789 y 1794, realizando estudios cartográficos y astronómicos por gran parte del Pacífico y América del Sur.
/// Contenidos:
ToggleLos combates del almirante Valdés
Participó comandando el “Infante don Pelayo” en la Batalla del Cabo San Vicente, un combate que, de no ser por la rápida maniobra de Valdés, que evitó la captura del Santísima Trinidad (el buque insignia), hubiera resultado mucho peor para la Armada que resultó vencida a pesar de que contaban con una flota de 24 navíos de línea. Se cuenta que Valdés amenazó con cañonear al buque insignia español si no levantaba su pabellón inmediatamente, ya que lo habían arriado mostrando su rendición ante los ingleses. Además de estos cuatro navíos perdidos, otros cuatro sufrieron daños graves. Los británicos apresaron cuatro navíos españoles: San José, Salvador del Mundo, San Nicolás de Bari y San Isidro.
Ascendido a capitán de navío por sus acciones de guerra, participando en la defensa de Cádiz contra las fuerzas del almirante Nelson que son rechazadas tras varios bombardeos sobre la ciudad. Luego estuvo a cargo de varias flotas que se dedicaron a proteger las rutas con América hasta que, en 1802, es ascendido a brigadier de la Real Armada continuando con su labor de combatir a las flotas corsarias, especialmente después del brutal e injustificado ataque a la fragata “Nuestra Señora de las Mercedes” cuando, se supone, las flotas reales de Inglaterra y España estaban en paz.
Al poco llegará la derrota de Trafalgar, batalla en la que nuestro comandante, ocupando la formación de vanguardia, mandaba el “Neptuno”. Terminó mal herido y perdiendo el conocimiento, siendo su barco rendido por la dotación que no pudo sostener más combate. Ascendió tras esto a Jefe de Escuadra pasando destinado a Cartagena.
La decisión que salvó una escuadra
En Cartagena, en 1805, se le confirió el mando de la escuadra de aquel arsenal, arbolando su insignia en el navío “Reina Luisa”. En febrero de 1808, se negó a cumplir las órdenes de Napoleón de llevar su flota a Tolón y trasladó los barcos bajo su mando a Mahón en lugar de llevarlos a Tolón. Fue durante este tiempo que tuvo lugar el alzamiento contra los franceses, y gracias a esta decisión conservó la escuadra para la nación, demostrando su valentía y compromiso con la defensa de España algo que le costó, tras las abdicaciones de Bayona, su fulminante cese por parte del nuevo rey, José Bonaparte.
Valdés en la Guerra de Independencia
En los inicios de la Guerra de Independencia, Cayetano Valdés, que deseaba tomar parte activa en la guerra contra el francés solicitó destino en el Ejército, obteniendo el mando de una división del cuerpo del ejército del general Joaquín Blake, Jefe del Ejército de Galicia, al frente del cual se encontró en diversas ocasiones. En la batalla de Espinosa de los Monteros, Valdés recibió un balazo en el pecho. A pesar de su herida, continuó luchando y liderando a sus hombres hasta que finalmente tuvieron que batirse en retirada al resultar heridos gran parte de los mandos españoles.
En 1809, fue ascendido a teniente general por la Junta Suprema, y designado gobernador, capitán general de Cádiz. En este puesto, lideró la defensa de la ciudad contra el ejército napoleónico y evitó que fuera tomada durante el sitio de Cádiz, donde mandaba además las fuerzas navales que defendían la ciudad.
La infamia de Fernando VII
Después de que el ejército napoleónico fue derrotado y expulsado de España, Fernando VII regresó al trono. Sin embargo, con la reinstauración del absolutismo, Valdés fue confinado en el castillo de Alicante debido a sus ideas liberales. Su anciano tío, Antonio Valdés y Bazán, intervino en su ayuda y se le ofreció el perdón si pedía clemencia al rey, pero Valdés se negó a hacerlo por considerarse inocente.
La sublevación de Riego, en 1820, le permitió salir del confinamiento devolviéndole el cargo de gobernador de Cádiz, plaza que conocía bien y a donde se había trasladado el gobierno de la nación ante la amenaza del duque de Angulema que invadió España en auxilio del gobierno absolutista de Fernando VII.
A resultas de esto, y tras negarse el rey a cumplir las órdenes de las Cortes de Cádiz, se incapacitó al monarca y se nombró una Regencia compuesta por los generales Mar Cayetano Valdés, Gabriel Císcar y el teniente general del ejército Gaspar de Vigodet, a propuesta del diputado Alcalá Galiano. Finalmente, el rey llegó a Cádiz y la Regencia renunció a sus poderes, cediéndolos al rey el 15 de junio de 1823. Aún así, los franceses sitiaron la ciudad, siendo Valdés nombrado general en jefe de las fuerzas de tierra y mar. Desempeñó su papel con inteligencia y valor, y sus comunicaciones dirigidas al mayor general del ejército sitiador son un ejemplo de dignidad y entereza. En ellas, rechazó las amenazas del duque de Angulema y afirmó su compromiso de proteger la vida del rey y su familia, así como de las principales jerarquías y diputados a Cortes.
No obstante, tras varios meses de asedio, los franceses logran “rescatar” a Fernando VII, que será enviado ante Angulema, al Puerto de Santa María, el 30 de septiembre de 1830, precisamente en una embarcación mandada por el propio Valdés.
Honor entre militares
Fernando VII estableció de nuevo su régimen absolutista y comenzó la persecución de aquellos que le habían obligado a doblegarse ante las Cortes. Condenó a muchos a la horca, estando Valdés entre ellos. No obstante, enterado de esto el gobernador francés de Cádiz, Carlos D´Auney, teniendo en gran estima y admiración a su antiguo enemigo quiso advertirle de esto. Valdés aceptó su destino, pero el francés se negó a verlo morir. En una rápida intervención, ordenó su detención y encierro en un buque francés, que inmediatamente zarpó a Gibraltar. Así gracias a esta estratagema de su antiguo enemigo, pudo salvar su vida y escapar exiliándose en Londres durante diez años junto a otros compatriotas liberales.
Tras la muerte de Fernando VII (1833), se concedió una amnistía que propició su regreso a España. Valdés recuperó sus honores y distinciones, siendo reconocido como capitán general de la Armada con jurisdicción en el departamento de Cádiz y nombrado prócer del Reino. No obstante, las persecuciones e injusticias padecidas minaron gravemente su salud, lo que le llevó a su fallecimiento en San Fernando en 1835, donde fue sepultado en el cementerio de dicha localidad. Mediante Real Orden de 11 de junio de 1851, se reconocieron sus méritos gloriosos y se ordenó su traslado al Panteón de Marinos Ilustres.
Olvidado
A pesar de haber sido un militar valiente, un hombre de espíritu y pensamiento liberal por el que fue represaliado en varias ocasiones, un patriota incondicional y uno de los marinos más destacados del último tercio del siglo XVIII y principios del siglo XIX, sin contar el importante papel que desempeñó en la Guerra de la Independencia, el legado del Almirante Valdés ha sido ampliamente olvidado por la mayoría, pero no por la Armada, donde es recordado como uno de los grandes almirantes de su historia dándole nombre a 2 buques que estuvieron en activo en el siglo XX.
Relacionado
Descubre más desde El Reto Histórico
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Pues yo desconocía por qué una de las calles más importantes de mi pueblo se llama Valdés… Y resulta que debe ser por este insigne militar. Me alegro.