Museo de Historia de Madrid)Muchos conoceremos la caricatura que se conserva de “Pepe Botella”, mejor dicho: José Bonaparte, en la que aparece montado sobre un pepino y vestido con un traje “tejido” con naipes y vasos de vino. Ilustración que lo representaba como un ludópata y un borracho, lo que era la imagen general que el pueblo tenía del hermano del Emperador, su actual monarca.
El característico humor español tiende a poner en ridículo, con razón o sin ella, la figura de cualquiera que les cause dolores de cabeza, o les toque un poquillo la moral (a veces tampoco hace falta eso, eh).
Hay que decir, no se si en defensa o en detrimento nuestro, que ya los franceses tenían esa manía; véase por ejemplo la conocida canción que le hicieron al general inglés John Churchill, duque de Marlborough, esa de “Mambrú se fue a la guerra“. Ese general les dio bastante estopa a las tropas francesas en los campos de batalla y no quedando en ridículo precisamente como presumían las estrofas de aquella canción.
Pues lo mismo le ocurrió a José Bonaparte, le achacaron vicios y defectos que estaba muy lejos de tener.
El nuevo rey de España empezó fuerte, había muchas reformas pendientes, y comenzó a “decretar”. El 3 de febrero de 1809 publicaba:
En todas las provincias de España queda libre la fabricación, circulación y venta de los naipes desde el día 1° de Marzo próximo.
Los fabricantes pagarán en las Aduanas ó administraciones, 18 maravedís de vellón por cada baraja.
En el seis de copas se pondrá la firma del administrador ó de la persona á quien se comisione al efecto, al tiempo de pagar esta contribución conocida en Cataluña con el nombre de bolla.
Se comisarán todas las barajas que se vendiesen sin tener dicha firma, y tanto los vendedores como los compradores, serán castigados con las penas prescritas en las Reales instrucciones y órdenes
No necesitó más. A partir de ese decreto se le tildó de defensor de los jugadores. El rey ludópata.
Pero pocos días después, el 15 de febrero, publicó otro decreto:
Queda suprimido desde este día en todas las provincias de España el estanco de aguardientes y rosolis, y libre su fabricación, circulación y venta.
Los derechos qué pagaban los aguardientes á su introducción en Madrid, quedan reducidos en la forma siguiente: A 34 reales arroba el aguardiente común de 15 grados, en vez de 57 reales y 10 maravedís; á 40 el de prueba de Holanda, y ron de 19 grados, en vez de 79 reales y seis maravedís; y á 50 el de prueba de aceite de 24 grados, en vez de 140 reales y 25 maravedís.
Los rosolis y licores pagarán los derechos establecidos; y la fábrica existente de la Real Hacienda, mientras no se logre enajenarla ó arrendarla, satisfará los derechos en los aguardientes que introducen como cualquier particular
Como vemos autorizó la desgravación de los aguardientes y licores. Por supuesto esto, ante el pueblo soberano, fue motivo más que suficiente para bautizarlo como borracho. Y por mote: “Pepe Botella” (Botellas en inicio y a la posteridad Botella)
Por cierto, el rosoli —o rosolis—, era un licor compuesto de aguardiente mezclado con azúcar, canela, anís y varias plantas (según recetas) y en esa “categoría” entraban muchísimos otros licores (creo que caseros) como el licor café, agua turca o licor de menta.
Conviene recordar que José Bonaparte, Pepe Botella, entró en Madrid el 22 de Enero de 1809 y estos dos decretos los expidió en su primer mes de estancia en el palacio Real, no sería un ludópata ni un borracho, pero bien parece que tenía cierta prisa por favorecer las industrias de los naipes y la de las bebidas espirituosas.
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