Ser hombre es ya por sí mismo una circunstancia atenuante. Pitigrilli
Ya pasa de 300 años (1717) de la creación en Cádiz de la Academia de Guardiamarinas por José Patiño, que supo elevar la Marina de España a la categoría de Ilustrada. Esta academia supuso un referente para Europa, de forma que a ella vinieron, dos años después de su fundación, unos aspirantes llegados del frío.
El Zar obsesionado con el mar
Desde su infancia el futuro Pedro I había mostrado dos particularidades que le acompañarían toda su vida: sed de conocimiento y atracción por el mar. Ya en su juventud se impone como misión sacar a Rusia del aislamiento prolongado y dada la dificultad geográfica, pone la mirada en el mar y apuesta por la mejora de la Marina Rusa con la mirada puesta en Europa.
En 1696, Pedro I se convierte en el nuevo Zar de todas las Rusias. Dentro de las primeras decisiones que toma está la de realizar en ese mismo año la Gran Embajada, es decir, un viaje por Europa. Entre sus 250 integrantes, un tal Piotr Mijailov, el pseudónimo con el que viajará de incógnito Pedro el Grande.
La Gran Embajada formaba parte del anhelo de conocimiento del Zar, de hecho en Amsterdam, en su afán de aprenderlo todo sobre la construcción naval, se hace aprendiz de carpintero de ribera en un astillero. En lo político, la Gran Embajada tenía un objetivo concreto y específico: despertar el interés de las naciones occidentales por formar una alianza con Rusia contra los turcos.
Regresa a Moscú el 5 de septiembre de 1698; su viaje le permitió acumular conocimientos en diversos campos, pero el desarrollo de su campaña diplomática había sido desesperanzadora.
Después de su viaje a Europa occidental busca europeizar a sus súbditos, cambiando usos y costumbres. Hizo afeitarse las barbas y prohibió el pelo largo. Desarrolló la educación traduciendo libros extranjeros y mandó estudiar a otros paises a lo más selecto de su sociedad.
Los éxitos militares de Pedro el Grande se debieron a la modernización del ejército ruso al estilo occidental, dotandolo de conocimientos tácticos actualizados, entrenado y equipado.
Todas las innovaciones del Zar se proyectan sobre una ciudad nueva: San Petersburgo, la ventana a Europa. Fue fundada por el Zar Pedro el Grande en mayo de 1703, en un desafío a la naturaleza, con la intención de convertirla en la ventana de Rusia hacia el mundo occidental creando un nuevo centro de poder alejado de Moscú.
En San Petersburgo fundó el Museo Naval Сentral en enero de 1709, partiendo de su colección particular de maquetas de barcos de la Armada Rusa. Es uno de los mayores del mundo.
Guardiamarinas: de la blanca estepa a la blanca salina gaditana
Pedro envió al extranjero en el año 1697 a 58 nobles rusos que viajaron hasta Venecia para estudiar las Galeras y a Inglaterra y Holanda con objeto de familiarizarse con los grandes navíos.Constituyen el primer grupo de rusos formados como marinos de guerra fuera de sus fronteras pero habría más y vendrían a España.
En 1717 se fundó en Cádiz la Real Compañía de Caballeros Guardiamarinas. Se ubicó en el barrio del Pópulo. Los alumnos se alojaban en casas particulares hasta 1719; a partir de esta fecha se inauguró un edificio propio con la finalidad de reagruparlos, si bien la enseñanza continuó impartiéndose en el «Castillo Viejo».
Poco se sabe de la fundación de la Academia de Guardiamarinas, pues la Secretaría del Despacho de Marina estaba en el Alcázar de Madrid y en el incendio de 1734 ardieron todos los papeles de su archivo.
Después de establecida la Academia, el Zar Pedro el Grande de Rusia envió a Cádiz 22 jóvenes aristócratas con objeto de formar la plantilla de la Armada de su país. Llegaron a Cádiz el 5 de julio procedentes de Málaga en donde desembarcaron. Los asientos en el libro de guardiamarinas datan del 15 de agosto de 1719.
El objetivo del plan de estudios era familiarizarse con las cartas náuticas e instrumentos de navegación, aprender sobre construcción naval, hacer millas navegando y participar en combates navales reales. Si el Zar envió a Cádiz a sus marinos lo hizo con el convencimiento de que la Marina Española es ese momento era lo más puntero del mundo, el mejor lugar para formarse, tanto académicamente en la escuela como en los duelos en la mar, en los que a España nunca le han faltado enemigos con los que batirse, sin duda el entrenamiento ideal para lo que el Zar buscaba en su Marina Imperial.
No les fue bien el Erasmus en la tacita de plata a los rusos. Apenas un mes después escribían una carta, que se encuentra Archivo Estatal Central de Marina con sede en Moscú, a su ministro el almirante Fiodor Matfeevich Apraksin solicitando que tramitara sus bajas en la Real Compañía y ordenara fueran reintegrados al servicio activo de su país.
Uno de los alumnos, Alejo Boloselski, había fallecido a los nueve días de iniciar el curso y fue enterrado en el Hospital del Rey el 24 de agosto, que por entonces dependía de Marina. Otro sufrió enajenación mental, siendo apartado de los estudios.
El desconocimiento de nuestro idioma les hacía muy difícil el aprendizaje en los estudios, pedían insistentemente que se les embarcase, cosa improbable en el primer año de formación de un guardiamarina, en parte porque que el Zar había insistido en que buscaran por todos los medios la participación activa en combates navales contra un enemigo real y también cabe pensar que con la esperanza de un aumento de la paga, mejora económica que reclamaban constantemente para sobrevivir en España.
Las diferencias de madurez entre los guardiamarinas era muy acusada. La edad media era de 22,5 años frente a los 16,5 años de los nacionales. La paga de guardiamarina era de dos rublos y medio mensuales, de los cuales habían de pagarse el uniforme, alojamiento y comida. Los guardiamarinas españoles no vivían de su sueldo sino de sus familias, no hay que olvidar que era una etapa de formación.
Las insalvables dificultades económicas amargaron la vida de los rusos. La imposibilidad de navegar y de participar en combates y quizás la falta de adaptación a la idiosincrasia del pueblo español, impulsaron a la casi totalidad del grupo a dirigir una carta a su ministro implorando la baja en la Real Compañía de Guardiamarinas. Sí, implorando.
A finales de noviembre de 1719 leyeron este escrito en el Almirantazgo al conde Apraksin quien dio la orden de repatriarlos. Concedida la petición, los 20 marinos eslavos abandonaron nuestras costas el 28 de febrero de 1720 con destino a las fuerzas armadas de otros países: quince en Irlanda y cinco en Holanda.
La Academia de guardiamarinas fue un centro puntero de formación de la Marina Española. En trescientos años muchos hombres pasaron por ella, incluso 22 jóvenes cadetes moscovitas que no pudieron, o no supieron, soportar las duras condiciones que les tocó vivir en el Cádiz de 1719.
Para saber más
- Guardiamarinas rusos en el Cádiz de 1719, por Antonio Alemparte Guerrero. En Revista de Historia Naval Nº 72 año 2001
- Aquel guardia marina ruso fallecido en Cádiz.. por Julio Guillén. ABC (Sevilla) – 16/07/1969
- Archivo del Museo Naval. Subsistema Archivístico de la Armada. Órgano de Historia y Cultura Naval.
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