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Los manifiestos intelectuales italianos a favor y en contra del fascismo

La convulsa Italia de los años 20

La marcha sobre Roma organizada por Benito Mussolini, dirigente del Partido Nacional Fascista, en octubre de 1922, marcó el inicio del auge fascista en Italia.

La dictadura fascista entrará más adelante, tras ganar las elecciones el PNF gracias a una nueva ley electoral que los benefició y les hizo conseguir la mayoría absoluta en las elecciones de abril de 1924. La implantanción paulatina de normas y leyes de corte totalitario; además de la eliminación violenta de incómodos opositores, durante 1925, fue allanando el camino para el mandato único de Mussolini.

Posteriormente, una ley aprobada en 1928, convirtió a Italia un Estado de partido único (el PNF) hasta la caída del Mussolini en 1943. Pero antes de que esto ocurriese, la sociedad, y entre ella sus intelectuales se manifestaron a favor o en contra de lo que estaba sucediendo en 1925.

El manifiesto de Giovanni Gentile

El “Manifiesto de los intelectuales fascistas” fue un documento que, redactado por el político y filósofo italiano Giovanni Gentile en marzo de 1925 y presentado en una conferencia de intelectuales en Bolonia. Pretendía dar al fascismo una profundidad cultural.

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Giovanni Gentile

El discurso del manifiesto estaba dirigido, en particular, a los intelectuales de otros países, para intentar crear un consenso internacional sobre la forma con la que el fascismo había llegado al poder en Italia: democrática según el código vigente (Ley Acerbo), pero luego opresor y anulador con todo tipo de oposición.

El contenido del manifiesto fascista

El manifiesto arranca con una afirmación inicial, según la cual el fascismo es un movimiento típico del “espíritu italiano, íntimamente ligado a la historia de la nación italiana, pero que también podría tener “significado e interés en todas las demás naciones”.

Según el texto, el fascismo se presenta a sí mismo como un “movimiento moderno pero antiguo” que recoge en sí todos los valores del pasado y, realizándose en el presente, interpreta las expectativas del futuro para todos los hombres.

El fascismo —según siempre, insistimos, lo que nos cuenta Gentile— se opone a las fuerzas destructivas e individualistas, restableciendo la unidad donde reinaba el caos y restablece la autoridad del Estado frente a la voluntad de algunos individuos.

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Giovanni Gentile, en los años 40 (Publifoto/Olympia)

En el manifiesto, obviamente, no se menciona que ese “retorno al orden” se logró por la fuerza y anulando las libertades democráticas de una nación, a medida que el nuevo gobierno aprobaba una serie de normas en contra de la libertad: se disolvieron los partidos políticos y los sindicatos no fascistas, se anuló la libertad de prensa, de reunión y de expresión, entre otras medidas en contra de todo lo que fuera adverso al régimen que trataban de imponer.

El manifiesto se configura como una justificación cultural de las “las leyes fascistísimas“, aquellas que dotaron al régimen de Mussolini de apoyo legal para controlar la vida de los italianos y que ayudaron a transformar definitivamente el poder fascista en una dictadura totalitaria.

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Cartel de los escuadristas fascistas en la localidad Istriana de Vodnjan (Dignano en italiano), ordenando emplear exclusivamente la lengua italiana en público

En definitiva, el documento proponía una pseudocultura fundada en la negación de los valores de la libertad y la democracia.

El Manifiesto de los intelectuales antifascistas

En respuesta al Manifiesto de Gentile, Benedetto Croce redactó el Manifiesto de los intelectuales antifascistas, un auténtico “contramanifiesto” a las líneas de Giovanni Gentile. Fue publicado el 1 de mayo (día de los trabajadores) de 1925 en los periódicos “Il Mondo” e “Il Popolo” (periódicos de oposición que continuaron sus publicaciones a pesar de la censura).

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El documento de Croce fue apoyado por muchos intelectuales italianos, a pesar de que el asesinato del político socialista Matteotti había demostrado lo peligroso que era oponerse al fascismo.

Los intelectuales antifascistas siempre fueron una pequeña minoría, a pesar de lo que pudiéramos pensar, pero muy atrevida y sin miedo. Por eso fueron perseguidos e incluso algunos, como Giovanni Amendola, que ejercía de periodista en “Il Mondo”, poco después de la publicación del documento de Croce fue atacado por escuadrones fascistas, falleciendo a consecuencia de la brutal paliza que recibió.

El contenido del Manifiesto

En el manifiesto de Croce se critica duramente a los intelectuales fascistas, acusados ​​de haber contaminado tanto el arte como la ciencia con su política y denuncia también la debilidad del pensamiento fascista, caracterizado por “confusiones doctrinales y razonamientos mal concebidos”.

Benedetto Croce
Benedetto Croce

Sin embargo, en el manifiesto se centraba en la crítica hacia el uso político de la cultura. Había subestimado el poder del fascismo, ya que pensaba que el régimen de Mussolini era una fase de transición, una enfermedad temporal que Italia tenía que sufrir para revitalizar su vida nacional y llevar a cabo su educación o maduración política.

Croce también argumenta sobre el abuso de la palabra “religión” y define la doctrina fascista como una suerte de evangelio con cierta inconsistencia, formas extrañas de imposición de la propia autoridad, violación de las leyes, conceptos modernos que se alternan con conceptos muy antiguos y hasta afirma que es todo un halago hacia la Iglesia Católica.

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Italy, 20th century. Satirical illustration of the reaction of Giovanni Gentile to the Manifesto of the anti-fascist intellectuals, written by Benedet…

En resumen, Croce trató de minimizar el fascismo, una fórmula a la que se acogió el “antifascismo liberal” y a la que no se sumaron los intelectuales marxistas, mucho más combativos.


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Miguel Ángel Ferreiro

Militar de carrera, autor de "La Segunda Columna" (Ed.Edaf), director de este proyecto e Historiador del Arte (UNED). Entre África y Europa, como el Mediterráneo.

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