Se retira una estatua de bronce frente al Estadio Olímpico de Ámsterdam por posible vínculo involuntario con el fascismo.
El monumento en cuestión fue diseñado por el escultor Gra Rueb (La Haya). Muestra a un atleta olímpico saludando con su brazo derecho. Se trata del saludo olímpico, pero se confunde con el saludo hitleriano o Deutscher Gruss.
La estatua se colocó frente al estadio de Ámsterdam en 1928, cuando se celebraban allí los Juegos Olímpicos. La estatua de tres metros de altura se erigió en honor al barón Van Tuyll van Serooskerken, primer presidente del Comité Olímpico Holandés y hombre que logró llevar los Juegos a Holanda.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la imagen se volvió controvertida porque aquel saludo quedó ligado al saludo hitleriano.
El saludo olímpico se introdujo en 1924, durante los Juegos Olímpicos de París. Fue utilizado en las siguientes ediciones, aunque, durante los Juegos Olímpicos de Berlín muchos atletas comenzaron a dejar de utilizarlo, aun así se observan muchas fotografías de atletas no asociados al fascismo realizando dicho saludo (son famosas varias fotos de los equipos británicos), esto es porque era —se supone— el saludo olímpico.
Según persistentes relatos que los historiadores refieren al reino de las fábulas, el saludo era de origen romano. Incluso con esa asociación a la Edad Clásica se utilizó en la francia ilustrada, se puede ver en las recreaciones del Juramento del Juego de la Pelota o incluso en los cuadros historicistas como el de J. L. David del “Juramento de los Horacios”.
Después de consultar con los historiadores, el Estadio Olímpico, junto con el copropietario Bouwinvest, concluyeron que lo mejor era retirar la estatua de la zona frontal del estadio.
Las conclusiones de los historiadores fueron que, aunque no existe un vínculo directo con el fascismo, el saludo olímpico se acuñó como tal en la época en que también estaba emergiendo el fascismo. El monumento ahora se colocará en el interior del estadio. En Trouw, directora Ellen van Haaren ha declarado que, la escultura: “Se puede ver en las visitas guiadas, así podemos explicarlo”.
Así es todo la cuestión y el debate ha quedado en el aire: ¿Es correcto retirar este tipo de esculturas de las zonas públicas? ¿Es el espectador el culpable al contextualizar erróneamente? ¿Aciertan los historiadores al ver vínculos con simbología prohibida?
