Crímenes en la oscuridad, intrigas palaciegas, aventuras en los bajos fondos, duelos a estocadas en estrechos callejones, amor, ambición y venganza… Son los ingredientes de esta tercera entrega de la saga El Siglo de Acero, que además cuenta con una minuciosa reconstrucción del Madrid de la época, apasionante escenario que esconde secretos de rufianes y buscavidas, cortesanos y espadachines.
El pasado 1 de junio, el escritor ferrolano Héctor J.Castro publicó la tercera novela de El Siglo de Acero (HRM ediciones) una saga de aventuras históricas, con ilustraciones de Nacho Tenorio y Sergio Mora, en la que cuenta vida y peripecias de Martín de la Vega y Afonso “el portugués”, dos aventureros y soldados de los temibles tercios de infantería española, y su paso a sangre y fuego por Italia, las aguas del Mediterráneo infestadas de corsarios turcos, las guerras de Flandes o las callejuelas de Madrid.
A lo largo de las tres novelas, estos personajes –ficticios pero basados en soldados paradigmáticos de la época como Diego Duque de Estrada o García de Paredes- se mueven por escenarios verdaderos, reconstruidos minuciosamente, coincidiendo con muchos personajes reales como el Duque de Alba, Julián Romero, el espadachín Vincenzo Insausti, el poeta Vicente Esquivel o el propio rey Felipe II.
«Resulta sorprendente descubrir que existe tan poco material en la narrativa moderna ambientado en los tercios y su contexto –explica el autor-. Existe mucha divulgación, ensayos, etc…, pero en el terreno de la novela queda todavía un hueco grande a cubrir; estoy seguro de que en los próximos años, a medida que más gente se introduzca sin complejos en la fascinante historia de España, nos veremos en una edad de oro de la novela de aventuras como la que tuvo Francia a finales del XIX con Dumas, Gautier, Feval, Hugo…»
La trama de su nueva novela, El Diablo a las puertas del Cielo, comienza aquella noche de pascua en la que unos asesinos enmascarados acabaron con la vida de Juan de Escobedo, secretario y mano derecha de don Juan de Austria, en la calle de la Almudena, a dos pasos del Alcázar real. Este suceso desvela una enmarañada conjura palaciega que pone en jaque a la corte de Felipe II e involucra a famosos personajes como Antonio Pérez o la Princesa de Éboli.
En este caso, Ana de Mendoza, princesa de Éboli, se nos presenta como la “villana” de la novela, al más puro estilo Milady de los Tres Mosqueteros.
«Es un personaje fascinante –dice Héctor Castro- lleno de luces y sombras. Para mí, como novelista, la conjura en torno a Juan de Escobedo resulta tan atractiva para desarrollar como trama porque es un caso sin resolver. Todavía a día de hoy se desconoce realmente la implicación que la princesa de Éboli o el rey Felipe tuvieron en ello. Tampoco se saben exactamente las causas por las que ordenaron asesinar a Escobedo. Es un asunto lleno de misterio, por tanto, tremendamente novelesco»
Otro de los puntos fuertes de la novela, como hemos dicho, es la reconstrucción del Madrid de la época. El lector que se sumerja en sus páginas puede cotejar que los esos escenarios son auténticos; muchos de ellos todavía existen y pueden verse, más o menos modificados, a día de hoy. Lugares notorios de la villa como la plaza Mayor o del Arrabal, donde antiguamente se celebraban fiestas de Toros y Cañas, las Cuevas de Lavapiés, la calle de Toledo y el ajetreo de sus tiendas y tabernas; o establecimientos que existieron en la época y que también salen en la novela como el Ventorrillo del Sol, que era parada obligada para la gente que, cada 1 de mayo, bajaba en romería a los campos del Manzanares a celebrar el día del Sotillo.
La espada, como símbolo caballeresco, también está muy presente en la novela, en la que no faltan las riñas y desafíos. Los protagonistas se enfrentan a un enemigo formidable, un sicario llamado Vincenzo Insausti. Este personaje también es verdadero, pues Insausti es realmente el nombre del asesino de Juan de Escobedo, contratado por Antonio Pérez para tal menester; y según la poca información que se conserva de él, vestía una capa escarlata y era un demonio con el arma en la mano. Y es que el libro, no sólo desgrana la conjura palaciega y sus consecuencias, sino que se sumerge en los bajos fondos madrileños, el mundo del hampa nocturna, de tahúres, rufianes y asesinos, para contar qué ocurrió con los esbirros que cometieron uno de los crímenes más escandalosos de la España del Siglo de Oro.
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