Edad AntiguaEn PortadaHistoria Militar

El ‘Pearl Harbor’ de los piratas cilicios contra Roma

La piratería se atrevió a incendiar la flota consular en Ostia... y supuso su fin

Uno de los hechos militares poco conocidos de la Historia naval del Mediterráneo fue el asalto de los piratas cilicios al puerto de Roma, Ostia, en el año 67 antes de Cristo; que supuso su máxima victoria… y en menos de medio año, su fin. Un hecho que –pidiendo perdón por el presentismo para llamar la atención de los lectores– se podría comparar con el sorpresivo ataque japonés al puerto de Pearl Harbor en diciembre de 1941 contra los Estados Unidos de América. Con similar resultado cuatro años después.

Galera del siglo I en un fresco de Pompeya
Galera del siglo I en un fresco de Pompeya

¿Piratas cilicios entrando a sangre y fuego en el puerto de Roma? ¿Y quemando las naves de la flota consular romana? Sí, esto se produjo en Ostia en el año 67 antes de Cristo, provocando una conmoción inmensa en los últimos años de la República Romana.

Es evidente que son dos situaciones bien distintas, pero las similitudes en el atrevimiento de destrozar la flota de una de las grandes potencias del momento llaman la atención para explicar una campaña naval en la Antigüedad que es escasamente conocida. Y que en realidad supuso el inicio de la consideración real de Cneo Pompeyo como Magno (Grande), tras haber recibido el apelativo por parte de Lucio Cornelio Sila –posiblemente de forma irónica y burlona debido a su extrema insistencia en solicitarlo, consiguiéndolo en el 79 a.C. año y pico después de vencer a los númidas en el año 81 a.C.– por ser el romano más joven en recibir un triunfo a la edad de 25 años.

Por su parte, sus adversarios políticos aprovecharon para apodarle como “el adolescente carnicero” (adulescentulus carnifex), como heredero de su padre, Cneo Pompeyo Estrabón, al que llamaban carnicero igual por su extrema brutalidad en el sitio de Asculum durante la guerra con los aliados de Italia contra Roma –conocida más comúnmente con el poco afortunado nombre de Guerra Social–, a cuyos habitantes asesinó sin piedad arrasando la ciudad en el año 89 a.C.

La piratería en el Mediterráneo

Los piratas en el Mediterráneo fueron una plaga durante mucho tiempo. Los primeros más famosos fueron los ilirios y, en la época que nos ocupa, los cilicios. Antes del asalto a Ostia, la anécdota más famosa que indica cómo campaban a sus anchas es la del secuestro del joven Cayo Julio César en el año 74. a.C.

El joven César aumentó bravuconamente él mismo ante ellos su rescate de 20 a 50 talentos de plata, considerando que era una cifra muy baja para su importancia; confraternizó con ellos y, cuando lo liberaron, prometió que los perseguiría hasta la muerte. Los captores se lo tomaron a broma… pero, efectivamente, así lo hizo tras alistar una flotilla y perseguirles sin piedad crucificándolos a todos. En este artículo de El Reto Histórico se cuenta más a fondo lo ocurrido.

Reconstrucción del Puerto de Ostia en el siglo I / Artas Medias Portus Project
Reconstrucción del Puerto de Ostia en el siglo I / Artas Medias Portus Project

Los piratas cilicios se habían convertido en un verdadero problema debido a las consecuencias de las victorias de Sila contra Mitridates VI. “La piratería era la expiación de la servidumbre que Roma imponía al mundo. El mar llegó a ser el asilo de todos los que resistían el someterse a la dominadora, prefiriendo ser bandidos antes que esclavos. La destrucción de las marinas militares dio a la piratería rápido desarrollo, que fue en Oriente formidable cuando Mitridates, cumpliendo el tratado de Sila, licenció sus flotas.

La soldadesca del Ponto se convirtió en vivero de piratas, y no sólo los soldados, sino los oficiales y los nobles adoptaron el oficio. La Cilicia con sus numerosos puertos y sus abruptas costas fue el primer nido de la piratería; luego no hubo fondeadero en el Mediterráneo oriental donde los piratas no tuviesen arsenales y torres de vigía. Plutarco hace subir sus buques a mil y a cuatrocientas las ciudades por ellos despojadas”, explica Francisco Bertolini en su Historia de Roma.

El ‘raid’ en Ostia y la Lex Gabinia

Como se puede vislumbrar en la descripción anterior, los piratas de la época eran algo más que unos simples bandidos navales. Eran experimentados marinos enemigos de Roma que buscaban venganza por el dominio impuesto por Sila en el Oriente. Y le echaron narices. Pusieron contra las cuerdas el comercio del Mediterráneo y ya en el año 74 a.C. el gobierno romano tomó medidas. Dio un imperium infinitum proconsular de tres años a Marco Antonio Quinto Cecilio Metelo –hijo de un general que treinta años antes también estuvo encargado de controlar la piratería– que no cumplió con su misión.

Mapa de situación del Puerto de Roma / Simon Keay 2005
Mapa de situación del Puerteo de Roma / Simon Keay 2005

“Más atento a la acumulación de recursos que a la acción primordial […] sin una planificación ni coordinación visible, desvió sus esfuerzos hacia Creta, dejando de lado el núcleo fundamental cilicio, para sufrir una vergonzosa derrota en las costas de la isla que terminó en una humillante paz, por supuesto ignorada por el Senado. El desastre sólo podía tener consecuencias positivas para una subsiguiente proliferación de las acciones piráticas, de las cuales ni siquiera las bocas del Tíber se vieron libradas”, apunta José Manuel Roldán (2).

Los piratas Cilicios se atrevieron a realizar una incursión en pleno corazón de la República Romana, incendiando entera la flota consular nada menos que en el puerto de Roma. Como consecuencia, el trigo que se recibía de Sicilia y de Cerdeña dejó de llegar exponiendo a la Urbe Eterna al hambre

Y entonces ocurrió. La atrevida incursión en pleno corazón de la República Romana, en el puerto de Roma, Ostia (aquí se puede ver una conferencia en la UNED del profesor Miguel Ángel Novillo López sobre la historia de la ensenada a 35 kilómetros de la antigua metrópoli), donde los piratas cilicios incendiaron entera la flota consular. Como consecuencia, el trigo que se recibía de Sicilia y de Cerdeña dejó de llegar, teniendo que suspenderse sus distribuciones públicas dejando a la Urbe Eterna expuesta al hambre. Fue la gota que colmó el vaso. Una afrenta en toda regla que había que solventar como fuera.

A la guerra contra los piratas

Pompeyo acababa de terminar su consulado junto a Marco Licinio Craso –que aprovecharon para abolir la Constitución de Sila– y se encontraba sin ocupación bélica, cosa que le incomodaba profundamente ya que era más un militar que un político. Vio la oportunidad y se aprovechó de un cliente suyo para conseguir un mando superior y una guerra.

“Entonces fue cuando pensando en Pompeyo […], el tribuno de la plebe Aulo Gabinio presentó la propuesta de confiar, con autoridad ilimitada, la dirección de la guerra contra los piratas a un varón consular. Con indescriptible entusiasmo, el pueblo y también César, que por entonces había ingresado al Senado, eligieron a Pompeyo. Éste recibió el mando supremo por tres años en toda la región del Mediterráneo y en todas las costas hasta 75-80 kilómetros tierra adentro […]. El precio del trigo, que se había elevado mucho debido a los obstáculos en la importación, bajó en seguida a su nivel normal”. (3)

Birremes romanas del siglo I en un relieve de Cumas
Birremes romanas del siglo I en un relieve de Cumas

Sobre este momento, es recomendabilísimo escuchar el fantástico capítulo 259 del podcast La Tortulia en el que explican en el minuto 30 más a fondo cómo lo consiguió con un truco político en contra de la mayoría de patricios.

La campaña naval de Pompeyo

La Lex Gabinia concedió amplios poderes a Pompeyo –aprobada en contra de muchos optimates, ya que fue la asamblea popular quien le dio paso, porque veían una concentración de poder propia de la monarquía–, que en un primer momento le concedía 200 naves, la potestad de nombrar 15 legados y 6.000 talentos del erario público. El apoyo popular fue tan intenso, confiada la plebe en que la falta de trigo “se trocaría en abundancia”, que al final recibió mucho más de lo que esperaba. Finalmente se encontró al mando del ejército más grande nunca levantado hasta entonces por la República de Roma: 1.500 naves, 24 legados, 120.000 infantes y marineros, 5.000 caballos y todo el dinero que necesitara.

Pompeyo se encontró en el 67 a.C., gracias a la ‘Lex Gabinia’, al mando del ejército más grande nunca levantado por la República de Roma: 1.500 naves, 120.000 marinero e infantess, 5.000 caballos y presupueto ilimitado. En una celérica campaña consiguió eliminar la piratería del Mediterráneo

“Con tal nervio de fuerzas, fácil era pronosticar el resultado de la empresa”, apunta Bertolini. “Pompeyo dividió el mediterráneo en trece zonas y dio el mando de cada una a un legado, reservándose el supremo. Comenzó las operaciones por Sicilia, cuyas costas purgó en breve de los bandidos; pasó a Libia y a Cerdeña, dejando fuertes escuadras en los principales puertos de que Roma extraía sus cereales, y en cuarenta días los mares que ciñen Italia se vieron libres y seguros. El gran almirante se encaminó entonces al Oriente. Atenas le saludó como su salvador, y no halló en parte alguna resistencia”. (4)

Mapa de situación de Cilicia en la Antigüedad
Mapa de situación de Cilicia en la Antigüedad

Los piratas, espantados ante aquellas grandes fuerzas, corrían a sometérsele: sólo en Cilicia, junto al promontorio Coracesio, cuna de la piratería, hizo ésta un supremo esfuerzo de defensa; pero cuando los bandidos se vieron cercados por las naves enemigas, desmayaron y se rindieron. Ochenta y nueve días bastaron para llevar a término la gran empresa. Estrabón hace subir a 1.300 los buques piratas quemados por Pompeyo”. (4)

La magnanimidad pompeyana

El Magno hizo honor a su apelativo y fue magnánimo. Ante él, en la última operación, se rindieron veinte mil piratas, “a los cuales no impuso otra obligación que la de vivir lejos del mar” y los destinó a una ciudad dentro de la región, la antigua Soloe destruida por Tigranes de Armenia que reedificó con el nombre de Pompeyópolis. Pompeyo fue el verdadero creador del concepto Mare Nostrum al conseguir durante un siglo el control práctico de la piratería en el Mediterráneo tras esta campaña.

Moneda conmemorativa de Pompeyo el Magno, victorioso de los piratas
Moneda conmemorativa de Pompeyo el Magno, victorioso de los piratas

Con el éxito, y sin ganas de volver al politiqueo del Senado, consiguió el mando para terminar con Mitridates, que en el año 74 se había vuelto a alzar contra Roma. Cosa que consiguió con gran pericia, convirtiéndose en el vencedor de Oriente. “En Asia Menor, anexiona el Ponto y dispone en favor de príncipes clientes del resto del territorio. La Siria y la Fenicia son reducidas a provincias romanas. Comagene y Osroene, dadas a príncipes vasallos […]. En 62, la obra militar y diplomática de Pompeyo en Oriente queda terminada”. (5)

Después de una ausencia de cinco años, Pompeyo regresaría victorioso a Roma, en el culmen de su poder. Dos años después comenzaría el triunvirato con Craso y César, preludio al fin de la República Romana, hasta que en el año 49 a.C. Julio César cruza el Rubicón y se convirtieran en enemigos íntimos. Pero esa es otra historia (6) y otra suerte muy distinta estaría echada.


Nota final: es evidente que las similitudes entre el ataque japonés a la Flota del Pacífico de los Estados Unidos de América en el puerto de Hawái son nada más que la sorpresa y cómo terminó en la reacción de una gran potencia y la derrota más absoluta del atacante. Está claro que no se puede comparar la guerra naval de la Antigüedad con la aeronaval del siglo X, casi dos mil años después; pero si este recurso estilístico ha servido al lector para conocer un suceso histórico tan desconocido como interesante, estoy seguro de que me perdonará el atrevimiento.


(1) ‘Historia de Roma’, Francisco Bertolini. Pág. 273. Edimat Libros, 1999.
(2) ‘Historia de Roma. Tomo I. La República Romana’, José Manuel Roldán. Págs. 526 y 527. Cátedra, Historia. Serie Mayor, 1999.
(3) ‘Roma. El país y el pueblo de los antiguos romanos’, Emil Nack y Wilhelm Wägner. Pág. 207. Editorial Labo, 1960.
(4) ’Historia de Roma’, F. Bertolini. Págs. 274 y 275. Edimat Libros, 1999.
(5) ‘Nueva ’Historia de Roma’,León Homo. Pág. 206. EditorialIberia, 1981.
(6) Podcast ‘La Tortulia’: Saga de la caída de la República Romana — Episodios de los Graco: 222 y 227; episodios de Mario y Sila: 228, 229, 230, 232, 234, 236, 247, 248, 251; y episodios del final de la república con Pompeyo y César: 253, 259, 261, 267, 271, 273 y 274.

Jesús María López de Uribe

Jesús María López de Uribe (León, 1970) es periodista en ileon.com, divulgador y doctorando en Historia, además de editor del blog 'Manu Militari' (en Twitter @MMilitari). Su perfil personal es @UribeX.

Revisa la Política de Privacidad antes de dejar un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba