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La biblioteca de Tombuctú: Una perla en el desierto

La historia del fondo Kati e Ismael Diadié, su guardián

22 de mayo del año 1468. Miles de exiliados salen de Toledo con pasos cansados hacia lugares desconocidos. Entre ellos, el Jurisconsulto Ali b. Ziyad al-Quti (al-Quti = -el hijo de- el godo) de Toledo.

Mezquita en el estilo clásico de Malí; tan grandes mezquitas generalmente contenían una universidad donde se les enseñaba el Corán, los estudios islámicos, la historia, el derecho, y la gramática
Mezquita en el estilo clásico de Malí; tan grandes mezquitas generalmente contenían una universidad donde se les enseñaba el Corán, los estudios islámicos, la historia, el derecho, y la gramática

Ya no había sitio para ellos en un lugar donde pertenecer a otra religión se había convertido en algo muy peligroso. Cuentan las historias locales toledanas, que algunos se llevaron las llaves de sus casas con la esperanza de volver algún día a la tierra que abandonaban. La familia Al-Quti se llevó otro tipo de llave, la de la historia escrita que aún hoy muchos desconocen y que se confunde, desde entonces, en un nombre de leyenda: La Biblioteca de Tombuctú.

El Guardián

Ismael Diadié es el guardián de unas de las bibliotecas más importantes del mundo. Él consiguió recopilar más de tres mil manuscritos antiguos en árabe, hebreo y castellano aljamiado (nombre dado por los árabes a las lenguas de los cristianos peninsulares). Ismael hizo realidad que la historia, nuestra historia, haya llegado a nosotros a través de los siglos gracias a su tesón y a su deseo de realizar un gran sueño: salvar el tesoro de la palabra escrita de la destrucción y de la ignorancia. Salvó, entre otros, 7.000 documentos del valioso Fondo Kati antes de huir de Malí.

Ahora, siglos más tarde, la biblioteca vuelve a estar en peligro: organizaciones yihadistas han destruido una gran parte del legado custodiado por Diadé, además de haber impuesto a sangre y fuego el dictado rigorista del credo islámico, a cerca de millón y medio de habitantes en el norte de Mali, vasto territorio desértico de 850.000 kilómetros cuadrados flanqueado por Mauritania, Argelia y Níger.

Prohíben pasear a parejas mixtas por la calle y destruyen los mausoleos sagrados, considerados Patrimonio Mundial por la UNESCO, de una ciudad que acogió libros venidos de toda Europa que eran copiados por sus copistas y que incluso León el Africano en su libro Historia y descripción de África y de las extraordinarias cosas que contiene, narra la importancia que tenía en Tombuctú el comercio de manuscritos:

Y hasta aquí llegan libros y manuscritos de la Berbería, que son vendidos por más dinero que ninguna otra mercancía. La moneda de Tombuctú es el oro puro, sin acuñar ni inscripción de ningún tipo

También Manuel Pimentel, siglos más tarde, mientras escribía su novela Monteluz, intentó documentarse sobre bibliotecas históricas desaparecidas. Templos de saber que ardieron estúpida y cruelmente por conquistadores y fanáticos que querían borrar cualquier vestigio de la cultura o de la religión odiada. Allí encontró, además de lo que buscaba, la amistad del sabio, Ismael Diadié.

Ahora estos libros en su largo caminar, vuelven a sus escondites ante el temor de sus cuidadores y estos, a su vez, huyen e inician, de nuevo, una diáspora a la espera de que sea la Comunidad Internacional, con el presidente de Francia a la cabeza, Françosie Hollande, la que actúe, ante esta nueva barbarie.

Ejemplares rescatados

Otros tiempos

Pero hubo un tiempo de esplendor, un tiempo lejano en el que cristianos, judíos y musulmanes convivieron en Toledo durante los siglos XIII y XIV en una frágil armonía. Alfonso VII y Fernando III creían firmemente en la importancia de una cohabitación pacífica y aunque la organización social, religiosa y económica era dispar, las tres culturas dieron un esplendor difícilmente de igualar a lo largo de la historia.

A mediados del S. XV, Ali b. Ziyad al-Quti abandona su tierra. Dejará atrás Toledo rumbo a Gumbu, (pueblo situado en la Curva del Río Níger), y junto a él una amplia comunidad de andalusíes. Ali b. Ziyad está decidido a buscar la paz y la tranquilidad en África y para ello iniciará un largo viaje acompañado no sólo de hombres y mujeres, sino también de la biblioteca que ha ido atesorando a lo largo de su vida. Unos libros que representan el eje de su memoria, la única tierra verdadera que les queda.

Dejando Castilla y al-Andalus, su tierra paterna y materna, Ali b. Ziyad se daba al dolor del exilio, dolor que nace del abandono de todo lo que uno ha conocido y amado para una aventura cuya finalidad se desconoce. Su intención era buscar la paz y la tranquilidad; lo dice en una nota del 22 de Julio del año 1468, y esto es lo que espera ganar a cambio de lo que pierde; pero, su seña de identidad, la lleva entre la sangre y la tinta.

En 1495, Askia Mohamed– acompañado de su sobrino Alfa Mahmoud Kati, ilustre escritor andalusí y primogénito de Ali b. Ziyad al-Quti, organiza un viaje a La Meca: 2000 peregrinos los acompañaban; cansados del largo viaje, muchos decidieron abandonar y establecerse en ambas orillas del Níger.

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Estos viajes fueron una de las causas que sembraron de apellidos, nombres y vestigios andalusíes-hispanos, las rutas de Tombuctú a La Meca. Se puede decir que en tierras lejanas tenemos hermanos; que nuestra sangre ha traspasado el tiempo y los exilios de nuestros antepasados.

 “Sabed que aquél que pierda sus orígenes, se perderá a sÍ mismo, y verá a toda esperanza abandonarle”, nota de Alfa Ismaël b. Alfa Kati Mahmud”.

Este es el consejo que da a sus hijos Alfa Ismaël b.alfa Kati Mahmud tras asistir con dolor a la dispersión de su familia. Jimballa, Gundam, Kirshamba y Gumbu serán los lugares a donde se dirigirán; retornan al exilio. Para sus antepasados no hay mayor tesoro que dejar constancia escrita de su peregrinar, de lo que fueron, de lo que sufrieron.

La historia de los Godos ha sido desde siempre la un constante exilio, un constante abandono de un sitio para otro. El origen y gestas de los Godos del historiador Jordanes lo muestra; la historia de los Godos es la de una larga migración.

Arranca en las lejanas tierras de Escandinavia, pasa por los ríos, las estepas y los grandes centros europeos antes de ubicarse en Tolosa, y al final en Toledo. Han adorado los dioses germanos, se han hecho con Ulfila cristianos arrianos antes de hacerse católicos con Recaredo y acabar musulmanes con la penetración del Islam en la Península Ibérica, época a partir de la cual se les llaman Quti. Estos Quti o Godos islamizados siguieron moviéndose entre Toledo, Córdoba, Sevilla, Cortés de la Frontera y otros centros andalusíes hasta el final del reino Nazarí de Granada. Pasaran con Ali b. Ziyad al-Quti al otro lado del desierto y después de su muerte, sus hijos seguirán dispersándose en la Curva del Níger.

La palabra escrita

Los manuscritos que componen la que hoy es una gran biblioteca, han pasado por innumerables aventuras: han sido cargados en camellos, y viajado en una piragua por el Níger, donde los pergaminos y el papel apenas soportaban el agua, y todo para poner a salvo los manuscritos de la destrucción de unos locos, incluso en algunos casos poniendo en peligro la vida. Pero el hombre, una y otra vez, se empeña en destruir la palabra escrita.

La palabra es poder, no hay genealogía del poder sin una arqueología del saber.

Michel Foucault lo dijo:

 “Todos los poderes noveles se afirman fundándose sobre una palabra nueva, una ideología como se dice hoy en día”

 

La palabra escrita es el testimonio de un saber que fundamenta un poder, así los que lleguen con nuevas verdades, nuevos criterios del Bien y del Mal, llegan también con el fuego y la espada, entran así en la historia dejando cenizas bibliotecas como las de Alejandría o de Sarajevo.

Pero Tombuctú ha sido mito durante siglos, la ciudad deseada, el lugar donde los grandes aventureros del S. XIX no conseguían llegar pese al empeño que ponían en ello. Hasta 1880 sólo lo conseguirán cuatro europeos: René Caillié (1828), Heinrich Barth (1853), y Oskar Lenz y Cristóbal Benítez en 1880. Otros muchos quedaron en el camino presa de enfermedades, asesinatos o abandonados en el desierto; ese gran espacio que separaba Tombuctú y que la hacía más deseada.

Pero los gritos de auxilio de Diadié fueron escuchados y muchas personas como José Saramago, Juan Goytisolo o Antonio Muñóz Molina se sumaron a un manifiesto promovido por el poeta José Ángel Valente:

Tememos la dispersión y la desaparición de cinco siglos de historia de una familia ibérica en África. Cada día que pasa, un documento puede destruirse y con cada manuscrito perdido, desaparece una porción de la historia de la humanidad

Ellos dieron la voz de alarma para salvar un tesoro de valor incalculable y la Junta de Andalucía hizo la aportación económica necesaria, a través de un convenio que se firmó el 30 de junio de 2002 por el entonces consejero de Relaciones Institucionales, el andalucista Juan Ortega y los numerosos actos organizados por la Fundación Tres Culturas y a los que ha asistido en calidad de conferenciante, Ismael Diadié.

Desde aquello, la Biblioteca de Tombuctú brilló con luz propia, protegida de una más que posible destrucción, aunque ahora vuelve a estar en peligro de desaparecer, además de por la barbarie de unos locos, por el abandono y falta de interés por parte de la Junta, lo que ha llevado a paralizar el convenio y la digitalización y realización de las copias informatizadas. Situación que fue denunciada por Rafael Sanmartín Ledesma, del Centro de Estudios Históricos de Andalucía y advirtiendo las consecuencias que acarrearía el incumplimiento de lo firmado.

El profesor Jonh Hunwick de Chicago dijo que el fondo Kati es para la Curva del río Níger y por ende para África del Oeste lo que los manuscritos del Mar Muerto para Oriente o la Gueniza del Cairo para el mundo del Nilo. No exageraba. Sólo después de un estudio exhaustivo, se podrá saber con exactitud lo que aporta esta biblioteca de 7026 manuscritos cuyos fechados van entre el año 1198 y el XIX.

Estamos ante una biblioteca doble. De un lado, tenemos los manuscritos propiamente dichos, y de otro, tenemos las marginalia que forman un total de 6162 notas. Estas notas marginales constituyen un archivo familiar puesto en las márgenes de los manuscritos. Allí se encuentran diarios de viajes de algunos miembros de la familia, copias de cartas imperiales, censos demográficos, observaciones sobre el clima a lo largo de los siglos (XV-XIX) o copias de manuscritos andalusíes en vía de destrucción.

José Ángel Valente fue el primero en España en darse cuenta de la importancia de esta biblioteca cuando muchos intelectuales ignoraban que desde 1897 los franceses escriben sobre esta familia y que en todos los estudios africanistas siempre se habla de uno de  estos manuscritos: el Tarikh el-Fettach que se reedita bajo los auspicios de la UNESCO.

La familia Kati siempre agradecerá a José Ángel lo que hizo por la biblioteca, así como a todos los firmantes del Manifiesto del ABC y a aquellos políticos que no dejaron de apoyar como José Bono, entonces presidente de la Junta de las Comunidades de Castilla la Mancha, Manuel Chaves, expresidente de la Junta de Andalucía, o Miguel Ángel Cortés Martín, secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica.

Ismael

Esta historia, pido que se transmitida a todos los hermanos; la he oído de mi padre Ibrahin, este lo ha oído de su padre Mahmud, quien lo ha oído de su padre Mahmud, quien lo ha oído de su padre Alí b. Al-Mutawakkit bi-Allahb. Ziyad B. Bakr al-Quti al-Tulaytuli al Anbdalusi”

Muhammad b. Abana B. Mahmud Kati. Rihla, Fondo Kati, MS 86, folio 129-130, capítulo 104-105.

Así comienza el  libro de Ismael Diadié, publicado en RD Editores, Los últimos visigodos, la biblioteca de Tombuctú. Ismaél  ha heredado un gran tesoro y ha cumplido con el primer deseo; no sólo la ha transmitido a todos los hermanos, sino que ha puesto la Biblioteca a disposición del mundo. Ha dado más de la mitad de su vida a salvaguardar la memoria de su familia y hoy lo vuelve a hacer poniendo a salvo de nuevo el tesoro que ha ido pasando de padres a hijos a través de los siglos que han conformado esta huida que no acaba.

Educado en los textos filosóficos por su padre, Ismael ha visto a lo largo de su vida la historia humana y por eso no duda en afirmar que tiene el amargo sentimiento de que “en la paz el hombre no descansa, sino prepara con acervo inquietud las guerras, y en los tiempos de convivencia, se medita los próximos holocaustos”.

Tombuctú, “la Perla del Desierto”, el lugar lejano y legendario que despertó el deseo de aventura de unos y la avaricia de otros, el sitio donde reposan nuestros antepasados desconocidos; es hoy el lugar de peregrinaje de muchos estudiosos que buscan entre sus legajos el olor del pasado, la historia que un día fue y el tacto de lo que otros escribieron y fueron.

La Gran Mezquita de Djenné
La Gran Mezquita de Djenné

Tombuctú es el lugar donde está depositado no sólo el legado de la familia Kuti, sino el de todos nosotros; Tombuctú es el final de un gran recorrido por los siglos, y su geografía, Tombuctú es el sitio donde descansa el sueño de toda una familia que ha luchado por proteger y transmitir la impronta de lo que fueron a lo largo de toda una vida y que ha podido hacer realidad Ismael Diadié. De él y su tesón depende que la sabiduría que guarda celosamente, llegue a los hijos, de los hijos, de los hijos, de nuestros hijos.

” En enero de 2014, Ismaël Diadié Haïdara recibió la Medalla de Oro de la Ciudad de Toledo, concedida por el Ayuntamiento de la capital regional en reconocimiento y valoración de los esfuerzos personales realizados por la Familia Kati para conservar y mantener una biblioteca con manuscritos únicos sobre la historia medieval de España y difundir este patrimonio documental.

Debido al conflicto bélico que afecta a la zona del Sahel, el fondo se encuentra ahora oculto y disperso para evitar saqueos. Bajo auspicio de la Fundación DKV, las ciudades de Toledo, Jerez y Tarifa están trabajando en un proyecto que permita su salvaguarda y su puesta al servicio de los investigadores y estudiosos en nuestro país. La iniciativa tiene puestos sus ojos en el año 2017, cuando se cumpla el 550 aniversario de la partida desde Toledo de Ali ben Ziyad. “

(Publicado en ABC del 2 de febrero de 2015)

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FUENTES:

  • Ismael Diadié.
  • Los otros españoles. Los manuscritos de Tombuctú. Andalusíes en el Niger. Ismael Diadié y Manuel Pimentel. Mr Ediciones. 2004
  • Los últimos visigodos. La biblioteca de Tombuctú. Ismaël Diadié Haidera. Rd. Ediciones
  • Isabel la Católina. Manuel Fernández Alvarez. Editorial Espasa
  • El origen y gestas de los Godos del historiador Jordanes
  • Fundación Tres Culturas
  • Centro de Estudios Históricos de Andalucía
  • Manuel Pimentel. Editor
  • Miguel Ángel Martín López. Fotografías facilitadas por el profesor de Relaciones Internacionales. Facultad Comunicación de Sevilla


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_María José Andrade

Periodista en constante formación. Abducida por las nuevas herramientas digitales en las que no he crecido, pero en las que me visto obligada a desenvolverme (y lo mejor es que me gustan) Estudiando, leyendo e investigando porque los cambios de este momento, que me ha tocado vivir, no dejan otra opción...Intentando compatibilizar todas las vidas que ocupan las veinticuatro horas que tiene el día.
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