Los siglos XVI, XVII, y XVIII son generalmente conocidos como “Os Séculos Escuros” en el caso de la literatura en lengua gallega por la ausencia de una sustancial producción escrita, sobre todo impresa.
Lo cual no quiere decir que no hubiera literatura o producción, nada más lejos de la realidad, sin embargo se trata de una producción mayormente oral y de escasa circulación, como algunos autos (Auto dos pastores), cartas (las del Gran Conde de Gondomar), o canciones (Canción galega en loor de don Diego das Mariñas).
La ausencia de producción impresa no viene determinada por una prohibición movida por órdenes superiores, como suelen argumentar los propugnadores del mito de la “doma y castración del reino de Galicia”, locución que procede de una cita errónea y descontextualizada sacada por Castelao del cronista de Aragón don Jerónimo Zurita. La explicación es mucho más simple, y tiene que ver con el propio mercado del libro.

La imprenta es un negocio. En este caso, para ser rentable se tiene estimado por Jaume Moll y otros autores que una imprenta necesita al menos 12.000 habitantes en un núcleo urbano compacto para ser rentable. En la Galicia de los siglos XVI y XVII no había poblaciones que cumpliesen esas características. Miremos pues lo que dice el censo de 1591 y cuáles son las mayores poblaciones del Reino en ese año:
- Pontevedra, 1.510 vecinos. Alrededor de 8.000 habitantes.
- Coruña y sus cotos, 1.457 vecinos. Alrededor de 7.500 personas.
- Santiago, 984 vecinos. Más o menos 5.500 habitantes.
- Baiona, 947 vecinos. Cerca de 5.200 habitantes
- Vigo, 845 vecinos. Más o menos 4.500 personas.
- Ourense, 700 vecinos. Alrededor de 4.000 personas.
- Betanzos, 554 vecinos. Más o menos 3.000 habitantes.
- Lugo, 384 vecinos. Alrededor de 2.200 habitantes.
- Mondoñedo, 226 vecinos. Cerca de 1.200 personas
Con todo esto, sin embargo, nos encontramos algunos testimonios de la lengua gallega en textos del Siglo de Oro de la literatura en castellano que nos pueden ser de alguna utilidad para ver cómo era la lengua gallega en los Siglos Oscuros (“Séculos Escuros” en gallego).
A este respecto cabe destacar a tres autores que tienen comedias ambientadas en Galicia en las cuales hay pasajes en gallego, aun no siendo ellos naturales de Galicia.
Tirso de Molina tiene fragmentos en lengua galaica en La gallega Mari-Hernández, Pedro Calderón de la Barca incorpora fragmentos gallegos en Luis Pérez el gallego, y el murciano Andrés de Claramonte tiene a varios personajes usando la lengua de Galicia de manera continua en La lindona de Galicia, en la cual el personaje titular usa de manera casi exclusiva el gallego.
Surge pues la pregunta de cómo estos autores podían tener suficiente conocimiento de la lengua como para usarla en sus obras de teatro, y para cada uno hay una explicación distinta.
Tirso de Molina estuvo unos cuantos años en el monasterio de Poio, distante no más de una legua de la ciudad de Pontevedra. En ese tiempo, y con suficiente contacto con la gente del lugar, adquirió conocimientos bastantes de la lengua autóctona como para incorporarla a la comedia mencionada.
Veamos aquí un fragmento del tercer acto:
Teña maon sua señoría.
O meu pai foi cociñeiro
de vosso pai muitos dias,
porque de nossa nobreza
foi o solar sua cociña.
Sendo cociñeiro, pois,
e probando a comida
que guisaba, craro está
que o mesmo manjar comia
o meu que o vosso pai.
Isto ¿he verdade?
Aquí se pueden observar rasgos propios del portugués que ha recogido con competencia Tirso pero que hoy no están presentes en la lengua gallega. Tenemos, por ejemplo, la “n” final en “maon”, que el autor madrileño añade por reflejar el rasgo de nasalidad propio de la lengua portuguesa que se escribe en esa lengua con la superposición de la vírgula por encima de la vocal. “Muitos” también es un elemento típico del portugués, con un cierre de la vocal que hoy día es una “o” en el gallego “moitos”.
Note también el lector que la pronunciación de la “j” en castellano de la época corresponde a un mismo fonema que la “x” o la “j” portuguesa, como queda descrito por gramáticos auriseculares tales como Villalón o Cristóbal de las Casas. Esto anota Casas La .x. con qualquier vocal vale como en Toscano .sc. con .e. .i. como “Caxa”, “enxuto”, suenan como allá “fascia”, “asciuto”, que se completa con lo que dice Villalón La X, en el castellano tiene la mesma pronunçiaçion en el vocablo que tiene la j, larga, que el Latino llama consonante: porque poca diferençia haze dezir jarro o xarro, jornada o xornada, porque todo se halla escripto en el castellano.
El murciano Claramonte, por su parte, conocía la lengua de Galicia de manera más o menos indirecta. Como director de compañía teatral hacía con frecuencia la ruta de Portugal con sus giras, lo que incluía estancias prolongadas en Lisboa, Coimbra, Oporto, y acababa en Santiago de Compostela con representaciones también en Pontevedra.

Estas temporadas teatrales acaban sumando un tiempo de estancia entre Galicia y Portugal similar o superior al tiempo que pasó Tirso de Molina en Poio, con lo que se le puede asumir un conocimiento razonable de la lengua portuguesa y la gallega, que en el XVII eran menos diferentes que hoy. Aun así se le notan claros elementos propios de la lengua castellana en la composición. Aquí un extracto:
A ó fin os montes y maires
Prantas, frores, e campiñas
Obedientes a meus pés
Se están morrendo de risa;
E pois deus, serranus, quiso;
Facerme fembra tan rica,
Y me dá despois infante
Por feredeyra esta filla
Que oxe embautismada vein
A chamarse doña Linda
Duas vegadas, pois es
Linda por cara e por pila
Pedidme mercedes tudas
Vemos como rasgo compartido con el gallego de Tirso de Molina la conversión de la “l” en “r” en palabras como “prantas”, “frores”, “craro”, que hoy no aparece necesariamente en todas las variantes de la lengua que se habla en Galicia, aunque sí hay buenos casos como “praza”. También vemos el cierre de la vocal “o” en “u” observado también en Tirso “serranus” y “tudas”, además de “muitos”. También merece especial mención el uso de “vegada”, palabra compartida con la lengua astur-leonesa y la catalana, que significa “vez”.
Hoy en día no se halla recogida en el Diccionario de la Real Academia Galega, y no será por falta de uso acreditado como se puede verificar en una búsqueda simple en el Tesouro Informatizado da Lingua Galega, que arroja centenares de casos para “vegada” y “vegadas”.
Esta presencia de la lengua gallega en textos castellanos merece mucho más análisis y estudio por la utilidad que presentan para el conocimiento de la lengua de Galicia en el período de los Siglos Oscuros, pero eso no es objeto de este modesto artículo para el Día de las Letras Gallegas.
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