Se han descubierto los restos de un mono araña en el complejo ceremonial central de Teotihuacán, México.
Los monos araña eran animales exóticos que no eran nativos de las áridas tierras altas del centro de México, y éste probablemente fue un regalo diplomático de sus vecinos mayas. Fechado por radiocarbono en la segunda mitad del siglo III d.C., el mono araña es el ejemplo más antiguo de un primate en cautividad en América, y la primera evidencia de la actividad diplomática entre Teotihuacan y las ciudades-estado mayas en el periodo Clásico Temprano (250-550 d.C.).
Situada a unos 40 kilómetros al noreste de la actual Ciudad de México, Teotihuacán fue un centro religioso, cultural y comercial en el altiplano mexicano desde el siglo I hasta el año 500 d.C. En su apogeo, en el año 450 d.C., fue la ciudad más grande y poblada de la América antigua, con una estimación conservadora de 150.000 habitantes, ya que la mitad de los habitantes del Valle de México vivían en Teotihuacán.
No estaba gobernada por reyes dinásticos como los sistemas políticos mayas, en realidad no se sabe qué forma de gobierno tenía Teotihuacan, pero sí que tenía poderosos señores de la guerra porque a finales del siglo IV, uno de ellos conquistó el centro de poder maya de Tikal a casi 1000 km de distancia. Las inscripciones mayas registran que los contactos de Teotihuacán llegaron hasta Honduras, tal vez incluso conquistando ciudades-estado allí, y ciertamente difundiendo su presencia cultural, en particular su característica artesanía de obsidiana y sus estilos arquitectónicos.
El esqueleto completo del mono araña fue desenterrado en el Complejo de la Plaza de las Columnas de Teotihuacán. Se trata de una ofrenda de sacrificio depositada en el templo con las manos atadas a la espalda y los pies unidos, este tipo de atadura era común entre las víctimas de sacrificios, humanos y animales enterradas vivas. Junto a él se encontraron los restos óseos completos de un águila real, el cráneo de un puma, varias serpientes de cascabel y objetos rituales (figurillas de piedra verde, artefactos de concha, hojas de obsidiana). El mono era hembra y tenía entre cinco y ocho años en el momento de su muerte. El análisis de los restos reveló que fue capturada antes de los tres años y que vivió en cautividad durante más de dos años. Comía una dieta de maíz, arrurruz y chile, todo lo cual tuvo que haber sido preparado para ella por los humanos. Antes de su llegada a Teotihuacan, vivía en un ambiente húmedo y se alimentaba de plantas y raíces.
Este hallazgo permite a los investigadores reconstruir las pruebas de las interacciones de la alta diplomacia y desmiente las creencias anteriores de que la presencia maya en Teotihuacán se limitaba a las comunidades de emigrantes. Según Saburo Sugiyama, director de la excavación:
Teotihuacán atraía a gente de todas partes, era un lugar donde la gente venía a intercambiar bienes, propiedades e ideas. Era un lugar de innovación
El hallazgo del mono araña nos ha permitido descubrir conexiones reasignadas entre Teotihuacán y los líderes mayas. El mono araña dio vida a este espacio dinámico, representado en el arte mural. Es emocionante reconstruir esta historia en vivo.
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