La Fábrica de Porcelana de Pasajes fue un emblemático y pionero centro de producción de porcelana y loza fina ubicado en la localidad guipuzcoana de Pasajes. Operó entre los años 1858 y 1910, llegando a ser uno de los establecimientos referentes en la manufactura artesanal de cerámica decorativa en España durante el siglo XIX.
Los orígenes se remontan a 1851, cuando Charles Edouard Baignol, nieto del reconocido ceramista francés Étienne Baignol y perteneciente a una ilustre dinastía con una larga tradición en la fabricación de finas porcelanas en Limoges, propuso al Ayuntamiento de Pasajes de San Juan el establecimiento de una Real Fábrica de Porcelana en la antigua casa e iglesia de los Jesuitas de la localidad.
Tras arduas negociaciones y el visto bueno de las autoridades, en 1858 Charles Baignol constituyó formalmente una sociedad con varios empresarios y socios locales como Modesto Lusonáriz, Pedro Bolla y Faustino Echevarría, dando inicio a las operaciones de la anhelada fábrica pasajeña.
Inspirada directamente en la milenaria y reputada porcelana de Limoges, la fábrica pasajeña importaba los esenciales caolín y feldespato directamente desde la región francesa. Asimismo, obtenía arcilla refractaria de Burdeos y arena refractaria de Villagarcía en España para completar sus sofisticadas pastas.
Contaba con moderna maquinaria de la época como un horno circular, tornos de alfarero, mesas y discos de torneado, pilas para preparar la pasta y espacios separados para las distintas labores de modelado, horneado, decoración y dorado.
La producción se centraba en vajillas completas, juegos de té, cafeteras, bandejas, platos, tazas, copas, jarras, lavabos, palanganas, jofainas, jarrones y delicadas figuras decorativas, caracterizadas por sus distintivos fondos blancos, elaboradas decoraciones polícromas de motivos florales, paisajísticos y geométricos, y elegantes dorados con pan de oro, siempre tomando como referencia el estilo y la calidad de la porcelana de Limoges.
Destacó especialmente su innovador taller de dorado, en el que llegaron a trabajar prestigiosos artesanos franceses como Edmon Corbin, así como la realización de exclusivas piezas suntuarias para la Casa Real española identificadas con el sello de la fábrica.
Tras la disolución de la sociedad inicial en 1878, la fábrica pasó por diversos avatares y cambios de propiedad, con etapas de paralización y posteriores reaperturas. Hacia 1881 los nuevos propietarios Pedro Fussade y Ramón Llanos reiniciaron la producción con renovado impulso.
Ya en 1895 los herederos de la familia Baignol iniciaron un complejo litigio para intentar recuperar la fábrica que finalmente no fructificó, por lo que el control permaneció en manos de empresarios españoles. En 1906 pasó a ser propiedad del prestigioso ceramista segoviano Daniel Zuloaga quien, con su experiencia y creatividad, dirigió los últimos años de producción hasta el cese definitivo.
Tras más de 50 años en funcionamiento, en 1911 la fábrica de Pasajes dejó de fabricar porcelana para centrarse en la producción de aisladores eléctricos y ladrillos refractarios ante la creciente competencia. Poco después, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, sus históricos hornos se apagaron definitivamente marcando el final de una era.
De las antiguas instalaciones fabriles en el Palacio Arizabalo junto a la iglesia de San Juan Bautista, sólo se conserva actualmente en pie una chimenea de ladrillo como último vestigio. La falta de marcas regulares en las piezas que han llegado a nuestros días dificulta su correcta clasificación y datación. La Fábrica de Porcelana de Pasajes simboliza el desarrollo de la industria cerámica y la manufactura artesanal de porcelana en la España decimonónica, que floreció como alternativa de alta calidad a la producción industrial en serie y la fuerte competencia de las firmas francesas, inglesas y alemanas.
Fue pionera en la introducción de las novedosas técnicas y estilos europeos de la época, sentando las bases para el posterior surgimiento de diversas firmas cerámicas de renombre en el país. Su legado pervive hoy en las cotizadas piezas que se conservan como verdaderas obras de arte, especialmente en el Museo Nacional del Romanticismo y en la peculiar vajilla del Museo Naval que pudimos ver al inicio del artíuclo y se describe en este hilo:
Sabíasque el #MuseoNaval se ha unido al @Gastrofestival? Si venís al museo podéis ver una pieza muy especial en nuestra expo temporal #175AñosNoSonNada, y así entenderéis nuestra relación con este evento. #Gastrofestival pic.twitter.com/jX4naWMWNr
— Fund. Museo Naval (@Museo_Naval) February 2, 2019
para saber más: PASAIAKO PORTZELANA (Larraitz Arretxea Sanzs)
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