Sumergiéndonos en las aguas profundas de la historia, nos encontramos con que Hollywood, ese titiritero de sueños y fantasías, a menudo ha jugado a ser cronista pero sin tener muy en cuenta el rigor ni la precisión de un Heródoto o Tucídides. Cuando el celuloide pretende capturar la esencia de los conflictos bélicos, las cosas pueden torcerse hasta el punto de que los aficionados a la historia y los veteranos de guerra fruncen el ceño en desaprobación.
Por ejemplo, la cinta “La Batalla de las Ardenas” (1965) se llevó una reprimenda pública nada menos que de Dwight D. Eisenhower, que para entonces ya había colgado el uniforme de general para vestir el traje de presidente. La película obvió por completo la participación británica y la importancia de la fuerza aérea aliada en la repulsión de las fuerzas alemanas durante la batalla que da nombre a la película.
No menos criticado fue “Tora! Tora! Tora!” (1970), que invirtió el orden de los ataques japoneses en Pearl Harbor, mostrando cómo la flota era atacada antes que el campo de aviación de Wheeler, cuando en realidad ocurrió al mismo tiempo, para impedir que los americanos pudieran tener aviones en el aire.
Pero no nos quedemos en el siglo pasado. Incluso con la vasta disponibilidad de recursos para investigar, las películas de guerra de los últimos treinta y cinco años no han estado exentas de errores históricos:
Pearl Harbor (2001) de Michael Bay hizo todo lo posible para ser una epopeya bélica definitiva, pero se llevó grandes críticas de veteranos de guerra e historiadores. Desde criticar que se torpedee un aeródromo a señalar que los Jeeps de la película eran de la época de la Guerra de Corea. También se fijaron en el armamento utilizado, ya que confundieron modelos. Si bien Pearl Harbor ofrece algunos efectos especiales deslumbrantes , estos errores fácticos son suficientes para sacar a historiadores y veteranos de la historia.
“300” (2006) es una de esas cintas que convierte la Batalla de las Termópilas en una obra de arte donde los espartanos de Leónidas se enfrentan desnudos de torso, echando por tierra la real armadura que portaban. Además, el film sugiere que los espartanos lucharon solos, ignorando el apoyo de las fuerzas atenienses que, de hecho, derrotaron a la flota persa en las aguas cercanas a las Termópilas.
Y cómo olvidar “Braveheart” (1995), donde Mel Gibson encarna a un William Wallace que se mezcla con elementos de Robert the Bruce. La película peca de anacronismos como el uso de tartanes, armas y la pintura facial que nada tienen que ver con la época. Pero el error más flagrante es omitir que la Batalla de Stirling fue realmente la Batalla del Puente de Stirling, donde este jugó un papel táctico crucial.
En “El rey proscrito” (2018), el error más patente es presentar a Eduardo II cerca de la Batalla de Loudoun Hill, cuando la realidad es que se mantuvo muy al sur del lugar del enfrentamiento.
Con “Napoleón (2023)”, nos dimos cuenta que la cinematografía moderna, ávida de espectáculo, nos quiso mostrar a Napoleón y sus tropas en escenas de batallas épicas, por ejemplo en la famosa batalla llamada Batalla de las Pirámides, donde las pirámides parecen temblar ante el fragor de la lucha. Pero la realidad, siempre más terca que la ficción, nos dice otra cosa ya que sucedió en realidad a unos catorce kilómetros de distancia, en Embabeh. Las pirámides eran visibles pero no lo suficientemente cercanas como para representar peligro. Las fuerzas de Napoleón tampoco rompieron la nariz de la Esfinge, un mito común. Los daños a la Esfinge ya estaban bien documentados antes de la llegada de Napoleón.
La cinta “Glory” de 1989, dirigida por Edward Zwick y con un reparto encabezado por Matthew Broderick, Morgan Freeman, Andre Braugher y Denzel Washington, nos sumerge en uno de esos episodios de la Guerra Civil Americana que te ponen la piel de gallina. No es para menos, pues se centra en el primer regimiento compuesto íntegramente por soldados afroamericanos, el 54º Regimiento de Infantería Voluntaria de Massachusetts, que se abrió paso en la historia y en las líneas de batalla, demostrando su valor y determinación en un mundo que los miraba de reojo.
El personaje de Broderick, Robert Gould Shaw, toma su esencia del comandante real del 54º. Aunque en la gran pantalla lo vemos como un líder con un fuego en el vientre por liderar a sus hombres, la realidad histórica nos dice que el verdadero Shaw no estaba tan emocionado ni tan seguro de su papel al frente del regimiento.
En “El Álamo” (2004), la interpretación estadounidense de la batalla de 1836 entre México y los rebeldes texanos, que incluía a muchos voluntarios de origen español, se topó con críticas por su representación de los personajes históricos y la simplificación de un conflicto que, en realidad, fue mucho más complejo y matizado. La figura de Santa Anna, presidente de México, se pintó con pinceladas de villano caricaturesco, obviando la profundidad de su liderazgo y su contexto político.
El filme de Spielberg “Salvar al Soldado Ryan”, estrenado en 1998, no solamente buscaba entretener, sino también honrar a aquellos que lucharon y cayeron durante el Día D. La historia se inspira en el caso real de los hermanos Niland, reflejados en la ficción como los Ryan, para tejer una narrativa sobre el sacrificio, el honor y el peso de las vidas humanas en la balanza de la guerra. La misión de rescatar al soldado Ryan, aunque inspirada en hechos reales, se adorna con el dramatismo propio del séptimo arte. Mientras que dos de los hermanos Niland perecieron y un tercero fue dado por muerto, el cuarto no fue “rescatado” en una misión tan espectacular como la que vemos en la gran pantalla. Fue simplemente retirado del frente y enviado de vuelta a casa, lejos del alcance de las balas y las bombas.
La industria cinematográfica de Hollywood también ha llevado a la gran pantalla episodios de la rica y compleja historia de España, aunque no siempre con precisión fiel. Al explorar estas representaciones, nos encontramos con una mezcla de mito y realidad, donde la línea que separa la historia de la leyenda a menudo se desdibuja.
🫠¿Sabías qué España se ha llevado la fama de ser el malo de la película en muchas producciones de Hollywood? pic.twitter.com/tNxRV5zl0I
— Reto Histórico / (@RetoHistorico) February 25, 2024
Otra película que se sumerge en la historia española es “La Misión” (1986), que, aunque se centra en las misiones jesuitas en América del Sur, toca indirectamente la influencia española. La cinta, si bien aclamada por su música y cinematografía, ha sido objeto de críticas por su simplificación de la complejidad política y social de la época, y por su representación estereotipada de las poblaciones indígenas y su interacción con los colonizadores europeos.
En “Piratas del Caribe: En mareas misteriosas” (2011), aunque se trata de una saga de fantasía, introduce referencias a la Corona española y a sus soldados enviados por Fernando VI para encontrar la Fuente de la Juventud y destruirla. La película no pretende ser un relato histórico, pero su representación de los españoles y su cultura en el contexto de la piratería caribeña es más un pastiche de clichés que una representación fidedigna.
Hay muchos más, estos son solo algunos ejemplos de cómo Hollywood ha reinterpretado, a veces de manera vergonzosa, los eventos que han moldeado nuestra historia. Aunque el cine es una herramienta poderosa para inspirar y educar, estas inexactitudes pueden generar una visión distorsionada de nuestro pasado, algo que los historiadores, con su eterna lucha por la verdad, no podemos dejar pasar. ¿Cuáles conoces tú?
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