La imponente escultura de bronce de Donatello, que representa a Judith y Holofernes (1457-1464), ha regresado a la exhibición pública después de diez meses de meticulosa restauración. Este lunes, la obra fue desvelada en la Sala dei Gigli del Palazzo Vecchio en Florencia, restaurada y limpiada con las últimas tecnologías disponibles.
Donatello adoptó un enfoque innovador al representar a la joven heroína judía que salvó a su ciudad decapitando al general asirio que la asediaba. Fue el primero en incluir la figura de Holofernes en la escena. En aquella época, el tema se solía presentar únicamente con Judith sosteniendo la cabeza decapitada del general.
Donatello capturó el momento en plena acción, con Judith levantando el brazo y empuñando la espada, lista para el golpe mortal, mientras el cuerpo de Holofernes yace atrapado entre sus piernas, con sus extremidades colgando del borde de la base de la estatua. Tres relieves báquicos adornan los lados de la base.
El bronce fue encargado por Piero de’ Medici, con la intención de que la derrota de Holofernes por parte de Judith sirviera como un modelo de libertad contra la tiranía para que los ciudadanos defendieran la República Florentina. Tras la expulsión de los Medici de Florencia en 1495, el gobierno de la nueva República confiscó la escultura y la trasladó al Palazzo della Signoria, la nueva sede del gobierno.
Las inscripciones originales de Piero en el pedestal —una exaltando a Judith como símbolo del triunfo de la humildad sobre el orgullo y de la virtud sobre la lujuria, y otra exhortando a los ciudadanos a seguir su ejemplo en la defensa de la República Florentina— fueron eliminadas y se instaló una nueva inscripción marcando la fecha de la confiscación/liberación del bronce del patrimonio personal del gobernante al patrimonio de Florencia.
La escultura fue trasladada varias veces a lo largo de los siglos y estuvo expuesta a los elementos. Para 1980, el bronce había sufrido un grave deterioro, por lo que fue trasladado permanentemente a la Sala dei Gigli en el Palazzo Vecchio. En ese momento, la estatua recibió su primera restauración científica, pero las técnicas utilizadas en los años 80 no han envejecido bien. El bronce se oscureció con el tiempo y el recubrimiento protector resultó ser un imán literal para el polvo, con una carga electrostática que atrae el polvo y una propiedad adhesiva que lo pega a la superficie.
La nueva restauración comenzó con un minucioso examen y documentación del bronce. La estatua fue desempolvada para exponer la mayor parte posible de la superficie. Luego, esa superficie fue analizada con nuevas muestras tomadas y comparadas con las recogidas hace 40 años.
Tras el proceso de diagnóstico, los conservadores se pusieron manos a la obra para abordar los problemas identificados. Los hallazgos revelaron la necesidad de un enfoque más complejo para renovar los efectos restaurativos del trabajo anterior, eliminando también los productos de los lentos procesos de corrosión en la superficie del metal. El trabajo reciente se ha beneficiado de una mejor comprensión del material, así como de nuevas tecnologías basadas en láser para tratar el metal sin las desventajas de las técnicas de limpieza mecánicas o químicas utilizadas en el pasado.
Este trabajo también ha revelado áreas localizadas de dorado en el bronce, lo que proporciona información importante sobre cómo esta estatua (y otras similares) pueden ser protegidas de manera más efectiva en el futuro.
Una anécdota interesante es que, durante la restauración, se descubrió que en la base de la estatua había una inscripción oculta que hacía referencia a un proverbio florentino: “Chi non risica, non rosica” (Quien no se arriesga, no gana). Un recordatorio de que, a veces, es necesario tomar riesgos para preservar nuestro patrimonio cultural.
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