El tercero de los “cinco buenos emperadores” del Imperio Romano fue Adriano, perteneciente a la importante familia hispana de los Aelia (o Ulpio-Aelia), asentados en Itálica desde los tiempos de Escipión. Su nombre completo era: Publius Aelius (Traianus) Hadrianus. Destacará por sus construcciones, viajes y la reorganización administrativa del imperio. Pero también pasará a la historia por ser la persona que más hizo por conectar la civilización griega con la romana.
¿Quién era el Emperador Adriano?
Nació en Itálica (otras fuentes afirman que en Roma) el 24 de enero del año 76 d.C. y quedó huérfano a la edad de 10 años. Luego, Trajano, que unos años más tarde se convirtió en emperador, asumió su tutela. Desde temprana edad, gracias a Trajano, recibió una educación esmerada, estudió literatura griega y leyó los tratados de los filósofos griegos. Al hacerse adulto, hizo su servicio en el ejército romano y en las guerras del imperio bajo las órdenes del emperador Domiciano.
A los 24 años se casó con Vivia Sabina, pero no tuvo hijos. Durante el reinado del emperador Trajano, de la misma estirpe que Adriano, fue muy favorecido y comenzó a ocupar importantes cargos. Sería tribuno, pretor, cónsul, cuestor… regente en Atenas y legado de la provincia de Siria.
Cuando Trajano murió, Adriano, su sobrino segundo, se hizo cargo del imperio. Tenía 41 años. La forma en que subió al poder suscitó dudas entre sus súbditos. Se dice que para obtener la aprobación del Senado, falsificó el documento de adopción junto con Pompeya Plotina (también hispana), viuda del emperador. Sin embargo, a pesar de las teorías de la conspiración, se convirtió en uno de los emperadores más exitosos. Tan pronto como asumió el poder, aprobó medidas populares e inmediatamente se ganó el favor del pueblo. Realizó importantes reformas administrativas y creó importantes obras tanto en Roma como en el resto de sus dominios.
Su contribución a la arquitectura se considera particularmente destacable. Completó la construcción del Panteón, el templo dedicado al honor de todos los dioses y ordenó la creación de muros y fortificaciones en las fronteras del imperio. El más famoso es el “Muro de Adriano” en Inglaterra, conocido en su tiempo como Vallum Aelium (como el apellido de su familia), que fue creado para evitar que los britanos (entre los que estaban los pictos) entraran en territorio romano.
Su nombre se asoció con un largo período de paz, al menos para la capital, Roma. Apenas realizó campañas militares sino que prefirió realizar proyectos. Fue un gran viajero. Adriano estuvo ausente de Roma durante 13 años. Realizó misiones diplomáticas por todo el imperio asegurándose de dejar tras de sí importantes creaciones dignas de su nombre.
El emperador Adriano en Grecia
Durante su reinado, Adriano revivió la antigua cultura griega que había comenzado a perder su gloria. En el 124 d.C. Hizo su primera visita a Grecia y participó en los Misterios de Eleusis. Según Pausanias, los griegos para honrarlo colocaron una estatua suya dentro del Partenón.
En los años siguientes, expandió la ciudad hacia el este, creó la biblioteca de Adriano, completó el templo de Zeus Olímpico y construyó la Puerta de Adriano. Un proyecto particularmente importante y atemporal, que benefició a los atenienses hasta principios del siglo XX, fue el acueducto de Adriano. Ordenó la apertura del camino entre Megara y Corinto, e hizo visitas al Peloponeso, Olimpia, Delfos y muchas otras regiones.
Antínoo y los escenarios de su asesinato
Durante el tiempo que Adriano estuvo en Bitinia, conoció a Antínoo. Un joven griego que impresionó al emperador con su belleza y carácter afable. Antínoo se convirtió en un leal compañero de Adriano, muy seguramente en su amante y disfrutó de su favor. En 130 d.C. Adriano junto con su esposa y Antinoo visitaron Egipto.
El 24 de octubre del mismo año realizaron un crucero por el Nilo. Luego, según varias fuentes, mientras Antínoo nadaba en el río, se ahogó. Al enterarse de su muerte, comenzaron a circular varios rumores.
Muchos han argumentado que la muerte de Antínoo no fue un ahogamiento accidental. Se escuchó que estaba relacionado con la actividad mística del emperador. Quizá Antínoo se sacrificó para prolongar la vida de Adriano ya que, según una teoría, los magos que lo atendían le habían dicho que solamente el autosacrificio de un fiel compañero lo salvaría de la muerte.
El hecho es que Adriano sostuvo la idea de que su muerte fue accidental y quedó muy afectado por la pérdida de su amante. En su honor construyó cerca del Nilo la única ciudad romana de Egipto de nueva planta: Antinoopolis. Además, construyó templos en su nombre y lo hizo adorar como a un dios.
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