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Las “tres muertes” de Pedro I

No está claro quiénes estuvieron involucrados en la muerte del rey Pedro I "El Cruel" o "El Justo"

El 23 de marzo de 1369 el rey Pedro I de Castilla era asesinado, lo cual convertía a su hermano y asesino, Enrique conde de Trastámara, Lemos, Sarria, y Noreña, en inequívoco rey. Hasta ahí están los hechos claros, incluso se puede coincidir en que el asesinato fue en el campamento de las tropas enriqueñas en Montiel, después de la batalla en que éstas salieron victoriosas.

Sin embargo, el resto de circunstancias son todas borrosas, y no es posible determinar quién tuvo una mayor participación en la muerte. Las crónicas difieren en el número de participantes, las identidades de los mismos, y en qué grado participaron.

La versión del asesinato del rey Pedro, según Pedro López de Ayala

El autor más cercano a nivel geográfico es el canciller Pedro López de Ayala, que había servido a Pedro I, pero que acabaría en la nómina de Enrique II. Por una parte, su crónica habría de ser la más fiable por ser la menos mediata respecto al hecho, pero por otra parte el canciller tiene claro interés en quedar bien con el rey Enrique. Así, en esta crónica, Enrique mata a su hermano sin requerir de ayuda para sobreponerse. Esto dice el canciller:

Luego que allí llegó el rey don Pedro, y tardava en la posada de mosén Beltrán como dicho avemos, súpolo el rey don Enrique, que estava ya aperçebido, y armado de todas, y el bacinete en la cabeça, esperando este fecho.

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Y vino allá y entró en la posada mosén Beltrán, y así como llegó el rey don Enrique travó del rey don Pedro, ca non lo conoscía ca avía grant tiempo que non lo avía visto, y dizen que le dixo un cavallero de mosén Beltrán al rey don Enrique, “catad, que este es vuestro enemigo”.

Y el rey don Enrique aún dubdava si era él, y aun dizen que dixo el rey don Pedro “yo so, yo so”.

Y entonçe el rey don Enrique conosciólo, y firiólo con una daga por la cara, y dizque amos a dos el rey don Enrique y el rey don Pedro cayeron en tierra, y el rey don Enrique lo firió estando en tierra de otras feridas, y allí murió el rey don Pedro.

La muerte de Pedro I en la versión de Jean Froissart

Sin embargo, Jean Froissart, cronista francés de inmortal fama y grácil pluma, pinta una escena completamente distinta en la cual Enrique habría perdido la vida a manos de Pedro de no ser por la rápida y decisiva intervención del vizconde de Rocabertí, que hizo cambiar la situación por completo, dejando al rey Pedro a merced de su hermano Enrique, que no tardó en usar bien su ventaja apuñalando repetidamente al derribado Pedro. La escena es además tarantiniana de todo punto en el intercambio de palabras:

No llevaba ahí una hora [el rey don Pedro] cuando el rey Enrique y el vizconde de Roquebertin y sus gentes, no en gran número, llegaron a la antecitada posada.

Tan pronto como el rey Enrique entró en la cámara donde estaba su hermano el rey don Pedro, dijo así y con estas palabras:

« ¿Dónde está ese hijo de puta judío que se llama rey de Castilla? » Entonces se adelantó el rey don Pedro, que fue un hombre muy osado y dijo : « Tú eres el hijo de puta, yo soy hijo del buen rey Alfonso. »

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Con estas palabras tomó del brazo al rey Enrique su hermano, y lo trajo a sí luchando, y fue más fuerte que él, y lo echó a tierra bajo una ambarda, que en francés llamamos así a la sábana de seda que cubre el colchón, y echó mano a la daga,

y lo matara sin remedio si no fuera por el vizconde de Roquebertin, que agarró del pie al rey don Pedro, y lo volteó, poniendo encima al rey Enrique, que rápidamente echó mano a una larga daga de Castilla que llevaba colgada, y se la hundió en el cuerpo una y otra vez, y mientras tanto aparecieron sus gentes, que le ayudaron a rematarlo.

Y ahí murieron además un caballero de Inglaterra que se llamaba micer Raoul Elme, otrora llamado el escudero verde, y un escudero que se llamaba Jacques Rollans, puesto que se habían puesto a defender.

Pero ni a don Fernando de Castro, ni a los demás se les hizo mal alguno, sino que quedaron prisioneros del señor Bègue de Vilaines y del señor Yons de Lakonnet

La versión aragonesa de la muerte de Pedro I

En la Corona de Aragón tenemos una tercera versión de lo sucedido que tiene buenos visos de verosimilitud. Matar a una persona con armadura no es fácil, incluso aunque lo que lleve sea más ligero, como una brigantina con cota de mallas por debajo. Explica Tobias Capwell en un vídeo para Insider que la mejor forma de matar a un caballero con armadura es que se le echen encima varias personas, lo inmovilicen, y lo cosan a puñaladas, y eso es lo que sugiere la Crónica de Pedro el Ceremonioso.

Allí se nos cuenta que el rey Pedro I fue muerto por las huestes enriqueñas que lo retenían:

(…) en la cual batalla el dicho rey don Pedro fue desbaratado, y se metió en el castillo de Montiel. Y estando en él, hizo un trato con mosén Beltrán de Claquín quien le dio su fe de que no tenía nada que temer.

De ese castillo salió el dicho rey Pedro bajo esperanza de fe que le había sido dada por mosén Beltrán. Y cuando estaba fuera del castillo, concluyendo dicho trato, estando presente el dicho mosén Bertrán, algunos descargaron contra el dicho rey don Pedro y lo retuvieron como preso;

y el dicho rey Enrique, sabiendo que estaba a su merced el dicho rey don Pedro, allí en la posada en que estaba le echó las manos para matarlo. Y el dicho rey don Pedro hizo acto de defenderse, y finalmente lo mataron quienes estaban con el rey don Enrique.

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Y cuando lo hubieron muerto, le cortaron la cabeza, que el dicho rey Enrique hizo llevar a Sevilla. Y con esto hubo acabado la dicha guerra de los dichos reyes, quedando el rey don Enrique por señor y rey del dicho reino de Castilla.

¿Yo no quito ni pongo rey?

Todo esto hemos avanzado, y sin embargo la frase “yo no quito ni pongo rey” (“ni pongo rey ni quito rey, mas ayudo a mi señor”) sigue sin aparecer. Esa famosa frase suele figurar atribuida a Beltran de Claquín, denominación española de Bertrand du Guesclin, mercenario bretón y condestable de Francia.

Este caballero tuvo una destacada participación en la guerra entre el rey Pedro I y Enrique, pero la atribución de la cita al noble bretón es tardía, e igual de tardíamente se le atribuye al gallego Fernán Pérez de Andrade el Bueno. Esto cuenta Gonzalo de Illescas en su Historia Pontifical y cathólica:

Dixo entonces don Pedro I “yo soy el rey, yo soy el rey”. Arremetió a él don Henrique, y viniendo a los braços, cayó debaxo del rey.

Don Beltrán, viendo esto, allegóse a ellos, y puso a don Henrique encima, diziendo “ni pongo rey ni quito rey, mas ayudo a mi señor”.

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Por su parte, la atribución a Fernán Pérez de Andrade viene de otros autores de la época de Illescas. Así tenemos a Gonzalo Argote de Molina y a Fernando de Radas y Andrada remitiéndose a la “Descripción del reino de Galicia” hecha por el licenciado Molina alrededor del año 1550. Argote refiere esto, que coincide casi al pie de la letra con lo dicho por Bartolomé Sagrario de Molina:

Son estos señores descendientes de don Fernán Pérez de Andrade, vasallo del rey don Enrique el Segundo.

Del qual escrive el licenciado Molina en la Descripción del Reyno de Galicia que al tiempo que el rey don Pedro I y el rey don Enrique su hermano se combatieron en la tienda del condestable don Beltrán de Claquín, como luchando los dos reyes don Enrique quedasse debaxo, visto por don Fernán Pérez de Andrada socorrió a su señor diziendo “yo no quito rey ni pongo rey, sino libro a mi señor”.

La muerte del rey don Pedro I, como se ve, está llena de versiones, variaciones, contradicciones, pero hay coincidencia entre las distintas fuentes en que fue tras la batalla de Montiel, que Bertrand du Guesclin ayudó a Pedro a escapar del castillo, y que el asesinato fue en la tienda de campaña del noble bretón.

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Dobla de 35 maravedíes de Pedro I de Castilla

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