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Una vez “solucionado” el problema del envenenamiento masivo, que el panadero de Vitoria estaba llevando a cabo para acabar con los británicos, las muertes se redujeron a mínimos y la Legión pudo realizar el cometido para la que fue enviada: entrar en combate.
Viendo la recuperación de sus tropas, el general George Lacy Evans, solicita a Córdova que le asignen misiones de combate. Al parecer por aquellas fechas navíos de la Royal Navy efectuaban patrullas y control de acceso/bloqueo a los puertos de Santader y San Sebastian, por lo que acordaron que realizarían una maniobra conjunta -Royal Navy y Legión Auxiliar Británica- en alguna localidad costera.
Fueron trasladados a San Sebastián, vía marítima desde Santander que era más seguro, para -inicialmente- reforzar la guarnición cristina de la ciudad que estaba siendo asediada por tropas carlistas bajo el mando del general Sagastibeltza.
Así fue, el 5 de mayo de 1836, 4.500 británicos y 1.500 cristinos bajo el mando Evans embistieron las posiciones carlistas, haciéndoles retroceder hasta Lugaritz, Munto y Puyo.
Sagastibeltza solicitó más hombres a Nazario Eguía, pero éste necesitaba las tropas y no pudo enviarle apoyo. Los buques de la armada británica “Phoenix” y el “Salamander” -tras lidiar contra las lanchas cañoneras rebeldes- bombardearon la retirada y alcanzaron el caserío de Lugaritz. Los británicos, con el ánimo en ristre, asaltaron todas las posiciones a bayoneta, solo aguantaron en Aiete por tener allí instaladas unas baterías, pero el resto se tuvo que replegar, con muchísimas bajas. El general Sagastibeltza recibió un disparo en la cabeza durante una de estas cargas a bayoneta cayendo fulminado al instante.
Retrocedieron, pero no mucho, el cerco a San Sebastián continuaba... un poco más amplio quizás, pero ahí seguían. Ahora reorganizándose en Oriamendi.
Aunque contentos por la victoria, las bajas habían sido numerosas, ya no eran muchos y perder casi 600 hombres era algo que no se podían permitir, y para más inri las deserciones continuaban. La fama de que en el lado carlista se te pagaba mejor y de que el trato mejoraba considerablemente aumentaba.
El problema llegó cuando las pagas del Gobierno español no llegaron… Ya les debían casi 8 meses de atrasos. Los primeros en crear disturbios fueron los escoceses, querían dejar esa guerra y regresar a sus hogares, eso sí, llevándose consigo todo lo que pudieran en pago por los sueldos no recibidos (los fusiles lo primero, para sacar algún dinero).
Cuando, a mediados de junio, Evans atacó Fuenterrabía, en pleno avance, muchos legionarios huyeron ofreciéndose al enemigo. Tras esa operación la legión quedó relegada al refuerzo en la vigilancia de San Sebastián y no participó en ninguna operación durante el resto del año (1836).
Al terminar el año que tenían firmado dos regimientos enteros, en concreto los formados por escoceses, se negaron a continuar en servicio y solicitaron su traslado inmediato a Gran Bretaña. Evans les explica algo muy fácil: “No hay barcos, no se puede salir de San Sebastián”.
Los escoceses -dos regimientos enteros- al verse atrapados en la ciudad se amotinan, pero el resto de tropas consiguen reducirlos y encerrarlos en el castillo de San Sebastián, para más tarde trasladarlos de manera forzosa a Santander.
Cuentan que los escoceses lo único que hicieron en la ciudad cántabra fue emborracharse día y noche, generando muchísimos problemas a las autoridades locales y solicitando a Córdova su traslado inmediato de la ciudad, nadie quiere cientos de escoceses borrachos y cabreados en su ciudad, obvio. Muchos de estos escoceses fueron enviados a diferentes zonas de Guipúzcoa en donde se les condenó a trabajos forzados, ya que Evans no los quería en San Sebastián.
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Lectura recomendada para curiosos:
- History of the British Legion, and war in Spain
- Memoria de las cortes en el que se pueden leer las ayudas extranjeras contra la causa carlista Portuguesa, Francesa y Británica. (además de otras curiosidades)
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