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La Piedra de Rupinpiccolo

Revelando los Secretos Celestes de la Antigüedad

En las profundidades del noreste de Italia, en un lugar llamado Rupinpiccolo, un equipo de arqueólogos tropezó con un enigma esculpido en piedra que ha cautivado la curiosidad global. Más que un mero relato, esta es la narración de cómo un simple disco petreo podría reescribir nuestra percepción sobre la conexión ancestral con la bóveda celeste.

El Descubrimiento que iluminó el Pasado

Era un día como cualquier otro en el campo de Italia, cuando la tierra decidió revelar uno de sus secretos mejor guardados. Entre un conglomerado de rocas aparentemente triviales, surgió un disco de piedra Kárstica, de medio metro de diámetro aproximadamente y una robustez de 30 centímetros. Mas no se trataba de un fragmento de roca más en el paisaje; este ostentaba 29 inscripciones que desafiaban la comprensión humana.

Federico Bernardini, arqueólogo de renombre, junto al astrónomo Paolo Molaro, se pararon junto a este hallazgo que pronto descubrirían que podría ser el mapa celeste más antiguo conocido por la humanidad. Este objeto, que descansaba entre las manos de la historia, estaba a punto de contar su historia.

Lejos de ser marcas fortuitas, cada incisión en la piedra fue ejecutada con inusitada precisión, destinada a reflejar el cielo nocturno en toda su gloria de hace 2,400 años, en torno al año 400 a.C. Aquel entonces, el Castelliere di Rupinpiccolo era testigo silente de la vida cotidiana de sus antiguos moradores.

Piedra de Rupinpiccolo

Un Mapa entre las Estrellas

Los arqueólogos, con la ayuda de la astronomía, interpretaron que las marcas podrían coincidir con las estrellas de las constelaciones de Escorpio, Orión y las Pléyades, con una excepción notable: cinco grabados en la parte posterior de la piedra que podrían representar a Casiopea.

Pero lo que realmente dejó a los expertos con la boca abierta fue la estrella Sargas, también conocida como Theta Scorpii. Hoy en día no es visible desde el Castelliere, pero hace 2,400 años, su luz era un faro que se colaba en el firmamento nocturno del lugar, lo que sugiere que el disco de piedra podría ser, de hecho, el mapa celeste más antiguo que se ha descubierto hasta la fecha, incluso más antiguo que el famoso Disco de Nebra de Alemania, que nos lleva al 1600 a.C.

nebra
El tesoro de Nebra: el Disco del Cielo, dos espadas, dos puntas de hacha, dos brazaletes en espiral y un cincel (© LDA Sachsen-Anhalt, Foto: Juraj Lipták)

La función exacta del mapa celeste de Rupinpiccolo es un jeroglífico sin resolver, pero podría apostarse que tenía que ver con el calendario agrícola, un testimonio de la sabiduría de nuestros ancestros que entendían el cielo como su Google Calendar ancestral.

Un Legado de Piedra y Estrellas

El viejo fuerte del montículo de Rupinpiccolo ha estado plantando cara al tiempo desde allá por el 1800 a.C. hasta un respetable 400 a.C. Aunque hay quien apunta a que las piedras testifican la época dorada del fuerte en la Edad de Bronce, hay quien se pone el traje de romano e insinúa que podríamos estar mirando algo con más sabor a César que a bronce.

La cosa está en que, incluso yendo de la mano con la fecha más moderna que tenemos, el 400 a.C., esa roca sería uno de los lienzos estelares más viejunos que conocemos. Y déjame decirte que los habitantes de este Castelliere di Rupinpiccolo iban al natural, sin la bendición de la escritura; así que imagínate el quebradero de cabeza para entender cómo estos tipos eran capaces de garabatear las estrellas sin haber ido a la escuela de Galileo.

Piedra de Rupinpiccolo

Hoy en día, la cola de Escorpio apenas asoma la patita desde el fuerte. Pero hace un porrón de años, cuando los abuelos de los abuelos de nuestros abuelos estaban en pañales, la precisión de los equinoccios había colgado a Escorpio un piso más arriba y a Orión más abajo, dejando ese rabillo estelar al alcance de todos los ojos del fuerte. Que esto fuera una especie de calendario celeste, marcando el ritmo de sembrar y cosechar, no es ninguna locura. Eso era más común que las sandalias en verano en aquellos tiempos.

El club de la ciencia ha cerrado el caso pero nos ha dejado con la mosca detrás de la oreja, preguntándonos sobre esos maestros de la piedra y las estrellas que, tal vez, se quedaban igual de flipados que nosotros cada vez que levantaban la vista al cielo nocturno.

El Cielo Escrito en la Tierra

Desde siempre, las estrellas han sido como el Google Maps del pasado. Esa roca en Rupinpiccolo es más que un pedrusco; es un chivato que nos cuenta cómo nuestros antepasados se las ingeniaba para no perderse ni en la tierra ni en el cielo, y cómo el baile de las estrellas les decía cuándo echar la semilla y cuándo llevar la hoz.

Puede que no supieran escribir su nombre, pero dibujaban el firmamento como quien no quiere la cosa. Tiraban de lo que tenían: un pico aquí, un árbol allá, y voilà, un GPS de estrellas grabado en la roca para la eternidad.

Un Enigma entre Ruinas

El sitio del fuerte en colina de Rupinpiccolo es en sí mismo un enigma. ¿Por qué construir un fuerte en esa ubicación específica? ¿Era simplemente estratégica, o había algo más? Con el disco de piedra en el bolsillo, ahora caemos en que ese puntito del mapa podía ser un observatorio a cielo abierto, un sitio donde la tierra se pegaba un baile con el cielo, y las estrellas no eran solo farolillos, sino más bien un manual de instrucciones para el día a día.

Vista aérea del Castelliere di Rupinpiccolo. Foto: Carta Arqueología Online
Vista aérea del Castelliere di Rupinpiccolo. Foto: Carta Arqueología Online

¿Y si resulta que los romanos hicieron la piedra? pues ahí tenemos otro melón para cortar. Eso significaría que los tipos del Imperio no solo construían puentes y acueductos, sino que quizás también recogieron el testigo de los que antes miraban al cielo y aún afinaron más el asunto.

Lo de Rupinpiccolo nos ha abierto una puerta al pasado de esas que hacen que te quedes mirando fijo y pensando en qué más sabían esos tipos de hace un porrón de años sobre las vueltas que da el universo.

Un Legado para el Futuro

La piedra de Rupinpiccolo no es solo para los de sombrero y pico (los arqueólogos digo); es también un mensaje de nuestros bisabuelos multiplicado por mil, dándonos pistas de cómo entendían su lugar en el cosmos. Nos recuerda que no somos tan distintos, aunque cambiemos la roca por un smartphone.

Seguimos escarbando, y cada cacho de cerámica, cada hueso, nos lleva un paso más cerca de entender a esa gente que se nos parecía bastante. La piedra de Rupinpiccolo es una pieza más del rompecabezas humano, y nos habla de esa manía que tenemos de buscarle tres pies al gato y un sentido a todo, incluso mirando las estrellas.


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More information: Molaro, P., & Bernardini, F. (2023). Possible stellar asterisms carved on a protohistoric stone. Astronomische Nachrichten.
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Redacción

Equipo de Redacción / Notas de Prensa / Agencias
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