Francisco Núñez Muley fue un intelectual morisco descendiente de la dinastía meriní de Marruecos. Miembros de su familia se habían refugiado en Granada, donde se convirtieron al cristianismo, probablemente durante la guerra que permitió a los Reyes Católicos conquistar el reino en 14921. A pesar de su lealtad a la Corona, Núñez Muley mantuvo vínculos con la comunidad morisca, a la que defendió en varias ocasiones (1513, 1523, 1530…)2. Fue un incansable mediador cuya vida debió ser amarga, como prueba el episodio en que un notario le insulta llamándole “perro moro”3.
El memorial en defensa de las costumbres moriscas
En 1567, siendo casi octogenario, redactó un memorial en defensa de los moriscos, probablemente con ayuda de simpatizantes como el marqués de Mondéjar4. En él intentaba demostrar que las costumbres moriscas eran simplemente usos regionales, como en otras comunidades cristianas mediterráneas5. Quería evitar las medidas destinadas a eliminar esas prácticas.
“Y así en Levante y Poniente, como en Italia, Sicilia, Cerdeña y otras islas, y en Grecia, tienen diferencias de vestir y hablar, y en todas las dichas partes los cristianos y cristianas visten y calzan a su uso y costumbre, sin que por eso sean tenidos por moros ni judíos” 6
Un resumen, en esencia, de la defensa de Francisco Núñez Muley sería:
- Los moriscos son los habitantes “naturales” del Reino de Granada.
- Las prohibiciones rompen un pacto anterior, ya que los moriscos no se han rebelado contra el rey sino a favor de lo que ha firmado previamente y consideran “sagrado”.
- Intenta basar su argumentación en documentos oficiales, buscando siempre acordarse de lugares y fechas concretas para aportar la máxima verosimilitud a su relato.
- Las costumbres que se prohíben son “culturales” y no religiosas, como los baños públicos y las zambras.
- Las medidas producirán una merma económica considerable y una ruina para los artesanos que producen vestidos y joyas “a la morisca”.
- Los varones usan del nuevo hábito castellano porque “es mejor y más honesto” y esto demuestra la nula relación hábito/islam.
- La defensa del árabe como lengua neutral, lo importante es lo que tratemos con ella.
- La trampa de la escritura y los títulos también es descubierta; es un robo descarado de tierras lo que se pretende.
- Sobre la industria sedera, se señala que los artesanos de la seda “no saben escribir en castellano sino árabe”.
- Las zambras y leylas son costumbres de “provincia” que no gustaban a los alfaquíes o alcaides, lo que muestra no solo neutralidad respecto al Islam sino oposición.
- Los baños son una cuestión de higiene y limpieza de los cuerpos.
- El velo es para proteger a la mujer y no “dar ocasión a que los hombres vengan a pecar”.
- La desaparición de los apellidos y su transformación rompe los linajes y la forma de conocerse.
- En cuanto a los gacis y los esclavos negros, Muley plantea un problema de servicio doméstico y la igualdad entre las clases sociales.
La situación de los moriscos
La situación de los moriscos era muy precaria7. Como musulmanes convertidos al cristianismo, los moriscos enfrentaban una serie de obstáculos y dificultades que complicaban su vida cotidiana y su integración en la sociedad española.
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Abandono forzado de sus tradiciones religiosas y culturales: Los moriscos eran obligados a renunciar a sus creencias y prácticas religiosas islámicas, así como a sus costumbres y tradiciones culturales. Estas medidas eran impuestas por las autoridades cristianas y respaldadas por la Inquisición, que vigilaba y perseguía cualquier indicio de prácticas islámicas o de resistencia a la conversión.
- Desconfianza y rechazo por parte de la sociedad cristiana: Los moriscos enfrentaban la desconfianza y el rechazo de la sociedad cristiana que los consideraba como extranjeros, a pesar de haber nacido y vivido en España. Este rechazo se manifestaba en la discriminación y la exclusión social, económica y política.
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Conflictos religiosos y étnicos: La intolerancia y el fanatismo religioso de la época llevaron a numerosos conflictos y enfrentamientos entre los moriscos y la sociedad cristiana. Un ejemplo de ello fueron las revueltas en la Alpujarra entre 1568 y 1571, que terminaron con la represión violenta y el desplazamiento forzado de miles de moriscos a otras regiones de España.
En ese contexto, la postura de Núñez Muley fue valiente. Defendió la convivencia y el mestizaje cultural frente al dogmatismo imperante. Como apunta Menéndez Pelayo8, “su liberalidad y su afán de conciliación le hacen superior a su tiempo y digno de figurar al lado de los más esclarecidos varones del siglo XVI”. Núñez Muley abogaba por la tolerancia en una época de conflictos religiosos, en la que primaron la intransigencia y el fanatismo.
La convivencia negada
La “convivencia negada” es un término utilizado por Manuel Barrios para describir una situación en la que se impide o dificulta la coexistencia pacífica y armoniosa entre diferentes grupos culturales, étnicos o religiosos en un mismo territorio. Este concepto es particularmente relevante al analizar el caso de Francisco Núñez Muley y la situación de los moriscos en la Granada del siglo XVI.
A pesar de haber adoptado oficialmente la religión y las costumbres cristianas, los moriscos continuaron practicando en secreto sus creencias y tradiciones islámicas, lo que generó desconfianza y hostilidad por parte de la mayoría cristiana. La “convivencia negada” en este contexto se refiere a la imposibilidad de que moriscos y cristianos coexistieran pacíficamente en la sociedad granadina de la época. Las tensiones y conflictos interreligiosos, así como las políticas discriminatorias y represivas adoptadas por las autoridades, impidieron que ambos grupos pudieran convivir en igualdad de condiciones y con respeto mutuo.
El caso de Francisco Núñez Muley ilustra cómo esta “convivencia negada” afectó a los moriscos y sus intentos por defender sus derechos y preservar su identidad cultural. A través de su Memorial, Núñez Muley trató de establecer un diálogo con las autoridades y abogar por la tolerancia y el respeto hacia su comunidad, pero sus esfuerzos se vieron obstaculizados por el clima de hostilidad y discriminación imperante en la época.
Sorprende que una figura tan relevante no sea mencionada por los cronistas de la rebelión morisca de 1568-15709. Quizá para entonces Núñez Muley, anciano y empobrecido, había muerto en el olvido. Su memorable alegato no fue escuchado y la voz de la concordia se perdió en el fragor de las armas. A pesar de su origen morisco y de haber vivido momentos tan conflictivos, defendió posturas de diálogo interreligioso y convivencia que no triunfarían hasta siglos después. Los moriscos granadinos debieron encontrar en Núñez Muley un defensor y ejemplo a seguir10 su mensaje de conciliación cultural quizá contribuyó a la larga resistencia de los moriscos, que se prolongó por más de ochenta años tras la conquista11.
La lucha de este visionario por los derechos de su comunidad en un tiempo hostil debe servir de inspiración en la actualidad, cuando el reconocimiento de la diversidad cultural sigue siendo una asignatura pendiente en muchas sociedades.
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Notas:
- L. P. Harvey, Los Moriscos y el racismo en la España Moderna, Madrid: Fundación José Antonio de Castro, 2009. ↩
- A. DomínguezOrtiz, Los moriscos: Expulsión y diáspora, Madrid: Sílex, 2014. ↩
- G. Bono Huertas, Francisco Núñez Muley, un morisco en la encrucijada, Valencia: Publicacions de la Universitat de València, 2005. ↩
- L. P. Harvey, Los Moriscos y el racismo en la España Moderna, Madrid: Fundación José Antonio de Castro, 2009. ↩
- F. Núñez Muley, Memorial al presidente de la Real Audiencia y Chancillería de la Ciudad y Reino de Granada, trad. V. G. Kiernan, Chicago: University of Chicago Press, 2007.
- F. Núñez Muley, Memorial al presidente de la Real Audiencia y Chancillería de la Ciudad y Reino de Granada, trad. V. G. Kiernan, Chicago: University of Chicago Press, 2007.
- B. Clavero, Moriscos y cristianos: Un enfrentamiento polémico (1492-1640), Madrid: Siglo XXI de España Editores, 1986. ↩
- M. Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Madrid: Editorial Católica, 1961, vol. 2, p. 603. ↩
- H. Temimi, La expulsión de los moriscos del reino de Granada, Granada: Universidad de Granada, 1987. ↩
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