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Arqueología etimológica: ¿Y si ‘pez’ y ‘fish’ son la misma palabra?

La Historia Lingüística nos ofrece sorprendentes revelaciones

Una de las cuestiones más apasionantes de la Historia, es que toda cuestión, circunstancia u objeto puede estudiarse con esta disciplina. Las palabras también, con el añadido de que los lingüistas rastrean a lo largo del tiempo el origen de las mismas y descubren cómo eran los primeros lenguajes y de dónde provienen las mismas.

etimología Lingüística

¿De dónde proviene la palabra ‘pez’?

¿Cuál fue la primera palabra? ¿Y los primeros números? ¿De dónde proviene la palabra ‘pez’? ¿Y por qué es la misma que el vocablo ‘fish’ en inglés? La etimología es la disciplina de la Ciencia Lingüística (sí, es una ciencia como ya lo son las humanidades, y evidentemente la Historia, al adoptar técnicas modernas con las ciencias exactas como auxiliares) que permite responder a estas preguntas y dejarnos con la boca abierta de lo que pueden conseguir los filólogos rastreando el pasado en lenguajes antiguos e incluso muertos.

La etimología es algo que nos preguntamos muchas veces. ¿Por qué el gentilicio de los leoneses es ‘legionense’? ¿O el de los procedentes de Elche ‘ilicitanos’? En el primer caso porque la ciudad de León proviene de un campamento romano (1) que instaló allí la Legio VI Victrix a finales del siglo I antes de Cristo y ocupó unos cien años después la Legio VII Gemina hasta el siglo IV o V.

En tiempos de los romanos se conocía como Castra Legio –que significa ‘Campamento de la Legión’–  y por apocopamiento (acortamiento de los términos) se lo conocía simplemente como Legio (pronunciado con ‘g’ gutural: leguio). A lo largo de la edad media cambió su pronunciación a Leguione, Leione, hasta llegar en leonés a Llïón y en castellano a León (por tanto su nombre no procede del animal, es un término homófono con éste; que tiene la misma grafía pero distinto significado). Así, leonés es legionense. En el caso de los ilicitanos, es también fácil de entender: en latín la ciudad se llamaba Ilici (con acento en la ‘i’ inicial).

legion romana
legionarios romanos construyendo zanjas protectoras

Con estos ejemplos –hay a montones casi por cada localidad, aunque hay algunas como San Andrés del Rabanedo, aledaño a León, que no tiene gentilicio conocido– hay mucha diversión y aprendizaje; lo cual fascina a los expertos en las lenguas, los filólogos (palabra que significa ‘amante de las palabras’) y lingüistas

La Lingüística es una ciencia

La lingüística es una ciencia, y, aunque parezca ‘de letras’ es pura matemática; que a su vez, contrariamente a lo que se cree no es una ciencia, sino una metaciencia. Porque, casualidades de la vida, las mates son en realidad un lenguaje para describir la realidad del Universo y todas las ciencias lo usan como herramienta para describir y validar sus hipótesis de investigación. La Matemática es absolutamente transversal y nace de la Lógica; al igual que la Filosofía, que está a su misma altura, y después se desarrollan todas las demás disciplinas intelectuales.

En la Filología actual, la estadística de cuándo se usa qué y cómo (cuántas veces se repite un uso en la estructura de las palabras y oraciones y los sonidos en fonética) es fundamental para su estudio y comprensión. En el fondo, las combinaciones de sufijos, prefijos y demás elementos lingüísticos se utilizan para solventar problemas: los de hacerse entender con precisión. Y hay miríadas de formas de hacerlo; distintas en cada idioma, y cada vez más diferentes entre cada familia de lenguas.

La Lingüística histórica o Lingüística diacrónica es la disciplina que estudia el cambio de las lenguas con el tiempo y el proceso de cambio lingüístico. Por tanto, ocupa un lugar destacado en el estudio del parentesco genético de las lenguas. Sus resultados pueden ser frecuentemente comparados con los de otras disciplinas como la Historia, la Arqueología o la Genética.

En los estudios interdisciplinares de la arqueologia etimolótica lo que se termina consiguiendo es reconstruir la cronología relativa de contactos entre pueblos, rutas de expansión e influencias culturales mutuas.

De esta manera, cuando se ponen a rastrear los orígenes de las palabras, por sus repeticiones y semejanzas, cuanto más atrás en el tiempo se estudian se va observando una menor cantidad de las mismas, o que algunas no varían prácticamente (salvo en cuestiones fonéticas) en su estructura original. Además, aplicando la lógica sobre la necesidad real del ser humano de crear un termino nuevo para comunicarse mejor pueden llegar a conjeturas más o menos atinadas.

¿Cuál fue la primera palabra que emitió un ser humano? Hay diversas hipótesis. Se cree que el lenguaje surgió del Homo Habilis, más o menos a la vez que creó en África las primeras herramientas en un intervalo de tiempo de entre 2,5 y 1,8 millones de años. Como candidatas más fuertes hay dos: la primera algo así como “ayudame”; mientras que la segunda tiene más tirón y mala leche: “No”.

También cuentan en el mundillo, como chascarrillo, que en el caso de cuáles fueron los primeros números que el ser humano llegó a decir el inicial fue ‘uno’ (pura lógica), el segundo fue ‘dos’, pero el tercero lo más probable que fuera es… “muchos”. En aquel estadio de la evolución, no se podían conservar los alimentos, así que era absurdo contar más allá; tenían un montón y bastaba. Luego, con el tiempo se completrían los de la decena, con múltiples variaciones dependiendo de la familia lingüística. Cuanto más grande el número, más distinto resulta en diversos idiomas: eso indicaría la dispersión de las poblaciones de homíninos al colonizar todo el planeta.

Los filólogos y la lingüística comparada

Ferdinand de Saussure etimología Lingüística
Ferdinand de Saussure

Los filólogos se dedican a estudiar las palabras y los idiomas, y es una ciencia sobre todo desde la aparición del padre de la lingüística, Ferdinand de Saussure, que concibió su estudio desde el estructuralismo: dividir la estructura de las palabras y el lenguaje en sus mínimas estructuras (en un resumen muy basto pero que se puede entender bien, los sufijos y prefijos por ejemplo; aunque hay muchísimos más componentes) para, así, poder luego comparar con otras lenguas a ver si se producen los mismos procesos en ellas.

Esto permite, por ejemplo, descubrir que hay palabras que provienen del mismo tronco, lenguas antiguas como el sánscrito, el latín y el germánico; ya que sus estructuras y fonética indican que son de la familia del indoeuropeo. El patrón que se puede ver comparando ‘pez’ y ‘fish’ es un ejemplo.

En este vídeo (otro más, sí; porque es mejor ver y escuchar que leer para comprender la Historia de la Lengua) del filólogo Domingo Chica Pardo (2), puedes conocer la influencia indoeuropea en las lenguas antiguas y en las nuestras de hoy en día.

Así, los estudiosos del lenguaje utilizan disciplinas como la lingüística comparada, la estadística (las lenguas repiten estructuras básicas en ritmos distintos que ofrecen armonías similares en las que son hermanas, como un estilo musical (y la música también es un lenguaje y matemáticas a la vez), por lo que a lo largo de este siglo y medio (Saussure nació en 1857 y se aplicó su teoría estructuralista a primeros del siglo XX tras la publicación de su obra póstuma ‘Curso de Lingüística General’ en 1916) han podido realizar proezas.

Otro lingüista muy famoso –pero a la vez muy desconocido en su labor académica, habiendo sido uno de los más importantes de la historia– fue J.R.R. Tolkien (sí, el escritor de El Hobbit y El Señor de los Anillos), que gracias al estructuralismo creó sus preciosos idiomas inventados a partir de lenguas germánicas. Por cierto, que sabía hablar perfectamente español porque su preceptor cuando se quedó huérfano fue un sacerdote hispano británico, de segundo apellido Osborne,  al que recordaba cariñosamente como el Tío Curro.

tolkien lingüística comparada
Tolkien

La informática de las palabras

Pero es con la llegada de los ordenadores cuando se produce la primera revolución en esta ciencia. Y hoy en día se está produciendo una segunda: con el uso de Inteligencia Artificial son capaces de realizar verdaderas proezas como determinar quién escribió qué, y desmentir lo que se creía firmemente desde siempre en la Historia de la Literatura.

Un ejemplo de ello es que el catedrático de la Universidad de La Coruña Alfredo Rodríguez López-Vázquez puede afirmar gracias al uso de un algoritmo que detecta la forma de escribir de cada autor –Análisis de Estilometría, lo denominan–, que ‘El Burlador de Sevilla’ no es de Tirso de Molina sino de Andrés de Claramonte. Y así, usando el método matemático-estadístico de conteo de repeticiones de palabras y giros literarios, lo ha conseguido hacer con otros muchos autores equivocados a la hora de atribuirles obras cumbres del Siglo de Oro español, o supuestamente anónimos. Técnica matemática que esta tesis de Nadia Revenga, del uso de Inteligencia Artificial (IA) para este tipo de observaciones, confirmó como completamente acertada.

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El catedrático Alfredo Rodríguez López-Vázquez.

El proyecto de Estilometría del Teatro del Siglo de Oro, dirigido por Germán Vega García-Luengos de la Universidad de Valladolid, utiliza también la Inteligencia Artificial para la estilometría. Este estudioso terminó por certificar la validez de la técnica que llevaba cuarenta años años realizando, con números a mano, Rodríguez López-Vázquez para determinar quién era el correcto autor de muchas de esas obras de la mejor época literaria española. El profesor leonés en la universidad vallisoletana fue el primero (y en su momento el único) en reconocer que la propuesta del catedrático de Didáctica de la Lengua y Literatura de la Facultad de Ciencias de la Educación coruñesa tenía gran mérito académico; y que no era en absoluto algo carente de fundamento, como criticaban otros popes de la acartonada docencia universitaria española.

En este futuro del estudio lingüístico que ya nos ha alcanzado, las máquinas leen por los humanos; pero lo que les dicen los filólogos. Estos son los que tienen la intuición sobre qué enigma es el que que resolver, y los que introducen en el ordenador las obras literarias que tienen que revisar estos softwares. Las palabras son información, no sólo por su significante y su significado, sino por cómo se ponen unas detrás de otras. La IA es la herramienta del futuro de los estudiosos de la escritura más efectiva para conseguir revelar secretos y misterios del pasado.

Recreando lenguas muertas

A finales del siglo XX la introducción de los ordenadores (y sobre todo los programas de hojas de cálculo y bases de datos) dio un vuelco en los estudios científicos. En cuanto los lingüistas dejaron de lado las fichas de papel y comenzaron a usar las bases de datos, comenzaron a poder programar para descubrir más patrones de comportamiento entre lenguas. Y con la llegada de Internet tuvieron acceso a los estudios de colegas de otros países. No es que la etimología y el estudio de las lenguas antiguas no estuvieran avanzados (que sí, y mucho), sino que al usarse estas tecnologías de la información y la comunicación, en los últimos años el estado de la cuestión ha avanzado tanto que ahora son capaces de reproducir lenguas  muertos como el asirio, el egipcio antiguo, el sánscrito y demás.

En estos vídeos se pueden escuchar cómo sonarían muchas de ellas:

¿Pero en el fondo no es más que una diversión de unos tíos raritos de biblioteca que no lleva a ninguna parte? Pues no. El estudio de las lenguas antiguas da dinero: no sólo por la cantidad de libros que se publican de ellas, sino porque hay que traducir textos para museos, financiando su investigación (la cantidad de dinero y esfuerzo que se ha gastado en egiptología es ingente y sin la traducción de los jeroglifos no habría podido ser posible), o en cuestiones fonéticas puede llegar a pagarse un dineral para conseguir que los actores de películas y series hablen un correcto latín.

¿Ejemplo? La serie ‘Bárbaros’ en la que los romanos sólo hablan su idioma como muestra este otro vídeo (está en inglés, pero se pueden poner subtítulos en castellano pinchando en la ruedina de la configuración y seleccionando traducción automática en español) de Luke Ranieri Polimathy (3).

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Es decir, la Cultura (incluso la más dura y académica como la filología) genera dinero. Y más en estos tiempos en la que lo histórico está en auge con las facultades de Historia repletas de alumnos como no se veía desde el siglo pasado. No en vano ahora, cada vez que en un videojuego histórico aparece un error en la vestimenta de un personaje se montan unas discusiones en internet de tal calibre que los historiadores del arte son contratados con sueldos espectaculares para evitar esos errores. Y los historiadores militares en las películas y series. Los lingüistas no iban a ser menos. La afición por conocer cómo son las lenguas es tal que hay youtubers españolas, como Helena Herráiz (Linguriosa), que tienen casi cuatrocientos mil seguidores.

La Historia tiene la fortuna que abarca toda la Cultura humana. Y en el caso de las lenguas es también apasionante. Pero en este artículo no todo el pescado está vendido. De hecho no se ha llegado a explicar por qué las palabras ‘pez’ y ‘fish’ son, en origen, la misma.

Pues bien, cojamos la caña histórico-lingüística y pongámosnos a pescar la explicación. En primer lugar, las lenguas romances herederas del latín y las germánicas (el sánscrito hindú también) son de la familia del indoeuropeo por lo que las palabras originales son las mismas; pero por usos sociales y cambios históricos se pronuncian distinto.

En el caso de nuestros vocablos protagonistas se debe a que lo que se suele pronunciar en latín con ‘p’ inicial, en germánico pasa al fonema ‘ph’ (fonéticamente una efe). Es fácil verlo escrito: ‘pater‘ [‘padre’ en latín] en inglés es ‘father‘ (la ‘t’ latina intervocal en germánico tiende a dar ‘d’).

Pues bien, al respecto de nuestra palabra para definir un sólo pescado en castellano, ‘pez’ (4), ésta proviene del latín ‘piscis’, que, claro, con la variación fonética germánica daría (se refleja por escrito el sonido) “fiscis”… y de ahí a ‘fish‘ (‘fiss’ fonéticamente) queda claro que son la misma palabra pero pronunciada distinta. Como curiosidad en sánscrito, el padre de estas familias lingüísticas, es ‘pay‘.

¿Pero en castellano es ‘pez’, y no se parecen no? Bueno, eso depende. Si un inglés usara su fonética para leer las letras tal cual… diría ‘pis’ (sí, es un tanto escatológico)… lo cual con la efe germánica daría… ‘fis’.

¡Hete aquí! (5) Quod erat demostrandum.

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Nota final: a poco que se haga el lector una pregunta básica se habrá dado cuenta de que es extraño que mientras el latín y el inglés usan el fonema ‘i’, el duende del castellano eligiera la ‘e’. Esto se debe a que el plural en lengua latina era ‘pisces’, lo que dió en español la palabra ‘peces’ y de ahí, por apocopamiento, el singular dio ‘pez’ (6).


(1) Como habrá podido notar el lector, soy legionense. Aquí les explico más a fondo  en ‘Manu Militari’ qué ocurre ‘Cuando uno vive sobre un campamento romano‘.

(2) La página web de Domingo Chica Pardo es esta. Realmente completa e interesante.

(3) El canal de Youtube de Luke Ranieri, ‘PolýMATHY‘ es altamente recomendable (aunque esté en inglés).

(4) Para saber más sobre la evolución del castellano antiguo al español actual, adjunto este artículo académico alojado en la web del Instituto Cervantes: ‘Diacronía y diacronía del español’. Francisco Abad (UNED):
https://cvc.cervantes.es/literatura/cauce/pdf/cauce27/cauce27_01.pdf

(5) Me permito el lujo de presentarles una antigua ‘Bitácora de Casos y Cosas’  mía en la que también hablo de ‘palabros’. Les recomiendo que lean este artículo de ‘The Blogolist‘ y, si les place, alguno que otro más de ese blog (bastante desactualizado). Se divertirá y aprenderá cosas, espero.

(6) Ojo con la ‘s’ perdida en ‘pez’. Derivan directamente del latín: pez de ‘piscis’; pescado de ‘piscātus’; juez de ‘iudex,-iudiĭcis’; justicia de ‘iustitĭa’. Estas voces latinas, y la inmensa mayoría de los vocablos latinos originarios, han cambiado su morfología y fonética en el proceso de evolución de la lengua latina al español moderno. Estos cambios lingüísticos determinan a largo plazo las reglas, sin embargo, no ha quedado ninguna regla establecida que permita realizar cambios de este tipo (de z a s). La regla existente es entre las letras z y c, la cual establece que la z siempre cambia a c ante e, i: pez > pecera, pececito; juez > juececito; feliz > felices. Fuente: https://www.elcastellano.org/ofir-taborda-roldán

Jesús María López de Uribe

Jesús María López de Uribe (León, 1970) es periodista en ileon.com, divulgador y doctorando en Historia, además de editor del blog 'Manu Militari' (en Twitter @MMilitari). Su perfil personal es @UribeX.

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