En la Europa medieval, antes de la introducción del papel a finales del siglo XIII, las páginas de los libros estaban hechas de piel de animal deshidratada, también conocido como pergamino.
El pergamino se producía a partir de pieles curtidas, era un producto costoso y extremadamente laborioso de producir, además, estaba disponible en cantidades muy limitadas. Fue solo con la introducción del papel que vemos la adopción y generalización de la imprenta en Europa, mientras que en China, que tenía papel siglos antes, la imprenta ya estaba en uso extendido.
Lo que nos lleva a un par de puntos acerca de la edición de libros en la Edad Media europea:
- Los libros eran artículos de lujo, muy caros; unas auténticas obras de arte. Por lo tanto, el máximo aprovechamiento de los materiales no era el objetivo principal. Que era un artículo de lujo es evidente cuando vemos la caligrafía a gran escala, esas famosas iniciales iluminadas, además de las decoraciones ornamentales e incluso páginas enteras dedicadas a ilustrar el texto.
- Las personas que poseían libros en la Edad Media, normalmente, no poseían grandes bibliotecas. Una persona solía atesorar en sus estanterías los libros que pretendía leer durante su vida; libros que se solían releer una y otra vez, lo que solía derivar en unas lecturas lentas y reflexivas.
Márgenes para evitar la degradación
Los escribanos, amanuenses, o copistas también eran conscientes de la degradación de los soportes escriturarios, tanto por efecto de la humedad como por “malignas fuerzas externas” que ordinariamente tomaban la forma de murciélagos, ratones, u otra clase de alimañas.
Los cartularios y libros tendían a estar cerrados, ya fuera puestos en vertical en una estantería o en horizontal en los escritorios. De esta manera, pronto advirtieron que las hojas se empezaban a degradar por las partes exteriores de las hojas, produciéndose más tarde la afectación a las partes más internas o centrales. Así, dejar un margen importante en los libros garantizaba que los textos fuesen a estar legibles, copiables, y por extensión utilizables durante un período de tiempo más largo sin que la calidad textual se viera afectada por pérdida de sílabas o palabras.
Sobre las anotaciones
Muchas de esas afortunadas personas que poseían libros solían escribir sus propios comentarios a la obra. No tenían “post-its” ni cómodos blocs de notas, por lo que los comentarios se escribían entre las líneas del texto original o, mucho más habitualmente, en esos márgenes enormes que sobraban en las páginas. Es posible que estos grandes márgenes que se dejaban en muchas obras fueran herencia de las fórmulas hebreas para el Talmud hebreo,, cuyo texto principal está en el centro de la página y se va rodeando de los diversos comentarios elaborados por los rabinos.
El lector podía (y puede) agregar dos tipos principales de notaciones: las “Glosas” (del griego glōssa que significa ‘idioma, lengua’ o lenguaje) un tipo de notación breve que ofrece una explicación, aclaración o traducción del texto original.
El comentario más largo, generalmente en el margen de la página, se llamaría “Escolio” (del latín scholium, que significa ‘discusión erudita’ o sencillamente comentario); estos escolios pasaban de un copista a otro e incluso se ampliaban, creándose a veces libros propios para los escolios de una obra. Los escolios contienen mucha información de gran valor para la corrección e interpretación del texto original. Los más importantes son los realizados sobre los textos de Homero (especialmente los escolios venecianos sobre la Ilíada, descubiertos en 1781 en la biblioteca de San Marcos en Venecia), pero también se conservan de numerosos autores latinos clásicos, como los de Servio sobre la obra de Virgilio.
Las notas pueden estar en el idioma del texto, o en el idioma del lector si es diferente. Por ejemplo, las copias del Corán pueden contener glosas interlineales en un idioma diferente al árabe para ofrecer una explicación al lector, ya que el Islam no reconoce la traducción de las escrituras (aunque existan) para su uso litúrgico.
Otras veces, además de anotaciones, también aparecen ilustraciones, caricaturas y dibujos (contextualizados con el texto, o no) bastante interesantes.
Libros de bolsillo medievales
Habiendo hablado de tantos ejemplos de libros en los que se hacían anotaciones e incluso tipificándolas, también se daba el caso de los libros que no tenían hueco para comentarios y cuyo texto estaba escrito hasta los bordes. Un ejemplo de este tipo son los llamados “Salterios” (pequeños libros que contienen los Salmos bíblicos), que a menudo tienen texto que llena toda la página. Estos eran libros creados para que fueran llevados consigo mismo en lugar de permanecer en la biblioteca; estaban pensados para que se utilizasen en la meditación diaria sin necesidad de tener que añadir notas adicionales.
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La piel animal usada para los textos era de oveja ?
Mayormente sí, de piel de cordero