La muerte de Fernando III el Santo en 1252 fue un acontecimiento trascendental en la historia de España y Europa. Tras su fallecimiento, su cuerpo fue sepultado en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla, donde comenzó a ser venerado por el pueblo. Su lápida decía:
Aquí yace el Rey muy honrado Don Fernando, señor de Castiella é de Toledo, de León, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia é de Jaén, el que conquistó toda España, el más leal,
é el más verdadero, é el más franco, é el más esforzado, é el más apuesto, é el más granado, é el más sofrido, é el más omildoso, é el que más temie a Dios, é el que más le facía servicio,
é el que quebrantó é destruyó á todos sus enemigos, é el que alzó y ondró á todos sus amigos, é conquistó la Cibdad de Sevilla, que es cabeza de toda España, é passos hi en el postrimero día de Mayo, en la era de mil et CC et noventa años
Pronto se le atribuyeron varios milagros, lo que llevó a los Papas Inocencio IV y Alejandro IV a conceder indulgencias a quienes visitaran su tumba. Uno de los milagros más famosos atribuidos a Fernando III ocurrió en Triana, Sevilla, cuando un niño de tres años cayó accidentalmente del campanario de la iglesia de Santa Ana. El padre del niño se encomendó fervientemente al santo rey, quien consiguió desde las alturas que el pequeño llegara sano y salvo al trianero suelo. Estos milagros contribuyeron a consolidar la figura de Fernando III como santo y mártir cristiano. En 1671, fue canonizado por la Iglesia Católica debido a sus virtudes cristianas y su papel en la lucha contra los musulmanes durante la Edad Media española.
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ToggleBreve biografía
Fernando III, popularmente conocido como Fernando III el Santo, es una figura histórica de gran relevancia en la Historia de España. Nacido en 1199 procedente de una familia noble castellana, ostentó el título de rey de Castilla y León desde 1217 hasta su fallecimiento en 1252. Fernando III recibió una esmerada educación que incluyó estudios de teología y derecho canónico. Su ascenso al trono de Castilla y León se produjo a la edad de 18 años, tras el fallecimiento de su padre, Alfonso IX.
La muerte de Fernando III El Santo a través de «Las postrimerías de Fernando III el Santo»
Durante su reinado, destacó por su devoción religiosa y su destacado papel como líder militar en la lucha contra la ocupación almohade de la península así como sus acciones diplomáticas con las que atrajo a vasallaje a numerosos señores andalusíes como los Banu Nasr (los nazaríes) ambos factores y su liderazgo militar posibilitaron la expansión de su reino hacia el sur obteniendo importantes conquistas militares de ciudades como las ciudades de Córdoba, Jaén y Sevilla.
Milagros atribuidos a Fernando III
La obra literaria conocida como la “Primera Crónica General de España” provee una versión oficial y sistemática del reinado de Fernando III, junto con la de sus antecesores. Sin embargo, los relatos que se originaron en los siglos XIV y XV, con una considerable distancia respecto a los eventos históricos, comienzan a incorporar elementos de hazañas nobiliarias y milagros atribuidos a Fernando III, lo que cuestiona su autenticidad. En este sentido, la obra titulada “Crónica del Santo Rey Don Fernando”, impresa en Sevilla en 1526, representa un punto de unión entre las fuentes medievales adornadas con añadidos inciertos y las obras de exaltación elaboradas con anterioridad al proceso de canonización del monarca.
Entre los milagros que se le fuero atribuyendo en las páginas de las crónicas destacan:
- Autocuración milagrosa cuando el rey tenía 10 años ante la imagen de la virgen en el monasterio burgalés de Oña.
- Curación de una niña paralítica en el año 1222
- Curación de un niño que se cayó de un campanario de Triana (milagro del niño de Triana)
Proceso de canonización:
Por supuesto, el estado de conservación de su cadáver, prácticamente incorrupto, ayudó mucho al proceso de beatificación y canonización del rey. También ayudó la relación de sus hijos con la iglesia, uno de ellos, el infante Felipe, que había optado por seguir la carrera eclesiástica estudiando en la Universidad de París.
Fue nombrado arzobispo de Sevilla tras la conquista efectuada por su padre. Sin embargo, algunos años después del fallecimiento de su padre, Felipe tuvo que renunciar a su dignidad pastoral para casarse con la princesa Kristina de Noruega. Otros dos hijos varones del rey optaron por el estado eclesiástico y una de sus hijas, Berenguela, permaneció como monja en el monasterio burgalés de Las Huelgas.
El proceso de canonización de Fernando III comenzó poco después de su muerte, cuando el pueblo comenzó a venerar su figura y a atribuirle milagros. Sin embargo, no fue hasta el siglo XVII que se inició formalmente el proceso de canonización por parte del Cabildo de Capellanes Reales de la Catedral de Sevilla. El proceso contó con el apoyo de la monarquía española, que deseaba ver a uno de sus componentes alcanzar la gloria de los altares.
El sepulcro de Fernando III fue abierto en dos ocasiones para examinar su cuerpo, la primera en 1631 y la segunda en 1668. En presencia de las autoridades eclesiásticas, los médicos y cirujanos constataron que el cuerpo había experimentado un proceso natural de momificación, conservándose su piel, tejidos y articulaciones, a excepción de una pierna que dejaba los huesos al descubierto desde la rodilla hasta el pie. Resultó sorprendente que el cuerpo no desprendiera mal olor y que se encontrara en mejor estado que los de otros miembros de la familia real depositados en la catedral de Sevilla, los cuales se encontraban altamente corrompidos y descompuestos. En la actualidad, el cuerpo de Fernando III se halla en una urna de plata, en la que sigue experimentando un proceso de lenta degradación provocado por microlepidópteros y coleópteros que atacan los tejidos momificados.
El proceso de canonización se prolongó durante varios años y se basó en la recopilación y análisis de testimonios sobre la vida y obra del rey santo, así como sobre los milagros atribuidos a él tras su muerte.
Finalmente, en 1671, el Papa Clemente X declaró a Fernando III el Santo como santo de la Iglesia Católica.
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