Es generalmente conocido por todos que la fabricación y consumo de cerveza en España vino de la mano de los primeros Austrias.
Según el Archivo Histórico Nacional, los primeros barriles de esta bebida llegaron a Castilla con la comitiva de Felipe el hermoso y la princesa Juana. Sea esto cierto o no, lo que sí que está documentado es que nuestro Carlos I, nacido en las “cerveceras” tierras de Gante y educado en Flandes, trajo en su corte un maestro cervecero flamenco para que pudiesen abastecer de esta bebida tanto a su persona como a sus cortesanos, la mayoría procedentes de aquellas tierras europeas.
Los primeros consumidores y fabricantes de esta bebida fueron por tanto extranjeros, principalmente flamencos y alemanes. Más tarde incluso ciudadanos franceses e ingleses que vivían en los reinos españoles la prepararían para consumo de sus compatriotas comerciantes o embajadores.
Castilla no era, por estos años del siglo XVI, una tierra donde tuviera fama esta bebida. El vino, de fácil producción, abundante y de gran calidad, era la bebida por excelencia de los reinos hispanos. Por lo que tuvo que traer de fuera quien enseñara a sus nuevos súbditos a hacer cerveza.
El cronista Miguel Herrero-García data (sin mencionar la fuente que sustente esta afirmación) la llegada de los primeros maestros cerveceros a Castilla en el año de 1537.
La documentación y fuentes relativas a la fabricación y venta de la cerveza en Madrid de los primeros siglos, proceden de los Libros de Gobierno de la Sala de Alcaldes de Casa y Corte, custodiados en la sección de consejos del Archivo Histórico Nacional. Esta magnífica fuente nos ofrece información sobre la fabricación, precios, costes e incluso los nombres de algunos cerveceros de la Villa desde principios del siglo XVII. Pero, aunque magnífica, esta documentación no nos da ningún dato anterior a 1610.
Por eso este pleito que el Archivo Histórico Nacional presenta como pieza del mes —por el momento— podría ser considerado como uno de los vestigios documentales conservados más antiguos sobre una fábrica de cerveza en Madrid, puesto que retrocede en el tiempo casi 50 años en relación con los mencionados documentos de la Sala de Alcaldes de Casa y Corte. Los autos conservados en el Consejo de Castilla se inicia en agosto de 1568 por denuncia de Andrés Hienne, padre de Nicolás Hienne, cervecero del Rey.
Pleito entre Andrés de Hienne como hijo de Nicolás Hienne, cervecero del Rey, de una parte y Erasmo de Valendole, archero, de la otra sobre cuentas y alcances de la fabricación de cerveza en Madrid. 1568-1571
El documento menciona que, en el año anterior, Nicolás había marchado a Bruselas para atender ciertos asuntos y negocios dejando su “plaza” de cervecero real —por el que recibía un salario y tenía, además, derecho a casa— en manos de Erasmo de Valendole, también flamenco, para que continuara haciendo cerveza y abasteciendo a su clientela.
Cuando en 1568 Andrés regresa Madrid para hacerse cargo de nuevo de la fábrica de cerveza, que había heredado ya de su padre, se suscita el pleito en relación con las cuentas del negocio durante el año de ausencia del titular cervecero real. La sustanciación del pleito, que se alarga hasta junio de 1571, nos aporta datos considerablemente antiguos sobre el coste de fabricación de la bebida a mediados del siglo XVI, puesto que se incluyen la contabilidad pormenorizada de los gastos. Alquiler de locales, sueldos de los operarios, materias primas, transporte… Igualmente nos proporciona información sobre la propia fabricación del producto, aunque no sobre el consumo.
Pleito entre Andrés de Hienne como hijo de Nicolás Hienne, cervecero del Rey, de una parte y Erasmo de Valendole, archero, de la otra sobre cuentas y alcances de la fabricación de cerveza en Madrid. 1568-1571
Asimismo podemos conocer a través de este pleito nombres de los primers cerveceros —documentados— de Madrid como el oficial Juan de Malinas o los maestros cerveceros Ángel Cofio o Juan Flamenco, ya que actuaron como testigos.
El Archivo Histórico advierte a los que quieran “bucear” en la documentación procesar de la época que aunque se sabe que el precio del alquiler de los locales donde Nicolás Hienne tenía su industria cervecera es uno de los puntos más reñidos del pleito, no se menciona en ningún momento la ubicación exacta de esta fábrica. Como bien dicen: “A cualquier madrileño nos encantaría saber el lugar exacto de la primera fábrica de cerveza documentada de nuestra ciudad. Pero, por suerte o por desgracia, los archivos no siempre desvelan todos los secretos”. Al menos no de golpe.
No hay duda de que cualquier madrileño le gustaría saber el lugar exacto de la primera fábrica de cerveza documentado de nuestra vida. Pero por suerte por desgracia los archivos no siempre desvelan todos los secretos.
Fuente: Ministerio de Cultura. Archivo Histórico Nacional (España)
