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Entre la fe y el poder: “la gāliba”, el lema de la dinastía nazarí

En el corazón de la Alhambra, entre las inscripciones que decoran sus muros, se encuentra una frase que se repite con insistencia, como un eco que atraviesa los siglos: “No hay más vencedor que Dios” (en árabe, wa-la galib illà Alläh).

Este lema, conocido como la gāliba o galiba (a veces gliba), encapsula la fe y la legitimidad política de los nazaríes, pero también revela un vínculo con una tradición anterior: la de los almohades y su legado ideológico.

Soldados nazaríes en una reconstrucción de uno de los frescos de la “Casa del Partal” (Granada)

En mi investigación, me encontré con un análisis fascinante de S. Peña y M. Vega, quienes plantean una cuestión intrigante: ¿por qué los lemas teóforos, tan comunes en las dinastías musulmanas medievales, rara vez lograron continuidad, incluso dentro de las mismas dinastías que los promovieron?

Esta pregunta, aparentemente sencilla, abre la puerta a una reflexión más profunda sobre la naturaleza de estos lemas y su función en la construcción de la identidad política y religiosa.

Los nazaríes, según estos investigadores, parecen haber aprovechado la herencia ideológica de los Mu’miníes, la élite gobernante almohade, para crear su propia identidad dinástica, creando un lema que los diferenciara en el convulso panorama político de al-Andalus.

Este vínculo no implica una copia directa, sería más bien una reinterpretación creativa. Los nazaríes tomaron elementos de la ideología almohade y los adaptaron a sus necesidades.

Los almohades, con su énfasis en la legitimación divina y su uso de frases teóforas en monedas y documentos, sentaron un precedente que los nazaríes adaptaron a su contexto. Sin embargo, mientras que los lemas almohades eran más efímeros y se limitaban a ciertos ámbitos, los nazaríes lograron integrar la galiba en casi todos los aspectos de su producción cultural y política.

Foto del autor. Decoración de la Alhambra

El lema:

  • Original, en árabe: لا غالب إلا الله
  • Trasliterado: wa-lā gālib illà Allāh
  • Traducción: (Y) No hay más vencedor que Dios

Una combinación de sencillez y profundidad, con su resonancia calofónica y su carga simbólica, se convirtió en un emblema que trascendió su contexto original para convertirse en un símbolo de identidad nazarí.

Detalle de las armas nazaríes de época de Muhammad II con la gliba recorriendo la Banda de Castilla otorgada por el pacto de Jaén.

Muhammad I y el nacimiento de un símbolo

El origen de la galiba está estrechamente ligado a la figura de Muhammad I ibn Nasr, fundador de la dinastía nazarí. Según M.ª J. Viguera, aunque no existe certeza absoluta sobre el momento exacto en que Muhammad I adoptó el título honorífico de “al-Ghalib bi-llah” (El vencedor por Dios), es probable que lo hiciera hacia 1238 o 1239, coincidiendo con su proclamación como “Emir de los musulmanes”. Este título, que lo homologaba con otros monarcas musulmanes de su tiempo, marcó el inicio de una estrategia de legitimación que se reflejaría en la adopción de la gliba como lema dinástico.

El paralelismo con Ibn Hud, un líder político contemporáneo que también utilizó un título honorífico similar, refuerza la idea de que Muhammad I buscaba posicionarse como un renovador del poder musulmán en al-Andalus. Sin embargo, a diferencia de otros líderes de su época, los nazaríes lograron dotar a su lema de una continuidad y un simbolismo que lo convertirían en un elemento central de su identidad dinástica.

Monedas de Muhammad I

Fuente: Las monedas de plata nazaríes (siglos XIII-XV).
Análisis estadístico a partir de los catálogos de las principales colecciones y hallazgos monetarios MIGUEL JIMÉNEZ PUERTAS
Universidad de Granada

Las primeras acuñaciones de dirhams nazaríes corresponden al periodo fundacional de la dinastía, bajo el gobierno de Muhammad I (1232-1273). Estas piezas mantienen la tradición almohade en términos de forma y peso, pero presentan una ruptura significativa al eliminar la referencia al Mahdí en sus inscripciones. En su lugar, aparece por primera vez el lema nazari: wa-lā gālib illà Allāh (ولا غالب إلا اللّه), “Y no hay vencedor sino Dios”.

Las monedas se acuñaban siguiendo el estándar almohade, con 20 piezas por onza (unidad de peso equivalente a 31 gramos), lo que otorgaba a cada dirham un peso aproximado de 1,55 gramos de plata fina. En esta primera etapa, se identifican varias variantes de estas acuñaciones, incluyendo monedas sin ceca y otras procedentes de talleres de Almería, Granada, Jaén, Málaga y Murcia.

Además, se emitieron fracciones de dirham, como medios dirhams (también sin ceca) y cuartos de dirham, siendo estas últimas anónimas pero atribuibles a este periodo por incluir el lema nazarí y la ceca de Jaén. Estas piezas corresponden a los tipos A y B de la clasificación establecida por Rodríguez-Fontenla.

Moneda de oro, fracción de dinar con el lema en dos líneas

Entre los ejemplos más representativos de esta primera fase se encuentra el dirham tipo A, acuñado en la ceca de Granada. Este tipo de moneda, catalogado como Hohertz 709 o Vives 2164, presenta inscripciones que reflejan tanto la fe islámica como la legitimidad dinástica de los nazaríes. Las leyendas grabadas en el anverso y el reverso son las siguientes:

Anverso:

لا اله الا الله / محمد رسول اللّٰه / ولا غالب الا اللّٰه

[à ilah illà Allah / Muhammad rasül Allah / wa là galib illà Allāh]

(“No hay dios sino Dios. / Mahoma es el enviado de Dios. / Y no hay vencedor sino Dios”)

Reverso:

/ امير المسلمين محمد / بن يوسف بن نصر / خليفة العباسي / غرناطة

[amir al-muslimin Muhammad / ben Yusuf ben Nasr / jalifa al-‘abbasì / Garnata]

(“El emir de los musulmanes Muhammad, / hijo de Yüsuf, hijo de Nasr. / El califa abasí. / Granada”)

Para los que tengan dudas, el Califa abasí era la máxima autoridad religiosa del momento para la familia Nasrí, por eso lo citaba en sus acuñaciones.

El análisis de los títulos adoptados por Muhammad I, fundador de la dinastía, revela que el califato no formaba parte de la identidad política de los primeros soberanos granadinos. A diferencia de los de la segunda dinastía, quienes adoptaron en ámbitos “extraoficiales” el título de jalifa (califa), Muhammad I se limitó a emplear títulos como Amir alMu’minin ( Príncipe o Comendador de los Creyentes), e Imam, sin llegar a proclamarse califa.

Una de las bóvedas de la recién restaurada “Sala de los Reyes” en la Alhambra.
(Foto del autor)

El texto que recorre la Alhambra

La Alhambra, como epicentro del poder nazarí, se convirtió en el lienzo perfecto para plasmar este lema. En sus yeserías, columnas de mármol, vajillas reales e incluso en las lápidas funerarias, la frase se repite como un mantra, reforzando la identidad de la dinastía y su vínculo con lo divino.

Foto del autor en la Alhambra

Uno de los ejemplos más destacados se encuentra en un cimacio de mármol nazarí, donde el lema aparece inscrito en epigrafía cursiva sobre un fondo azul. Este elemento, junto con otros similares, puede admirarse hoy en el Museo de la Alhambra.

También se encuentra grabado en un capitel cúbico de la Alcaicería de Granada, donde unas palmas dobles imbricadas enmarcan la inscripción. Y por supuesto en el Generalite, donde el lema se inscribe en una impresionante yesería, rodeado de cenefas que lo repiten sobre un fondo de color rojo almagra.

Para curiosos: “Leer la Alhambra”

Hace unos años, mientras recorría la Alhambra en Granada, me asomé a su tienda y descubrí un libro que me ayudó a entender la realidad del monumento en el que me encontraba. Un libro, escrito por José Miguel Puerta Vilchez, una obra esencial para quienes desean comprender la profundidad cultural, artística y espiritual de este palacio nazarí: Leer la Alhambra.

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Todo un viaje a través de la poesía, la filosofía y la espiritualidad que impregnan cada rincón del recinto. Las inscripciones árabes, que a menudo pasan desapercibidas para el visitante casual, cobran vida en las páginas del libro al ofrecernos su traducción e interpretación.


Fuentes consultadas

  • Martínez Enamorado, V. (2006). “Lema de príncipes”. Sobre la gliba y algunas evidencias epigráficas de su uso fuera del ámbito nazarí. Al-Qanṭara, XXVII(2), 529-550.
  • Peña Martín, S., & Vega Martín, M. (2003). Epigrafía y traducción: el lema nazarí en su marco numismático. Granada.
  • Viguera Molins, M.ª J. (2000). El Reino nazarí de Granada (1232-1492). Política, Instituciones, Espacio y Economía. Madrid.
  • Rubiera Mata, M. J. (2008). El Califato Nazari. Al-Qantara, XXIX(2), 293-305.
  • Patronato de la Alhambra y Generalife.
    (s.f.). El lema y el escudo nazarí.
    Recuperado de https://www.alhambra-
    patronato.es/lema-escudo-nazari.
  • Fierro, M. (2006). “The Ansaris, Nãsir al-Din, and the Nasrids in al-Andalus”. JSAI,
    31, 232-247.
Foto del autor


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Miguel Ángel Ferreiro

Militar de carrera, autor de "La Segunda Columna" (Ed.Edaf), director de este proyecto e Historiador del Arte (UNED). Entre África y Europa, como el Mediterráneo.
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