Caminar por los pasillos de la historia de la Guerra Fría es como adentrarse en un laberinto de sombras, donde las lealtades se desdibujan y las traiciones se convierten en moneda corriente.
Uno de los nombres que resuena con fuerza en este oscuro entramado es el de Kim Philby, el espía británico que, durante casi tres décadas, jugó un doble juego mortal entre el MI6 y la KGB.

Recientemente, los Archivos Nacionales del Reino Unido han desclasificado documentos que arrojan nueva luz sobre su vida, sus motivaciones y las consecuencias de sus actos. Decidí sumergirme en estos textos, y lo que descubrí fue un relato tan fascinante como perturbador.

El Hombre Detrás del Mito
Kim Philby no era un espía común. Su habilidad para moverse entre dos mundos opuestos con una facilidad casi sobrenatural lo convirtió en una figura enigmática. Para sus colegas del MI6, era el epítome del profesionalismo, un hombre que ascendió rápidamente en la jerarquía de la inteligencia británica. Pero para Moscú, era un activo invaluable, un doble agente que entregó secretos cruciales que alteraron el curso de la Guerra Fría.
Philby fue reclutado en 1934 por un agente soviético conocido como “Otto”. Este encuentro, facilitado por su primera esposa, Lizzy, una ferviente comunista, marcó el inicio de su carrera como espía. Según los documentos desclasificados, Philby aceptó trabajar para lo que más tarde identificó como la OGPU, el precursor de la KGB.
Desde ese momento, su vida se convirtió en un delicado acto de equilibrio entre la lealtad a su país natal y su compromiso con la causa soviética.

El Grupo de Cambridge

Philby no operaba solo. Era parte del llamado “Anillo de los Cinco”, o “Los 5 de Cambridge” un grupo de antiguos estudiantes de la Universidad de Cambridge que se dedicaron a espiar para la Unión Soviética.
Entre ellos se encontraban Anthony Blunt, Guy Burgess, Donald Maclean y John Cairncross. Este grupo, que comenzó a operar en la década de 1930, logró infiltrarse en los niveles más altos del gobierno británico y transmitir información vital a Moscú.
Philby, considerado el líder del grupo, jugó un papel crucial en el reclutamiento de Burgess y Maclean.

En 1951, cuando Maclean estaba a punto de ser descubierto, Philby les advirtió, permitiendo que ambos desertaran a la Unión Soviética. Este episodio marcó un punto de inflexión en la historia del espionaje durante la Guerra Fría.
La Traición de Volkov
Uno de los episodios más impactantes de la carrera de Philby fue su traición a Constantin Volkov, un oficial de la KGB que intentó desertar al Reino Unido en 1945. Volkov ofreció revelar los nombres de nueve agentes soviéticos infiltrados en el gobierno británico, información que incluía a Philby.
Sin embargo, Philby, al darse cuenta del peligro, alertó a sus contactos en la KGB y asumió personalmente el caso. Volkov y su esposa fueron secuestrados por agentes soviéticos y nunca más se supo de ellos.

Los documentos desclasificados revelan cómo Philby manipuló la situación para desviar la atención de sí mismo. En un informe enviado desde Estambul, afirmó que Volkov probablemente se había delatado a sí mismo debido a un error. Este acto de traición aseguró su posición dentro del MI6, pero también fortaleció su relación con la KGB.
El Encuentro con Nicholas Elliott
La caída de Philby comenzó en 1963, cuando su amigo y colega del MI6, Nicholas Elliott, lo confrontó en Beirut. Elliott, armado con pruebas proporcionadas por Flora Solomon, una amiga de la familia Philby, grabó secretamente su conversación con el espía.
En este intercambio, Philby confesó haber sido reclutado por la KGB en 1934 y admitió haber ayudado a Maclean a escapar. Sin embargo, su confesión estuvo llena de mentiras cuidadosamente elaboradas, como la afirmación de que había roto sus lazos con la KGB en 1946.

El encuentro entre Philby y Elliott es uno de los momentos más dramáticos en la historia del espionaje británico. Según las transcripciones, Philby no mostró remordimiento alguno. Para muestra esta frase:
Si tuviera que vivir mi vida de nuevo, probablemente actuaría de la misma manera.
La Huida a Moscú
Poco después de su confesión, Philby desapareció. En enero de 1963, abordó un barco ruso en Beirut y se dirigió a Moscú, dejando atrás una carta para su tercera esposa, Eleanor, llena de vagas explicaciones. En la Unión Soviética, fue recibido como un héroe, aunque su vida en el exilio estuvo marcada por el aislamiento y el alcoholismo. Murió en Moscú en 1988, lejos de la tierra que traicionó.
Uno de los aspectos más intrigantes de esta historia es la relación entre Philby y Elliott. Incluso después de su huida, Philby mantuvo contacto con Elliott, agradeciéndole lo que consideraba un último acto de amistad. Si Elliott permitió deliberadamente que Philby escapara o fue engañado por su antiguo amigo, sigue siendo un misterio que Elliott se llevó a la tumba en 1994.

La Sombra de Anthony Blunt
La historia de Philby está entrelazada con la de Anthony Blunt, otro miembro de los Cinco de Cambridge. Blunt no era un hombre cualquiera. Educado en Cambridge, perteneció a un círculo de intelectuales que, en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, se sintieron atraídos por las ideas comunistas.
Fue en este ambiente donde Blunt se unió a los “Cinco de Cambridge”, sus colegas lograron infiltrarse en las más altas esferas del gobierno británico. Blunt, sin embargo, tomó un camino diferente. Mientras sus compañeros se dedicaban a labores más evidentes de espionaje, él optó por un enfoque más sutil. Su conocimiento del arte y su habilidad para moverse en círculos elitistas lo llevaron a convertirse en el conservador de la colección de arte de la reina. Este puesto le otorgó acceso directo a la familia real y a documentos de gran importancia.

La Confesión de 1964
En 1964, Blunt fue confrontado por el MI5 en su apartamento situado sobre el Courtauld Institute, donde trabajaba como director. Según los archivos desclasificados, fue el agente Arthur Martin quien lo interrogó. Blunt, tras un momento de vacilación, confesó su traición. Su confesión fue obtenida bajo la promesa de inmunidad, un acuerdo que, aunque controvertido, permitió al MI5 obtener información crucial sobre las actividades de espionaje soviético en el Reino Unido.
El relato del interrogatorio es digno de una novela de espionaje. Blunt, tras pedir unos minutos para reflexionar, se retiró a una ventana con vistas a Portman Square. Después de un largo silencio, regresó a su silla y comenzó a contar su historia y la de la red de los Cinco de Cambridge.
El Silencio en el Palacio
A pesar de la gravedad de las revelaciones, el MI5 decidió mantener en secreto la identidad de Blunt. Solo un reducido grupo de altos funcionarios estaba al tanto de la situación, y la reina Isabel II no fue informada oficialmente hasta 1973, casi una década después de la confesión.
Según los documentos, fue Martin Charteris, el secretario privado de la reina, quien finalmente le comunicó la verdad. La reacción de la monarca, según los informes, fue calmada y sin sorpresa.

enero de 2025. James Manning / PA vía Getty Images
El secreto de Blunt se mantuvo hasta 1979, cuando la entonces primera ministra Margaret Thatcher lo reveló en el Parlamento. Esta declaración marcó el fin de la carrera pública de Blunt y lo convirtió en una figura infame. Aunque intentó defenderse en una conferencia de prensa, el daño a su reputación ya estaba hecho. Pasó sus últimos años en relativo aislamiento, falleciendo en 1983 a los 75 años.

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