La asunción inmediata que se suele hacer es que las fuerzas de Tariq que atravesaron el estrecho de Gibraltar en el año 711 hablarían mayoritariamente árabe, pero la realidad probablemente sea más compleja, aunque las fuentes no sean particularmente abundantes. Lo más probable es que fueran principalmente hablantes de protorromance africano o latín africano.
Lo primero es lo primero: las fuentes más detalladas sobre la conquista de Hispania por las fuerzas del imperio Omeya son bastante tardías (segunda mitad del siglo IX, es decir, más de 150 años después de los hechos), y están muy plagadas de propaganda legitimista omeya, así que tenemos que tomarlas cum grano salis.
La fuente más cercana en el tiempo a los hechos es la Continuatio Isidori Pacensis, también conocida como Crónica del 754, o Continuatio Isidoriana. Esta es de 40 años después de la conquista, por lo que estaría dentro de un tiempo razonable, dentro de la memoria viva, con la gente todavía viva y recordando más o menos bien lo que había sucedido. Aquí podemos leer estas palabras, donde se dice que el rey Rodrigo reunió un ejército contra los árabes a los que se unieron los moros enviados por Musa:
nam aggregata copia exercitus adversus Arabes una cum Mauris a Muza missis[…].
Así que aquí tenemos una distinción importante: árabes y moros. De hecho, en ese ejército había tanto árabes como norteafricanos, pero los moros habrían sido la fuerza más numerosa. Los árabes eran los comandantes, los altos oficiales, mientras que las tropas y los qaids eran moros o bereberes. La terminología plantea otro problema. Mauri serían los habitantes de la Mauretania, que normalmente se equiparan a moros o bereberes, pero también se aplicaría a los maurorromanos, los bereberes fuertemente romanizados, y a los exiliados de la caída del Exarcado de África que se desplazaron hacia Occidente, estableciéndose en lugares romanizados como Volubilis, Nekour, Ceuta, etc.
A estas tropas se unió también el último resto del Exarcado, el conde Julián de Ceuta. Este Juliano era, muy posiblemente, gobernador de Ceuta en el año 685, cuando el emperador bizantino ofrece tropas al papa, y uno de los ejércitos que menciona es el exercitus septencianus, comandado por el conde Juliano, que podía ofrecer media docena de dromones. Con la caída del Exarcado de África, Juliano se quedó completamente solo, comandando Ceuta y teniendo a las tribus bereberes vecinas como vasallos, clientes o bajo su protectorado, por eso Ibn Jaldún se refiere a él como “rey de los ghomaras” (aunque el término “rey” puede no ser una traducción apropiada, “gobernante” sería más adecuado). Las tropas de Juliano estarían muy romanizadas y hablarían ordinariamente romance africano o latín africano, ya que sus referencias serían Ceuta y Tingis, pero también la Península Ibérica, donde la mayoría de la población hablaría latín dialectal o “latín mixto”, como lo llamaba San Isidoro de Sevilla en la primera mitad del siglo VII.
Algunos dicen que hay cuatro variedades del latín, es decir, antiguo (prisco), latino, romano y mixto. El Antiguo es esa lengua tosca que los más antiguos de Italia hablaban en la época de Jano y Saturno, y se conserva en los cantos de los salios.
Luego el latín, que los etruscos y otros en el Lacio hablaban en la época de Latino y los reyes, y en esta variedad se escribieron las Doce Tablas. Luego el romano, que surgió después de que los reyes fueran expulsados por el pueblo romano. En esta variedad compusieron sus obras los poetas Nevio, Plauto, Ennio, y Virgilio, y los oradores Graco, Catón, y Cicerón.
Luego el mixto, que irrumpió en la civilización romana después de la amplia expansión del Imperio, junto con las nuevas costumbres y pueblos, que corrompieron la integridad del idioma con solecismos y barbarismos
Las tropas al mando de Tariq ibn Ziyad habrían procedido del norte de África. Ese territorio era mayoritariamente de lengua amazigh, pero había una presencia muy fuerte de hablantes de latín o romance africano debido a la romanización y a los grandes movimientos migratorios provocados por la conquista islámica del Exarcado. Los refugiados de los reinos de Altava, la Dorsal y los diversos reinos mauro-romanos se trasladaron a la Mauretania Secunda y la Mauretania Tingitana. Algunos nombres aparecen como muy romanos cuando se indaga un poco: Kusaila o Kasila no era otro que un maurorromano llamado Cecilio.
En el norte de África, sobre todo en las dos Mauretanias, hubo una muy larga coexistencia lingüística del latín africano y el amazigh, y está muy bien atestiguada en los préstamos presentes en este último, elemento muy bien analizado por Brugnatelli en 1999. Téngase en cuenta también que en el primer siglo, más o menos, tras la conquista del norte de África, el árabe no habría calado sustancialmente en la cultura bereber, y la lengua árabe se habría limitado a las zonas urbanas y a la aristocracia.
Desde el punto de vista logístico, también tiene sentido que la gran mayoría de tus tropas hablen la lengua del territorio que intentas conquistar, lo que habría dado lugar a una preferencia por los hablantes de romance africano frente a los hablantes de amazigh. Quizás el mejor ejemplo lo podemos ver en el caso del conquistador de Córdoba, un personaje llamado Mugit al-Rumi, es decir “Mugit el Cristiano/Romano”, nombre que nos permite asumir que era, además de cristiano, de segura lengua latina y probablemente de origen no bereber.
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Árabes, poquitos. Incluso posiblemente ni siquiera sabían que eran musulmanes, solo sabían que no eran cristiano trinitaristas romanos: eran unitaristas.