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El dictador africano que quería ser Napoleón

Proclamó el Imperio Centroafricano buscando un reconocimiento internacional, aunque realmente tenía otros planes más absolutistas

En medio de una fastuosa ceremonia, a imitación de las representadas en las obras napoleónicas del pintor David, el 4 de diciembre de 1977, Jean-Bedel Bokassa, mariscal y presidente vitalicio de la República Centroafricana de Bangui, se auto corona emperador del Imperio Centroafricano.

Rodeado por su guardia personal, la ceremonia se inspira en la de la coronación de Napoleón el 2 de diciembre de 1804. Y, al igual que Napoleón, tras ponerse la capa de terciopelo de 12 metros de largo con bordes de armiño, decorada con estrellas, abejas y el emblema imperial; se quitó la corona de laureles dorados, tomó la corona fabricada para la ocasión y se la colocó él mismo

Una coronación decimonónica en el África de la segunda mitad del siglo XX

El título completo de S.M. Bokassa I fue Empereur de Centrafrique par la volonté du peuple Centrafricain, uni au sein du parti politique national, le MESAN (MESAN era el partído político Mouvement por l’évolution sociale de l’Afrique Noire —Movimiento por la Evolución Social del África Negra, en francés)

La corona tiene más de 6.000 piedras preciosas, entre diamantes, esmeraldas y rubíes. Pero el acto no termina con esto, poco después recibe el último ornamento de su cargo: un cetro, de una altura inusual, de 4,5 kilos de oro y más de 3.000 brillantes.

Luego corona a su esposa, Catherine, arrodillada ante él, como lo estaba Josephine ante el corso.

Todo es excesivo, como el trono colosal de 3,10 metros de altura, en forma de águila con las alas extendidas, que pesa 2 toneladas. Pero la corresponsal especial de Le Figaro, Hélène de Turckheim, invitada junto a decenas de periodistas de todo el mundo no puede sino observar una burda copia de toda la artesanía francesa del Imperio: vestuario ceremonial, bordados, vajillas, muebles, accesorios, joyas, trono, decoraciones de mesa… E incluso el pastel para la ceremonia fue traído especialmente en un vuelo privado desde París.

La corresponsal comenta que, para el evento,  fueron construidas 231 villas para alojar a los invitados, todas decoradas por un interiorista parisino, Christofle, quien realizó todo —unas 10,000 piezas: platos en Limoges, vasos de Baccarat, cubiertos grabados al agua fuerte y hasta los cubos de champán y los encendedores, e incluso un servicio de té plateado— al más puro Estilo Imperio. Definió la ceremonia como: “Una pintura de David en movimiento, un tanto kitsch”.

Al día siguiente de su coronación, Bokasa, ya Emperador, asiste a un desfile en el que participan más de 50.000 personas. Durante dos horas, bajo un sol ardiente, rinden homenaje a su primer emperador, todo impregnado de folklore militar francés.

Para la ocasión, a la que llegó con 1 hora y media de retraso, apareció escoltado por una guardia de unos 100 efectivos, todos uniformados de blanco. Llevaba un traje bordado en hilo de oro y un sombrero de tres picos con plumas blancas, ataviado con unos guantes blancos. Mientras desfilaba para incorporarse al palco, un espontáneo saltó a sus pies arrodillándose y mostrándole admiración. En el palco ocupó un trono con una gran B dorada en el respaldo junto a la emperatriz.

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(AP Photo)

La cruda realidad de Bokassa

Bokassa cambió el estatus del país de república a monarquía. El soberano promulgó una constitución imperial, se convirtió al catolicismo y se coronó a sí mismo basándose en que este cambio ayudaría al país a “desmarcarse” del resto de África y obtendría el respeto del mundo. La ceremonia costó más 20 millones de dólares de entonces, apenas hubo presencia de las casas reales extranjeras en el evento.

Muchos compararon al nuevo emperador con otros extravagantes dictadores africanos, incluso comenzaron a rumorear que ocasionalmente comía carne humana.

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(AP Photo)

Aunque se dijo que sería una monarquía constitucional, no se hicieron reformas democráticas y la represión a los opositores a su régimen fue muy dura. Se decía que Bokassa participaba personalmente en sesiones de tortura de sus detractores. A pesar de la dictadura, Francia continuó apoyando su régimen.

El presidente Valéry Giscard d’Estaing, asiduo invitado del gobernante a cacerías y fiestas en centroáfrica, les facilitaba gran ayuda económica y militar francesa. En respuesta, Bokassa proveía a Francia de uranio, mineral vital para el programa de armas nucleares francés; además de regalar en varias ocasiones diamantes al presidente francés.

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CENTRAL AFRICAN REPUBLIC – MARCH 06: The President Valery Giscard D Estaing And The President Jean Bedel Bokassa In Bangui’S Airport In Central African Republic On March 6Th 1975 (Photo by Keystone-France/Gamma-Keystone via Getty Images)

Francia critica al Emperador

Con el tiempo, la prensa francesa se fue volviendo cada vez más crítica con la relación entre Giscard d’Estaing y el dictador. Para 1979 el apoyo francés a Bokassa había disminuido y tras una masacre de estudiantes ocasionada por Orden Imperial desapareció por completo. Los opositores al soberano divulgaron el rumor de que Bokassa había participado en las matanzas y que incluso había comido algunos de los cuerpos.

El ex presidente Dacko, al que Bokassa había derrocado por golpe militar —apoyado por Francia—, intervino con la fuerza militar aprovechando una visita oficial del emperador a Libia, de donde fue invitado a irse por el propio Gadafi, ya que ya no tenía rango de Jefe de Estado. El golpe auspiciado por Francia condujo al fin del Imperio Centroafricano el 20 de septiembre de 1979. La república fue restaurada y el emperador no tuvo asilo en ningún país del mundo, siendo expulsado de Costa de Marfil en donde se refugiaba.

En 1980 tuvo que regresar a Bangui. En el aeropuerto fue arrestado y más tarde juzgado acusado de traición, asesinato, canibalismo y apropiación indebida de fondos estatales. Durante el juicio fueron retirados los cargos de canibalismo, que no pudieron ser demostrados.

El tribunal lo condenó a muerte el 12 de junio de 1987. La sentencia fue conmutada por una cadena perpetua aunque sería reducida posteriormente a veinte años y más tarde liberado tras una amnistía general en los años 90. Llegó a tener 17 esposas y más de 50 hijos. Murió víctima de un ataque cardiaco el 3 de noviembre de 1996.

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Monumento y tumba de Bokassa I

Fuentes:

Turckheim, Hélène (1979) “La coronación de Bokassa” (artículo para Le Figaro)

VVAA. (1979) “The Fall of Bokassa” (informe de la Télévision Suisse)

Elkabbach, Jean – Pierre y Duhamel, Alain. (1977) “Su majestad imperial Bokassa I” (entrevista publicada en Cartes sur table)

Miguel Ángel Ferreiro

Militar de carrera, autor de "La Segunda Columna" (Ed.Edaf), director de este proyecto e Historiador del Arte (UNED). Entre África y Europa, como el Mediterráneo.
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