Cuando parecía que Pablo Picasso ya había creado todo, en todos los formatos, de pintura a escultura pasando por la cerámica y el grabado, un fotógrafo albanés, afincado en Estados Unidos, le descubrió en 1949 un nuevo “material”: la luz.

El fotógrafo Gjon Mili, colaborador de la revista LIFE, llegaba al sur de Francia en 1949, con una misión muy clara: quería probar algo nuevo con el famoso artista español.

Tras explicar a Picasso sus experimentos con la luz y el movimiento capturados en fotografías, le propuso probar algo similar, pero esta vez con el dibujo en el aire. Para ello preparó una pequeña bombilla eléctrica, enchufada a un cable, en una habitación oscura.

Picasso quedó fascinado con los resultados y, aunque inicialmente era reacio al experimento, al final realizaron un total de 6 sesiones.



Las sesiones fotográficas muestran Picasso en plena acción creando obras de arte en el aire. Mili pudo capturarlas usando una exposición larga y dos cámaras, una para la vista lateral y una para la vista frontal.


Milisegundos de centauros, toros y figuras antropomorfas salidas de la mente del artista. Dibujos que desaparecieron en el aire, pero que quedaron inmortalizados en un carrete de fotografía.


Fotografías: LIFE’s Photo Archive
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