Se conserva muy poca documentación al respecto, incluso se confunden las figuras de Giulia con la de su madre, generando aún más confusión. La mayoría de relatos que las citan pertenecen al siglo XIX, aunque existen cartas y testimonios fechados en el siglo XVIII que corroboran, al menos, la existencia de un veneno conocido como “Agua Tofana” y de una mujer que lo fabricaba, sin precisar exactamente quién era.
A mediados del siglo XIX Alejandro Dumas insertaba una referencia en el Conde de Montecristo: “… hablamos señora de cosas indiferentes, de Perugino, de Rafael, de costumbres, de los trajes, y de esa famosa agua de Tofana de la que algunos, te dijeron, aún guardan el secreto en Perugia”. Señal de que su halo de misterio y fama asesina se extendió entre los literatos del romanticismo.
El que más información recogió sobre los orígenes del famoso veneno fue Jean-Baptiste Labat, un monje francés y viajero, que recopiló varias historias sobre los envenenamientos de Nápoles mientras vivía en Italia en 1709.
Tufania de Palermo
Tufania, la matriarca de esta familia, habría residido en Palermo. De ella que se conserva escasísima información, era propietaria de una tienda de cosméticos que vendía polvos con base de arsénico, entre otras cosas.
Sin embargo, algunos de sus compradores, disolvían este “maquillaje” en agua, obteniendo así un veneno mortal. Tras una oleada de envenenamientos, el virrey de Nápoles, el español Fernando Afán Enríquez de Ribera y Téllez-Girón la envió a la hoguera, todo esto según lo que contó en el siglo XIX el bibliotecario de Palermo en una recopilación de manuscritos de la ciudad.
Teofanía di Adamo
Teofanía (Tofanía o Tofana) fue la representante más famosa de la dinastía. La información que existe sobre ella es en gran medida contradictoria, confundiéndose con su hija Giulia, pero las fuentes más antiguas coinciden en que fue la primera en elaborar el “Acqua Tofana”, un veneno indetectable, sin sabor ni olor, que la hizo famosa hacia 1640. Se dice que cometió su primer envenenamiento cuando tenía 16 o 17 años.
Según una de las crónicas existentes, en 1659, Roma fue abrumada por una ola de envenenamiento, siendo los hombres las principales víctimas, amantes o maridos de algunas damas de la alta sociedad. El Papa Alejandro VII ordenó iniciar una investigación y pronto la Inquisición siguió la pista de algunos comerciantes de brebajes de amor que, bajo tortura, revelaron el nombre de Teofanía di Adamo.
El agua napolitana
Según otra versión, la envenenadora vivía en Nápoles y vendía botellas con un líquido transparente llamado “maná de San Nicolás de Bari” (por tener la imagen del santo en la botella) o “agua napolitana” que enviaba por toda Europa. Sin embargo, el médico de Carlos VI de Austria, después de examinar el líquido, fue capaz de encontrar arsénico en él, comenzando un proceso contra ella.
Durante algún tiempo pareció que Teofanía podría evitar el castigo, ya que tenía suficientes amistades influyentes, pero el Papa intervino en su contra.
Logró esconderse en un monasterio de Palermo, lo que le dio el derecho de refugio. El abad y el obispo se negaron a entregarla, sin embargo, la indignación popular y la presión del virrey contra ella era tan grande que el monasterio fue sitiado y, finalmente, Teofanía terminó en manos de la justicia, era 1659, y según se dice, tenía unos 66 años.
Tras confesar, probablemente bajo tortura, unos 600 envenenamientos entre los cuales estaban su propio marido, el duque de Anjou y el papa Clemente XIV fue ejecutada, a la edad de 70 años, probablemente en el garrote. Algunos autores afirman que la mayoría de envenenamientos eran suicidios y los menos, asesinatos.
Giulia Tofana
Julia o Giulia Tofana, se supone era la hija pequeña de Teofanía, viviendo entre Palermo y Roma durante la época del Papa Alejandro VII y continuará con el oficio familiar después de la ejecución de su madre.
Huérfana de padre desde los 13 años, según dicen también abandonada por su madre y muy pobre, Giulia tenía de su lado una belleza desbordante y una inventiva ferviente. Tras pasar su infancia entre boticarios, fue gracias a una “estrecha amistad” con un fraile que logró obtener los “polvos” necesarios para afinar su mezcla.
Tras diversos intentos por obtener la fórmula del veneno de su madre, el que mataba lentamente, sin llamar la atención, logró crear uno posiblemente más letal. Su fórmula dejaba la piel de los muertos rosada. Sin olor. El veneno no tenía sabor, era una mezcla de arsénico y antimonio, cuya administración debía realizarse un poco cada día, mediante un número preciso de gotas vertidas en el vino o sopa.
Auge y caída de Giulia Tofana
En un mundo lleno de resentimientos y conflictos, los clientes aumentaron rápidamente y también sus problemas. Giulia dejó de vender el veneno y se mudó a un hermoso apartamento en el Lungara, en el barrio de Trastevere, comenzó a vestir como una dama de la alta sociedad y se apartó del “negocio familiar”. Incluso se dice que pasó alguna temporada en Nápoles y en la corte de Felipe IV.
Pero parece que poco después una buena amiga la localizó y le contó que estaba siendo maltratada por su marido. Por aquel entonces, las mujeres en su mayoría, eran obligadas a contraer matrimonio a una edad muy temprana, sufriendo abusos y opresión de todo tipo por parte de cónyuges no deseados. Así fue como Giulia, volvió a comercializar su preciada mercancía casi exclusivamente a mujeres.
Pasados unos años, una de sus “clientas”, Maria Aldobrandini la condesa de Ceri, ansiosa por deshacerse de su marido y contrariamente a las instrucciones recibidas, vació toda la botella de veneno en una sopa, provocando su muerte inmediata y despertando las sospechas de los familiares.
Aquel suceso hizo que Giulia fuese arrestada y juzgada, se supone que por declaraciones de la propia condesa. En el juicio alegó que aquello no era más que un agua para el cuidado de la piel. Según algunas versiones quedó libre, otras la entremezclan con el fatal destino de su madre añadiendo que fue ejecutada en Roma, en Campo de ‘Fiori, junto a su hija o hermana Girolama Spera, conocida como “la Astroliga della Lungara”, y otras 3 mujeres culpables de envenenar a sus maridos.
En su Vida de Alejandro VII, el cardenal Pallavicini, habla del dispensario de Giulia Tofana, via della Penitenza, como una “carnicería silenciosa de maridos”.
El Acqua Tofana
La receta ya no se conoce, pero los informes de la época la describen como un brebaje inodoro, incoloro, insípido y eficaz con tan solo tres pequeñas dosis. La dificultad para detectarlo hizo posible que sus clientes mataran sin ser descubiertos.
No había una dama en Nápoles que no tuviese algo de eso tirado abiertamente en su tocador entre sus perfumes. Ella es la única que conoce el frasco y puede distinguirlo . – de las cartas de Ferdinando Galiani , 1805
Unos meses antes de su muerte, hacia 1791, Mozart le confió a su esposa la sospecha de haber sido envenenado con agua de Tofana. El episodio es interesante porque atestigua cómo este veneno seguía en boga casi dos siglos después de haber visto la luz, por esta saga de mujeres singulares, “las Tofana”.
El Acqua-tofana no perdía sus propiedades venenosas ni en alimentos fríos ni calientes. La receta nunca se reveló por completo aunque se conocen todos (o casi todos) los ingredientes, pero no las dosis ni el procedimiento para hacerla. Se cree que el veneno se basaba en una solución acuosa de ácido arsénico, plomo y extracto de belladona.
La singularidad del Agua Tofana era que la víctima se debilitaba gradualmente. Al principio, da una fuerte sed, luego calambres en el estómago, debilidad, finalmente parálisis y muerte; en otras palabras, la muerte por intoxicación en sus signos clínicos que cuadraba alguna enfermedad común, por ejemplo, fiebre tifoidea, era casi imposible reconocer el envenenamiento.
La receta no es fácil de hacer, incluso en nuestros días y, por lo tanto, muchos delincuentes se devanaron los sesos para reproducir la receta de Tofana. No hay información de que alguien haya tenido éxito.
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