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El origen de la Nochebuena

El Solsticio de Invierno, Roma y la Navidad

Si conocéis los textos bíblicos, sabrán que en el Evangelio de Lucas están escritas varias de las escenas que estas Navidades podemos contemplar en algún “portal de Belén“. Por ejemplo, algo que pasa desapercibido: “La anunciación a los pastorcillos”.

Hay que saber que aquellos pastorcillos dormían al raso cuando el ángel anunciador se les apareció, cosa muy poco probable que hicieran en invierno y mucho más propicia de la primavera, ¿no creéis?

La fecha de la Navidad

Y es que la fecha de la Navidad no estaba tan clara en los inicios de Nuestra Era, ya que para los primeros cristianos, ubicar la fecha del nacimiento de Jesús les era irrelevante, no veían importancia en ello. Practicaban sus oraciones y rituales (muy similares a otras religiones y cultos ya existentes) sintiéndose especialmente atraídos por el dogma de la vida eterna en el más allá, centrando su verdadera fiesta cristiana en la Pascua de Resurrección.

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Natividad en un sarcófago paleocristiano del siglo IV (Museo Vaticano)

Según cuenta Carlos G. Wagner, profesor de Historia Antigua de la Universidad Complutense de Madrid, en su trabajo sobre la natividad de Cristo, los teólogos de aquellos primeros siglos no lograban ponerse de acuerdo. Algunos textos lo situaban el 6 de enero, otros en marzo o abril.

Alrededor del año 200, Clemente de Alejandría, un destacado miembro de la Iglesia, afirmó que Jesucristo había venido al mundo un 25 de mayo, pero pocas iglesias lo aceptaron.

Las orientales comenzaron a fijar fechas entre el 6 y el 8 de enero. La iglesia armenia sería una de las primeras en celebrar la Navidad y fue un 6 de enero, aunque no fue hasta el año 345, pontificado de Julio I, o —como afirman otros estudiosos— en el año 354 (siendo papa Liberio) cuando se fija desde Roma la “fecha oficial”: la noche del 24 al 25 de diciembre, fecha en la que Roma celebraba el Nacimiento del Sol Invicto (natali solis invicti), una popular celebración pagana con la que se festejaba la llegada del solsticio de invierno.

El Sol invicto era una manifestación de Helios (en la mitología griega), que fue cada vez más identificado con el dios de la luz, Apolo. Aparece a veces nombrado como Apolo-Helios o simplemente como el Dios Sol, especialmente en textos romanos.

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Relieve troyano que representa a Helios en un triglifo con metopa del Templo de Atenea. Se conserva hoy en el Museo de Pérgamo (Berlín).

¿Qué es el solsticio de Invierno?

Es el momento en el que el sol llega a su punto más bajo y parece, durante algunos días, permanecer fijo y muy lejano. Luego comienza su ascenso, haciendo cada vez los días más largos, anunciando así la llegada de la primavera.

Era una fecha clave en todo el mundo antiguo, una forma de celebrar la bondad de las poderosas fuerzas de la naturaleza. Y si no echen un repaso a aquellas culturas predominantes: Frey, El Gabal, Osiris, Horus, Nemrod, Dionisos, Apolo o Mitra, nacieron todos justamente en el solsticio de invierno.

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Mitra y Helios como Sol invicto

Otras celebraciones invernales romanas

Las Saturnales, o Saturnalia, eran unas de las más importantes fiestas romanas y se celebraba entre el 17 y el 23 de diciembre.

La fiesta, en la que cesaba toda actividad comercial y artesana (vamos, que era festivo), se iniciaba el mismo día 17 de diciembre —el día de la consagración del templo de Saturno en el Foro romano— con un sacrificio en el Templo de Saturno, dios que simbolizaba la abundancia. También se realizaba un banquete público (lectisternium) , en el que muchas veces se incluía a los esclavos, seguido por el intercambio de regalos (solían ser velas o figurillas de barro) y jornadas de juegos de azar.

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Fresco en Pompeya

Se creaba durante aquellas jornadas festivas un ambiente de relajación social, poniéndonos en la época actual —para hacernos una idea— serían Navidad y Carnaval a la vez, unas fiestas muy difíciles de erradicar por el cristianismo primitivo, tan difíciles como que les fue mejor irlas sincretizando en su propia “liturgia”.

Esta celebración fue introducida alrededor del año 217 a. C. para elevar la moral de los ciudadanos romanos tras la derrota militar sufrida ante los cartagineses en el lago Trasimeno. En aquella fiesta se solía decir: Io Saturnalia !!

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Los romanos de la decadencia de Thomas Couture

El Solsticio de Invierno lejos de Roma

En las zonas de la Germania, los pueblos que más tardaron en recibir la influencia de Roma, las celebraciones del Solsticio mantuvieron su esencia más primitiva hasta bien entrada la Edad Media. Estas fiestas incluían la celebración del nacimiento de Frey, en las que decoraban un árbol en representación de Ygdrassil en cuya copa se hallaba Asgard (el Olimpo de los dioses nórdicos) y el Valhalla (el palacio de Odín). Aquel árbol era el Universo, ya que Ygdrassil lo sostenía todo, desde esos hogares de los dioses a la tierra en la que habitaban, llegando sus raíces hasta el reino de los muertos, el Helheim.

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“The Ash Yggdrasil” (1886) por Friedrich Wilhelm Heine

A parte de las costumbres romanas y las germánicas, muchas otras tradiciones populares se fueron integrando en una de las celebraciones más importantes de nuestro calendario, creando una fiesta que, aunque celebre el nacimiento de Jesús, ha terminado por ser un compendio de celebraciones y fiestas que los europeos venimos realizando desde hace milenios.

Fuentes:

WAGNER, CARLOS G., Solsticio de Invierno, Navidad y Chamanismo circumpolar

NAVARRO ANTOLÍN, FERNANDO (2010) Saturnales, de Macrobio.

Miguel Ángel Ferreiro

Militar de carrera, autor de "La Segunda Columna" (Ed.Edaf), director de este proyecto e Historiador del Arte (UNED). Entre África y Europa, como el Mediterráneo.

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