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Divide y Vencerás: Los Otomanos y el Lío de Tribus en Argelia

Primero aclaremos que cuando hablamos de los turcos en el contexto de Argelia, estamos refiriéndonos a los otomanos, esos aguerridos señores que por siglos se dieron el gustazo de mandonear en media Europa y el norte de África. Los tíos de Estambul, listos como el hambre, tenían un truquito bajo la chilaba: mantenían a las tribus argelinas dándose de leñazos entre ellas para que ninguno sacara la cabeza y les tosiera el poder. Así, los beys, que eran como el puño de hierro del sultán en tierras argelinas, siempre tenían la última palabra.

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Argelia a finales del siglo XIX

 

Como controlar Argelia

Argelia, para ser exactos, que a finales del siglo XV y durante buena parte del XVI se había convertido en una especie de nido de avispas donde los otomanos, o turcos, como los llamamos a menudo, mandaban con puño de hierro. Este control no fue un paseo por el jardín, ni mucho menos, porque Argelia era un puzle de tribus con bastante carácter.

Los otomanos, que no se chupaban el dedo, se dieron cuenta de que el mejor modo de gobernar allí no era dar a esas tribus el mismo trato (sea beligerante o de alianzas), sino jugar al juego más viejo del libro: divide y vencerás. Pusieron a las tribus unas contra otras, fomentando guerras, envidias, y seguro que alguna que otra trola. Así, mientras los argelinos estaban ocupados midiendo sus cimitarras, los turcos podían dedicarse a los asuntos importantes, como recibir a los embajadores extranjeros, contar las monedas o echar una siesta.

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Recepción de un Embajador (Palacio de Constantino), Argelia. F. A. Bridgman (1847-1928)

Con el tiempo, además del control militar, los representantes turcos ponían y quitaban a dedo a los líderes tribales y, además, si veían que alguna tribu tenía demasiado músculo, partían en cachitos su territorio y desperdigaban a las familias que formaban la tribu hacia otras zonas para que no se les ocurriera hacerles sombra. Pero claro, a veces la jugada les salía rana, y tenían un meneo de revueltas que les sacudían el palacio.

Las revueltas contra los bey

Las revueltas contra los bey no fueron nada triviales; las decisiones del gobernante provocaron una animadversión que desencadenó insurgencias en distintas tribus. Las repercusiones de estos levantamientos no se hicieron esperar: causaron graves perturbaciones sociales y llevaron a un estado de crisis económica que se manifestó en varias ocasiones.

En Chlef, por ejemplo, las revueltas tuvieron un impacto directo, y la rebelión encabezada por Ibn Dakhrī afectó considerablemente a las zonas aledañas a Constantina. La revuelta de Flissa resultó en un aislamiento rural, creando divisiones tan profundas que incluso la carretera de Constantina quedó intransitable.

En ciertos momentos de la historia, la propia ciudad de Argel se encontraba sufriendo el bloqueo de sus rutas de abastecimiento esenciales. Esto fue notorio en 1787, año en el que sus conexiones vitales estuvieron en peligro.

Las sublevaciones de los clanes Harakta y Nemamcha en 1797 representaron otro hito en este ciclo de conflictos. Como respuesta, el bey Wezenaği implementó medidas represivas, las cuales incluyeron el desalojo y la reubicación forzosa de clanes hacia regiones sureñas, lo que agravó la situación de las mesetas orientales.

La inestabilidad continuó con la revuelta de los Nemamcha entre 1803 y 1804 bajo el liderazgo de Bey Osman bin Mohammed (Bey de Constantina), así como las luchas recurrentes en Djurdjura durante los años 1800, 1810 y 1823. Además, las revueltas en las regiones de Aurès, Nemamcha y Souf entre 1818 y 1823 subrayan un periodo de agitación continua que transformó la estructura política y social del territorio.

 

Fuentes utilizadas:
Argelia en la Historia - La Era Otomana" / Dr. Nasser al-Din Saidouni y el Sheikh Mahdi Bouabdelli

Miguel Ángel Ferreiro

Militar de carrera, autor de "La Segunda Columna" (Ed.Edaf), director de este proyecto e Historiador del Arte (UNED). Entre África y Europa, como el Mediterráneo.
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